Los hipócritas son aquellos que simulan o fingen una opinión o un sentimiento que no tienen. Este Gobierno, está lleno de hipócritas. El problema de este gobierno es que genera cada vez más desconfianza. Se reconocen como inútiles, además, a quienes no son buenos para hacer las cosas que deberían. Este Gobierno, el de Alberto Fernández y de Cristina Kirchner, parece estar lleno, también, de inútiles.
En los últimos días, intentó transformar la violación de la cuarentena estricta en la quinta de Olivos en una cuestión de género contra Florencia Peña. Casi lo logra. Pero fracasó. Y no solo fracasó. Además, levantó tanta polvareda, que ahora quedó atrapado entre la hipocresía, la inutilidad y la sospecha. Veamos. Mientras Santiago Cafiero hablaba de la derecha misógina, se recordaban varios polémicos tuits de Alberto Fernández.
Mientras decenas de mujeres y varones del Frente de Todos pedían la expulsión de dos diputados porque le endilgaban, sin evidencias concretas, haber atacado a Peña, todos recordábamos el silencio cómplice de Cristina, ante los pedidos de expulsión del todavía senador nacional en uso de licencia José Alperovich, quien habría abusado de su sobrina de todas las maneras posibles.
Por el tema de las visitas a Olivos en medio de la cuarentena eterna ya hay una causa abierta. Pero el problema es moral. Porque lo que se discute acá, de nuevo, es la doble moral de los más altos funcionarios del Gobierno nacional. La autopercepción de que ellos son una casta iluminada que puede hacer lo que se le canta. Igual que lo hicieron con las vacunas y los vacunatorios VIP.
Hipocresía es, también, fingir una unidad de pensamiento y de acción que no existe. O simular una moderación que este Gobierno no tiene. O repetir el jueguito de Cristina y Máximo de endurecerse con el fin de acaparar más dinero y poder antes de las elecciones, para luego silenciarse o “abuenarse” ni bien empieza la campaña. Y es que toman por idiotas al conjunto de la sociedad argentina.
¿O tendríamos que olvidarnos de la liberación de a miles de presos, o del intento de meter presos a periodistas, de su plan de impunidad y venganza y de su persecución a jueces y fiscales, que todavía continúa, aunque de manera asordinada? ¿Tendríamos que olvidarnos también que fueron Cristina y Máximo los que ordenaron incluir la palabra “negligencia” para trabar el contrato con Pfizer, decisión que costó miles de vidas?
Todavía más peligrosa que la hipocresía y la incapacidad es la combinación de ambas, potenciadas al extremo. Porque da como resultado un país con casi 108 mil muertos por COVID, lo que lo convierte en una de las naciones más ineficientes en la lucha contra la pandemia. Da como resultado un país con más de 5 millones de contagiados, lo que nos convierte en la octava nación del mundo con más casos por millón.
Da como resultado un Gobierno que dice que es uno de los mayores vacunadores del planeta cuando nos encontramos allá lejos, en la posición número 54. Un Gobierno que manipula las estadísticas y nos quiere hacer creer que en un ratito más volveremos a ser felices. Un gobierno que nos quiere hacer creer que estamos en plena reactivación cuando todavía no salimos de la caída de la economía más grave de la historia argentina.
Y lo presenta a la sociedad en la misma semana en que se conoció otro dato que es un cachetazo, la irrupción de 2 millones y medio de nuevos pobres y de 1.205.600 nuevos indigentes. Parecen cada vez más hipócritas y más inútiles, pero no habría que subestimarlos. Porque, así y todo, no estarían lejos de alcanzar la mayoría propia, y entonces sí, ni siquiera van a necesitar aparentar lo que no son para pasarnos por encima.