Macri se suma a la foto con los radicales
La renovación de votos (conyugales) entre los socios de Cambiemos precipitará en la noche de este lunes una foto impensada hasta hace una semana: Mauricio Macri confirmó que estará este lunes en la Rural para sentarse en la cabecera de la cena anual del Cippec, el think tank multipartidario que juntará unos 1.500 políticos, empresarios, curiosos, benefactores y colados. A esa cena también se han comprometido los gobernadores del arco oficialista y muchos de la oposición. Esto adelanta el encuentro del Presidente con los protagonistas del minué de la semana, entre el núcleo del Gabinete -Marcos Peña, Rogelio Frigerio, Nicolás Dujovne, Dante Sica- y los socios del radicalismo. El que sí va estar en la cena de Cippec es Roberto Lavagna, que podrá competir con Macri en un torneo de selfies que vale más que una PASO.
El recorrido sigiloso por despachos oficiales, desayunos y cenas que ocuparon 48 horas en la vida de todos, no sale aún del estado gaseoso. El Gobierno filtró una conclusión provisoria: que los gobernadores serán quienes les van a acercar a los ministros las propuestas que creen pueden aliviar la caída de prestigio del Gobierno. No se conoce, sin embargo, a qué centros de elaboración de políticas le harán más caso, si a los energéticos que comanda Jorge Lapeña, que son los más críticos por la política de tarifas, o a los que se agrupan en las fundaciones como la Alem (radicales de Jesús conducción), Pensar (Carmen Polledo conducción) o la Arendt (Lilita conducción), que se mantienen más cerca de Gobierno. Con el paso de las horas se verá qué grado de formalidad tiene este nuevo mecanismo de acuerdo, que intenta salvar la integridad del Partido de Balotaje, la eficaz herramienta electoral de 2015 y 2017.
Como la terapia de pareja a la que se someten los socios de Cambiemos está en el estadio deliberativo, después de innumerables situaciones de cuernos -que duelen, pero no matan- la respuesta debe darla el Gobierno. Caviloso, Angel Rozas atribuye la pasión del momento a otros factores: “La candidatura de Lavagna -me dice- ha puesto en valor al radicalismo, y el Gobierno está mejor dispuesto ahora a reconocer los aportes de sus dirigentes en todo el país”. No será por eso por lo que en esa foto eventual de La Rural -adonde va Macri por el Cippec- van a faltar algunos principalsdel radicalismo. Alfredo Cornejo se hará representar por su ministro de Gobierno. Negri está en plena campaña en Cruz del Eje, La Falda y La Cumbre, que es donde están los votos que le interesan. Carrió está en tiempos de Cuaresma y no hará apariciones hasta después del domingo de Resurrección. Sergio Massa también se ausentará: tiene a esa hora una cena que cree más entretenida, con artistas del arte de la bailanta, que es además una ciencia. También están ahí los votos que necesita.
Tarifas y cartelización de precios, en la mira
Si uno consultaba a los ministros durante el fin de semana, descartan que esa tarea de conciliación alcance alguna formalidad. Más bien será la continuación del diálogo que tiene sobre la gestión con los gobernadores. Es decir, dentro del whatsapp todo, fuera del whatsapp nada. Si consultabas a los de la vereda del radicalismo, entienden que el cuestionamiento al Gobierno merece respuestas más contundentes en dos terrenos concretos: tarifas y precios. En cuanto a los servicios, los anuncios de aplanamiento de las boletas del gas creen que son insuficientes para contener a un público que recibe semana a semana avisos de aumentos de servicios públicos y combustible. Sobre los precios, admiten que controlarlos no es lo más prolijo, a partir de las experiencias del Gobierno anterior, pero que el Gobierno demora la aplicación de la ley de Competencia.
Los promotores de esta norma en el oficialismo fueron Carrió y Negri, y ya han mandado el mensaje a Olivos de que el Gobierno debería hacer alguna denuncia, dentro de las previsiones de esa ley. Fue reglamentada hace un año y sus autores creen que es la mejor arma para desarmar posiciones dominantes, que creen ver hoy en una cartelización de precios en supermercados y en insumos para la industria. Carrió completa esa mirada con el proyecto de ley de góndolas, que aspira a mejorar la posición de los productos ante el público, y se le sumará hoy otra iniciativa desde el ángulo de la economía popular, que preparó la CTEP de Juan Grabois.
