“Todas las desgracias del mundo provienen del olvido y el desprecio que hasta hoy se ha hecho de los derechos naturales e imprescindibles de ser mujer” (Tristán Flora) “No construyas un muro alrededor de tu propio sufrimiento, puede devorarte desde adentro” (Kahlo Frida)
Si viviera en Tucumán, en estos tiempos, Juana Inés de la Cruz, una mexicana más conocida como monja que como escritora de poemas, revisaría su expresión: “Hombres necios que acusáis a la mujer sin razón, sin ver que sois la ocasión de lo mismo que culpáis”
Es que en la Corte Suprema de Justicia local, precisamente, son dos magistradas, una de ellas a cargo de la Presidencia, que con sus omisiones funcionales, silencios sugestivos y demoras injustificadas, toman “partido” por el “Vocal Decano”, es decir, el más antiguo del Alto Tribunal, en relación a una denuncia por “acoso sexual” efectuado por una “Ordenanza”, eslabón más bajo de la estructura judicial.
En otras palabras, una mujer que padece el accionar delictivo de un juez carcamal y sufre, simultáneamente, el desdén de un par de “cortesanas”.
Una vez más el Estado Argentino en la picota por la pertinaz sexopatía convencional y constitucional de sus autoridades.
Pareciera, además, que existe un punto de sutura entre el anterior “Vocal Decano”, proclive a perversiones, que desembocaron en procesos penales por “abuso sexual” que precipitaron su huida de la judicatura, dejando no obstante media docena de hijos en la administración pública, y el actual, quien tiene un harén a pesar de su presunta falta de virilidad.
Ahora bien,no solo callan las “excelencias” de la Corte doméstica sino también quien es titular de la “Asociación del Círculo de Magistrados”, una Vocal de la Cámara Civil y Comercial.
Sorprende su mutismo, no solo una “cuestión de género”, sino por su apetencia por ocupar una poltrona en el Superior Tribunal.
A esta extensa cadena de silentes se agrega la Secretaria General de la Unión de Empleados de Justicia de la Nación, Seccional 5, quien no tiene paz, acorralada por las denuncias penales y de Superintendencia en su contra porque no sabe sumar pero si acumular inmoralidad, lo que explica la mudez, al extremo del encubrimiento.
Sin embargo, el baldón de este septuagenario libidinoso se completa con su vocación a transitar por la “ruta del whisky”, acompañado por un par de letrados que hacen gala del “cohecho” y “tráfico de influencias” aunque uno de ellos es profesor universitario y pontifica en un programa conducido por el ex cabo de policía, el otro, de escasos conocimientos jurídicos, conduce a sus defendidos a condenas y destituciones, según quienes requieren sus servicios.
En fin […] demasiado silencio femenino si se suman las puertas que se cerraron violentamente como las de la “Secretaria de la Mujer”, “Secretaría de Derechos Humanos” y “Oficina de Violencia Doméstica”, en cada una de las oportunidades que las abrió la “Ordenanza víctima” implorando ser escuchada, convertida en un despojo.
Una execrable situación similar sufre una ex funcionaria despedida arbitrariamente por su jefe por no haber cedido a los desenfrenos sexuales del Ministro Pupilar y de la Defensa quien en lugar de levantar las paredes de su casa y contratar más efectivos de seguridad, debería aprender primero las palabras “Ética y Moral”, luego ponerlas en práctica.
También en este caso se taparon los ojos y los labios las mujeres; alguna de ellas por sus relaciones preferenciales con el “Ministro” de los sectores vulnerables, un sanjuanino devenido en tucumano por haberse enamorado de lo que antes era “el Jardín de la República”.
En el Ministerio Público Fiscal asoma otro acoso en el que estaría involucrado un Fiscal Regional Itinerante.
No debería impresionar a los tucumanos este contexto pues en el Senado de la Nación un representante de la provincia es el mayor exponente de Sodoma y Gomorra, aunque no sea católico, y aunque valga la repetición de palabra la “damnificada” de este depredador sea su sobrina y empleada de la Cámara Alta.
Por eso no es casual que el mismo ex gobernador pervertido nombrara a dos de los ahora denunciados por sus depravaciones.
Entonces […] ¿qué hacer?
Las respuestas son dos.
Una, comportarse como el protagonista del film “Tiempo de revancha” que al final de la película se mira al espejo, levanta una navaja y se corta la lengua.
Otra, organizarse las “mujeres ofendidas” por fuera de las instituciones – incluso de las agrupaciones políticas – y luchar, para seguir las enseñanzas de Virginia Bolten: “que no haya rezagadas” porque “¿quién duda que habremos de vencer?”.
De lo que se trata, pues, es aceptar el desafío en una disputa, como definía Rosa Luxemburgo, entre “tiburones voraces y pequeñas sardinas”, cuyo triunfo depende de la incorporación real de la mujer a una contienda política que excede holgadamente la “perspectiva de género” para participar en una verdadera “lucha de clases”.
Dr. Gustavo Morales
Mat. Prof. N° 3924
