Sin tobillera electrónica y en libertad. El kirchnerismo lo hizo posible. El delincuente Amado Boudou quedó en libertad y eso es una señal peligrosa de gravedad institucional. Amado Boudou, a esta altura, es el nombre de la impunidad obscena y el apellido del privilegio repugnante. No hay que olvidar que los jueces Daniel Obligado, Ricardo Basílico y el fiscal Marcelo Colombo lograron este milagro de liberar a un malandra de estado de alta gama.
Fue condenado por 15 jueces a 5 años y 10 meses de prisión por coimero y por apropiarse de la fábrica de billetes. Como si esta condena firme no fuera suficiente, la mismísima Corte Suprema de Justicia confirmó todo. No obstante, Boudou no podrá ser nuevamente funcionario porque la condena incluyó una inhabilitación vitalicia para ejercer cargos públicos. De todas maneras, todos los argentinos le pagamos 500 mil pesos de jubilación vip porque fue vicepresidente.
No puede ser funcionario por ladrón y estafador, pero si puede cobrar la mega jubilación de la casta gobernante. No sorprendería que en poco tiempo apareciera otro revolucionario guevarista K como él para proponer que le levanten la prohibición de ejercer cargos públicos. No tienen límites, son capaces hasta de nombrarlo nuevamente como ministro de economía y condecorarlo y darle un diploma como ciudadano ilustre.
Para el cristinismo, Boudou no es un malandra recalcitrante. Es un mártir de la lucha anti imperialista contra la burguesía financiera. Esta situación inexplicable la explican porque Boudou cumplió los dos tercios de la pena y porque le bajaron la pena en 11 meses. ¿Por qué motivos? Entre otros cursitos de morondanga que hizo, se recibió de “montador electricista”, y por eso es la luz del hombre nuevo y de práctico en organizador de eventos.
En realidad, Amado Boudou ya tenía experiencia en organizaciones. Sobre todo, las delictivas, como The Old Fund. Asociaciones ilícitas para robar el dinero de todos los argentinos. La señal de la justicia es desoladora, es lo mismo que decir que los poderosos pueden hacer lo que se les dé la gana. Es una burla a todos los argentinos honrados. Eugenio Zaffaroni, como íntimo amigo de Boudou llegó a pedir el indulto.
Y todavía faltan causas en donde también, como en ésta, hay muchas pruebas documentales, testimoniales y, hasta arrepentidos. Por ejemplo, de la coima de dos millones de dólares que pagó el gobierno de Gildo Insfran. El que la cobró, Alejandro Vandenbroele, confesó con pelos y señales cómo fue ese operativo despreciable que perjudicó a los más pobres de la provincia de Formosa.
El aspirante a Lenin de cabotaje, formado con los Alsogaray, vive en una mansión de cuatro pisos, parque, piscina con venecitas y baldosas atérmicas perimetrales, ascensor, cochera para tres autos, suite de 60 metros cuadrados, cascada en el living, jacuzzi, siete baños y quincho. Un palacio digno de un magnate. Amado Boudou dio como domicilio un médano, le pirateó la mitad de un auto a su ex esposa y debe 455 mil pesos en multas y patentes de su Audi.
Estamos frente a un verdadero ladrón de estado. Pero esto no solamente lo piensa la mayoría de los argentinos. ¿Se acuerda la sociedad de la opinión del actual presidente, Alberto Fernández? Conviene recordarlo como otro símbolo de la implosión de la ética que padeció Alberto. En su columna del diario “La Nación” del 30 de mayo de 2014, titulada “Game Over”, hay un respaldo absoluto a la justicia.
Pero también hay una crítica severa a Boudou que recién había sido llamado a indagatoria. El actual presidente escribió que “Todas las excusas dadas por él hasta aquí se han ido desvaneciendo con la misma velocidad con la que el agua se escapa entre los dedos. Boudou ya no tiene coartadas. Los argentinos saben cuánto ha mentido en su alocada carrera por escapar de los hechos que se le atribuyen”.
En otro párrafo que tiene una impresionante actualidad, Alberto dice: “Fue sorprendente escuchar las voces del oficialismo que avalaron sus dichos y lo exculparon del hecho que se le atribuye. Tan fuerte fue la defensa organizada desde el poder, que hasta una ley de la Nación, impulsada por la mismísima presidenta, acabó por expropiar la empresa Ciccone para hacer más compleja la investigación de la maniobra… Tratando de preservarlo, Cristina no dudó en involucrar al parlamento argentino en el más grave encubrimiento que se recuerda, la expropiación de Ciccone”.
Este texto es demoledor. Parece escrito ayer a la mañana y sin embargo fue redactado hace apenas 7 años por el actual presidente. Además, hace 5 años, en una entrevista televisiva, Alberto Fernández aseguró que la estatización de Ciccone se hizo para encubrir a Amado Boudou. En ese sentido, está todo dicho. Boudou fue y es, una pieza clave del aparato del cleptocrático del chavismo santacruceño que viene por todo y para siempre.