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“Queremos tanto a Julio”

Reflexiones sobre el sindicalismo judicial tucumano

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Columnista invitado:
Dr. Gustavo Morales.

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Un dirigente sindical tiene que vivir en la misma condición que los trabajadores que representa” (Tosco, Agustín).-

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Mira, Gordo, dijo Salamanca: “El problema es éste; los obreros son peronistas, pero el peronismo no es obrero”. “¿Durante cuánto tiempo te pensaste esa frase, pibe?”, replicó Cooke. Dijo Salamanca:” tenemos que conducir la clase obrera al encuentro con su propia ideología, compañero. QUE NO ES EL PERONISMO” (Feinnman, José Pablo – “La astucia de la razón” – Editorial Norma).-

Desde hace un lustro, distintos sectores gremiales del P.J.-Poder Judicial o Partido Justicialista que, por lo menos en Tucumán, son sinónimos – se disputan los que ellos mismos denominan ”La Caja” (sic), lo que los lleva a tal ceguera que les impide visibilizar la ausencia de institucionalidad, la precarización laboral, el nepotismo, los acosos sexuales y relaciones preferenciales en los ascensos.-

Oscilan entre la obsecuencia grosera y acriticismo pueril y obstinado.-

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Son tres segmentos sindicales que quedaron expuestos en los últimos meses en los siguientes contextos:

  1. En cuanto al aumento salarial denominado “cláusula gatillo” se dividieron entre quienes lucharon judicialmente por esa justa percepción de haberes, pasando por la tibieza de notas de tinte burocrático hasta la complacencia en la falta de pago de quien lidera – al menos en los papeles – el grupo gremial más fuerte .-
  2. En lo que respecta a las “subrogancias” en la magistratura, los une a todos los sindicalistas el silencio absoluto equivalente al “nada para decir”, derivado de un raquitismo cognoscitivo ostensible.-
  3. En relación al proceso de destitución de un Juez en el marco de una reyerta entre “dos Magistrados peronistas”, se ubicaron los que callaron – otra vez la compañía sindical mayoritaria – , los que tomaron partido por el vocal de la Corte Suprema – muy próximo al vicegobernador – y los que apoyaron, a ciegas, al camarista penal caído en desgracia, pero con una superficialidad tal que – con la misma liviandad que la defensa técnica del destituido – ignoraron normas elementales de la “ley de regulación del procedimiento de formación de jurado de enjuiciamiento”.-
  4. En lo que atañe a los contratos que se renuevan cada seis meses tanto en el Ministerio Público Fiscal como en el Ministerio Pupilar y de la Defensa, exhiben la más cruda subordinación al mandamás que lo nombra “a piacere”, bajo los eufemísticos cargos de “Auxiliar de Fiscal” (sic) y “Auxiliar de Defensor” (sic) – en verdad al que auxilian es al patrón de los respectivos Ministerios -, se mantienen los tres matices que comprenden el asentimiento, la indiferencia y el cuestionamiento.-
  5. Párrafo aparte merece un análisis somero el grado de acoso sexual en la cúspide del Poder Judicial y en la cumbres de los Ministerios, con la complicidad y encubrimiento de las mujeres – incluso las del alto tribunal provincial – pues de otro modo se hubiera exteriorizado con energía el “derecho fundamental de las mujeres a vivir un mundo sin violencia”, se bifurcan entre la omisión maliciosa, la sonrisa socarrona y la descalificación certera.-
  6. Las designaciones cada vez más impúdicas y los injustificados ascensos, in crescendo, con el asentimiento de dos vertientes sindicales mientras que la tercera nuevamente opta por criticarlos a través de las vías legales.-

Sin embargo, campea en todo el espectro sindical judicial una formación intelectual paupérrima, especialmente en los cuadros jóvenes movilizados por la frivolidad u ordinariez; por la traición o sobreactuación; por la apariencia o trascendencia.-

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Deberían aprender entonces las secretarias y demás integrantes de la cúpula gremial en tiempos extremadamente complejos, como en la década del setenta – donde el fusil reemplazó a la argumentación – hubo un intersticio para el intercambio de ideas y allí estuvieron para debatir un marxista como Agustín Tosco con un burócrata sindical peronista como José Ignacio Rucci.-

Hubo también otros verdaderos cuadros, hoy desconocidos por la inmensa masa sindical, como Jorge Fischer y Miguel Ángel Bufano, dignos de emular.-

Entre tanta indolencia y tamaña puesta en escena se desconoce que en Mesa de Entrada Penal y en la llamada “U.A.R.”, los funcionarios trabajan de 92 a 100 horas semanales en exceso y los empleados superan su jornada laboral entre 22 y 25 horas por semana.-

De allí que, como enseñaba Carlos Marx, quien trabaja “tiene más necesidad de respeto que de pan”.-

Por ello, como también expresaba el filósofo alemán en voz alta, y que deberían escuchar los muchachos y las chicas del sindicalismo judicial: “necesitamos otra educación para otra sociedad, y otra sociedad para otra educación”.-

Por: Dr. Gustavo Morales
MP 3924

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