Las encuestas no le dan respiro al Gobierno nacional. Y es que la percepción de la sociedad sobre la economía es mayoritariamente negativa, al igual que las perspectivas en esa materia para fines de este año, al tiempo que la imagen de la gestión presidencial de Alberto Fernández continúa mostrando los mismos niveles críticos que desde el último trimestre del año pasado se venían registrando.
Justamente, cuando a las desalentadoras consecuencias de la pandemia en la Argentina se sumaron la suba del dólar informal y el persistente incremento de la inflación. Y una de las primeras encuestas de intención de voto luego de la oficialización de las nóminas de precandidatos para las PASO del 12 de septiembre no resulta favorable a los postulantes del Frente de Todos.
Según Giacobbe & Asociados, las listas bonaerenses de Juntos, encabezadas por Diego Santilli (20%) y Facundo Manes (13,9%), suman el 33,9%, contra el 25,7% de la lista kirchnerista, liderada por Victoria Tolosa Paz, aunque la cantidad de indecisos supera el 20% aún. La apuesta del kirchnerismo es al Plan Aguantar en materia económica, a una lluvia de segundas dosis de vacunas contra el Covid-19 y a machacar a cada rato con menciones a Mauricio Macri.
Así podría sintetizarse la estrategia de la coalición gobernante de cara al proceso eleccionario. Respecto del plan de vacunación, la llegada masiva de dosis, debidas en buena parte a los acuerdos con los laboratorios norteamericanos a los que el oficialismo se resistió durante tanto tiempo y a la importante donación de vacunas del gobierno de los Estados Unidos, acelerará el proceso.
En el Gobierno se espera que el mayor porcentaje de población vacunada, por un lado, haga olvidar los errores iniciales en materia sanitaria y los escándalos derivados de la vacunación vip y, por otra parte, despeje algo el horizonte y contribuya a la reactivación económica. Claro que la reactivación que pueda estar teniendo lugar como rebote frente a los paupérrimos niveles de actividad de un año atrás no llegará a trasladarse a los bolsillos de la gente para las PASO.
Aunque tal vez sí pueda derramar algo hacia las elecciones generales de noviembre. De cualquier forma, la mayor preocupación oficial pasa justamente por la economía. La posibilidad de que aumente fuertemente el consumo y de que el Banco Central mantenga controlado el dólar son verdaderas incógnitas. En esas condiciones, el Gobierno está haciendo lo que puede para aliviar los bolsillos.
El problema es que lo hace a costa de una profundización de un déficit fiscal que en los primeros cuatro meses del año había tendido a reducirse. Ahora, se recurre a una política de mayor expansión del gasto público y de emisión monetaria para financiar la ley de alivio fiscal para monotributistas y abonar un bono de 5000 pesos a jubilados o incrementar las obras públicas, como ocurre en todo período preelectoral.
Aun así, la coalición gobernante deberá remontar una importante cuesta, a la luz de los indicadores de decepción que muestran los sondeos de opinión pública en una amplia franja de la sociedad. Y es que el gobierno nacional tendrá que entender que, por más brazos pinchados contra el coronavirus que puedan contabilizarse, si los bolsillos siguen vacíos, las chances electorales del oficialismo tenderán a debilitarse.