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1939: el primer “rascacielos” tucumano

la continental
“LA CONTINENTAL” fue inaugurado hace 84 años
Descacharreo

Hasta mediados de la década de 1930, San Miguel de Tucumán era una ciudad de poca altura, excepto por sus templos. La mayoría de los edificios consistían en una planta baja y un primer piso, representando la máxima altura alcanzada en ese momento.

Sin embargo, en 1928, el imponente edificio del Banco de la Provincia, ubicado frente a la Plaza Independencia, anunció el comienzo de proyectos de construcción más ambiciosos. Diseñado por el arquitecto Alejandro Virasoro, este edificio no solo albergaba las instalaciones bancarias, sino que también presentaba un ala en la calle San Martín, con 4 locales comerciales y 14 apartamentos en alquiler. Fue el primer edificio de la ciudad que combinó diferentes usos en un solo lugar.

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Ocho años después, en 1936, Don Adelmo Rosello construyó el edificio “Rosello” en la ubicación actual de Las Heras (anteriormente San Martín) 573. Este edificio constaba de una planta baja y tres pisos destinados a oficinas. Su fachada amplia estaba decorada con elegantes y sobrias pilastras como único adorno. Aunque todavía se mantiene en pie hasta el día de hoy, su revestimiento oscurecido y el bullicio de la calle hacen que pase desapercibido para aquellos que no levantan la vista.

Un año más tarde, en 1938, en la siguiente cuadra de la actual San Martín, al 650, doblaba la apuesta la habilitación de la Galería “Juan B. Pezza”, con notas de estilo “art déco”. Tenía planta baja y seis pisos de departamentos, donde alternaban viviendas con oficinas.

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Y el siguiente año aparecería la mole de “La Continental”, en la ochava noroeste de las hoy San Martín y Laprida. Contaba con planta baja y siete pisos. Sería, por varios años, un “rascacielos” que enorgullecía a Tucumán.

La Continental (@RascacieloDeTuc) / Twitter

La ochava tenía su historia, según la reseña de Carlos Páez de la Torre. Allí residió, en las décadas iniciales del siglo XIX, el coronel Emidio Salvigni. Era un militar de origen italiano: había guerreado en el ejército de Napoleón, quien premió su desempeño con varias condecoraciones. Luego vino a la Argentina, sirvió en el Ejército del Norte y anudó gran amistad con el general Manuel Belgrano. Este apadrinó su casamiento con una tucumana, doña Cruz Garmendia Alurralde.

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A fines del XIX, el caserón ya tenía una planta alta. Entrado el XX, la planta baja albergó a la confitería “Londres”, uno de los establecimientos tradicionales de la ciudad, dotado de “biógrafo”, como se denominaba a la proyección de las primitivas películas de cine.

“La Londres” fue “un refugio de jóvenes y de hombres maduros, que iban a buscar la expansión amable del cine, cuando éste aún no había sido privilegiado con el don de la palabra y del sonido. Allí se hacían amables rendez vous sociales y se deslizaban las horas del descanso, creándose, sin sentirlo, una vida serena y alegre al lado de la otra, laboriosa y amarga”.

También funcionó allí, inicialmente, la confitería “El Buen Gusto”. En cuanto a la planta alta, se alquiló para vivienda –uno de sus inquilinos fue el gobernador Lucas Córdoba- y luego, en 1908, alojó al exclusivo club social “El Círculo”, fundado ese año.

Pero, en la siguiente década, “El Círculo” construiría su magnífica sede propia, metros más allá: al fusionarse con “El Club Social” para constituir el “Jockey Club”, el edificio quedó como propiedad de este último, hasta hoy.

En 1938, una importante compañía de seguros, “La Continental”, sociedad anónima de capitalización, anunció que en esa ochava levantaría un edificio para albergar sus oficinas en la planta baja, con departamentos en las superiores. Sería similar a los que ya había edificado en Mendoza, en La Plata y en Córdoba.

En ese momento, la ciudad ya iba saliendo agresivamente de su chatura. A los citados edificios Rosello y Pezza, se agregaban ese año los Tribunales, la Caja Popular de Ahorros, el Correo, el Mercado del Norte

Pero era la primera vez que se erigían nada menos que una planta baja y siete pisos de departamentos. La prensa había ido siguiendo la construcción, y periódicamente publicaba fotografías que iban documentando sus avances, lo que despertaba toda clase de comentarios admirativos.

El rascacielos tucumano de 1939 | Revista Historia para todos

Esto convirtió a la habilitación de “La Continental” en un suceso de gran importancia, al que el periodismo de la época destinó muy generoso espacio. La inauguración tuvo lugar exactamente el martes 29 de agosto de 1939, a las seis de la tarde.Los siete pisos de “La Continental” tenían todas las condiciones para llamar la atención de los tucumanos.

Los departamentos eran tres por piso y se alquilaban: no se vendieron hasta años después. Cada uno contaba con instalación completa “de agua filtrada, fría y caliente”. Estaba dotado de cocina eléctrica con sus instalaciones completas. Tenía heladera eléctrica, marca “Siam”, la más prestigiosa de entonces. Además contaba con “armarios, alacenas y aparadores embutidos; incinerador automático de residuos; espejos movibles en el baño; artefactos eléctricos de líneas sobrias y estratégicamente ubicados; espaciosos lavatorios y piletas; línea de teléfono interno y línea adicional de teléfono directo a la portería; timbre de llamada para el servicio, etcétera”.

Por otra parte, en los sótanos del edificio se habían instalado “grandes secaderos eléctricos para el uso de los inquilinos y, además, un depósito para equipajes, donde podían guardarse los objetos fuera de uso”.

En la planta baja, se distribuían “una serie de locales espaciosos, con profusión de luz y aire, destinados a casas de comercio”. Una de estas dependencias se había reservado “La Continental” para sus oficinas tucumanas.

Como muchos recuerdan, el gran salón de la ochava albergó, durante largas décadas, a la tradicional joyería “Yanicelli”; y sobre calle Laprida funcionó, también muchos años, la célebre peluquería para varones “Los Oficiales”.

Diseñado por los arquitectos Raúl Togneri y Jaime Roca en el estilo “internacional” –ortodoxo, salvo la novedad de los cerámicos colorados- el edificio tiene, actualmente, 84 años. Quien lo visite puede apreciar la solidez que rodeaba a las construcciones en aquellos tiempos. Los pisos de parquet en los departamentos y los de mosaico de los palieres están intactos, así como las puertas, de excelente madera.

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