Lo que faltaba, el Presidente se quiere autoindultar por violar la cuarentena. El mismo considera que no cometió un delito. Y listo. “Como está probado que no hubo contagios durante el brindis no hay configuración de la figura penal” Delito abstracto. ¿Lo dijo un juez? ¿Se firmó en una sentencia? No. Lo dijo el eventual imputado que es ni más ni menos que el Presidente de la Nación.
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Y el mero hecho de decirlo es pretender actuar como juez y parte, cosa que tratándose del titular del Poder Ejecutivo es un poco compleja. La mera verbalización de este intento desnuda vicios bastante conocidos. Primero lo primero. Como indica el propio decreto del Presidente, el sentido común y los especialistas, las sanciones se estipularon para quienes violen las medidas de restricción, independientemente de que generen contagios.
La idea era evitar que el virus se trasladara por la circulación de personas. Lo decía siempre el mandatario en sus anuncios de cuarentena que hoy le conviene distraídamente olvidar para instalar el argumento de su delito abstracto, o para abstraernos de su delito. La interpretación a medida del presidente sería una injusticia para los miles de multados o imputados por situaciones similares.
Al cachetazo de la cuarentena vip y el vacunatorio vip se suma la justicia vip y autogestionada por el presidente para sí mismo. Ya que estamos que declare una amnistía para todos y todas. Parece una obviedad decir que es a la justicia a quien le corresponde resolver si el Presidente cometió un delito pero es eso mismo lo que el presidente pone en tela de juicio en una burla más a la republica al declararse él alegremente inocente de culpa y cargo.
Porque no sólo no se puso a disposición de la justicia en ninguna de sus referencias al escándalo, aunque lo esté de hecho. Lo que vemos ahora es que en su afán de dejar el escándalo atrás, Alberto Fernández quiere actuar como su propio juez y declararse inocente. El Presidente ha deshonrado la igualdad ante la ley desde el festejo mismo de cumpleaños hasta esta auto amnistía retórica. No podemos decir que es original. Tiene de quién copiarse.
¿O acaso Cristina Kirchner no busca cerrar juicios en su contra con alegatos políticos con tono de telenovela que no figuran en el proceso? Se enoja ante la cámara, pone cara de villana, luego de víctima, en otro momento parece que llora, luego golpea la mesa, que el acting parezca cosa juzgada y chau. Aunque el debido proceso indique que es el juicio la instancia en que se evalúa la evidencia. Ya el fiscal le dijo que no en el caso del Pacto con Irán.
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Veremos si el Tribunal 8 cumple con su tarea o se doblega ante la justicia autogestionada de Cristina Kirchner. El recurso del presidente al sentenciar sobre su propia investigación que no hay delito se parece mucho a lo que el kirchnerismo pretende con la justicia en general, o sea, avanzar sobre ella, un retroceso preconstitucional hasta un punto donde no hay división entre los poderes, donde manda el absoluto.
Desde la misma realización de un festejo de cumpleaños en la quinta de Olivos a la vista de las fuerzas de seguridad, a la arrogancia de no pedir perdón, a la furia de la soberbia, y ahora a la auto exculpación, sólo atestiguamos que el poder ejecutivo se siente no sólo por encima de la ley sino también por encima de las medidas que dicta y ordena bajo pena de castigo, al resto de la población.
Pero, además, algo igualmente grave, que por expresar públicamente su criterio sobre el eventual delito por el que se lo juzga, el gobierno y el presidente están ejerciendo presión sobre el fiscal y el juez que lo investigan, que ahora tendrán claro que se enfrentan al mandatario si tienen una opinión diferente. El Presidente no se pone a disposición de la justicia, el presidente quiere tener la justicia a disposición.