Grabois: no negocio mientras esté de campaña
¿Servirán estos pergeños para superar las inquinas de campaña? Cada vez que Carrió, Negri y Grabois han concertado esfuerzos, ha salido algo mejor. El último producto fue la ley de expropiación de tierras en los 4.500 barrios populares, para entregárselas a sus ocupantes. Fue un proyecto francisquista que promovió Grabois junto a personeros del oficialismo, como Mario Quintana, Carolina Stanley y Fabián Rodríguez Simón, y que firmó el tridente de los jefes de los bloques de Cambiemos: Carrió, Negri y Nicolás Massot. Como tenía las bendiciones de toda esa congregación de voluntades, sumada la del Papa Francisco, salió como por un tubo, con una apabullante mayoría de votos en las dos cámaras. En Diputados, por unanimidad. En el Senado, por 56-4.
Repetir esa performance puede ayudarlo al Gobierno, que empezó el año sudando la calle. Los entendimientos francisquistas habían permitido hasta que la protesta transcurriese sin incidentes, por la gravitación, de las organizaciones cayetanas -CTEP, Barrio de Pie, Corriente Clasista y Combativa-. Esa paz respondía a un estatuto de convivencia, que se ha roto desde fin de año. Grabois anunció que dejaba de ser el negociador por parte de las organizaciones, porque pasaba a hacer campaña. “No puedo negociar por las organizaciones a la vez que hago campaña. No es leal”, le dijo en noviembre al Gobierno.
Teléfonos cortados y todo repodrido
Desde esa fecha las organizaciones denuncian que el Gobierno incumple lo acordado por la ley de economía popular de 2016, al reclamarles a quienes reciben planes certificados de escolaridad o de salud. Para las organizaciones son trámites incumplibles en la práctica, y que persiguen dar de baja los planes. El Gobierno responde que no es cierto, que esos certificados intentan formalizar los planes y eliminar los fraudes. El responsable de esa oficina es Matías Kelly, que reemplazó a Stanley en la mesa. El negociador que puso Grabois es Agustín Burgos, que hizo leyenda con la organización de los trapitos en Luján. Se quejan en la CTEP que nunca los han llamado, y sueñan con el regreso de Grabois y Stanley a esa mesa de acuerdos.
Stanley me dice que nunca salió de esa mesa; Grabois dice que él no negocia porque su sello es hoy Patria Grande y está de campaña por el cristinismo. Dice que el Gobierno cambió de filosofía porque le rinde más, en votos, aparecer con mano dura con las organizaciones. Stanley y Kelly niegan cualquier cambio. El resultado de esa brecha es que las organizaciones ya juntado 200 mil en las calles hace una semana, y los cortes ya no son tan pacíficos. En palabras de Grabois, “está todo repodrido”. Es esperable que las partes cambien la racionalidad electoral que motiva esa quiebra, en el terreno más sólido que construyó la política en los últimos años, y vuelva la racionalidad.
Racionalidades: la reforma que no osa decir su nombre
Que hay espacio para la racionalidad lo prueba la confianza con la cual el Gobierno mandó el viernes al Senado el proyecto de blanqueo laboral. Es el mismo que había preparado hace dos años, y que tenía la venia de la CGT, porque lo acompañaba la creación del ente nacional de salud, que integrará con el Gobierno para controlar el flujo de fondos de las obras sociales. Este organismo busca reducir los gastos médicos poco frecuentes o de alto costo, y también nació en el Gobierno, pero lo completó Federico Pinedo. Es la zanahoria para que los gremios se pongan mansos con el blanqueo. Hoy la condición que ponen es que no se hable de “reforma laboral” cuando se habla de esta reforma laboral. El bloque federal del Senado había dado el apoyo, pero lo condicionó a lo que querían los gremios. Estos se pintaron la cara para las elecciones de 2017, y le sacaron el banquito a Pichetto y a Jorge Triaca.
Ahora lo envía, con mejoras, Dante Sica, que se lo hizo firmar al aliado en Cambiemos, el senador por San Juan, Roberto Basualdo, que es un empresario que juega como representante de mundo de los negocios en un Congreso donde no abundan esos gestos. Sica empuja el proyecto después de reunirse el jueves pasado con los cinco gobernadores del oficialismo en el despacho de Nicolás Dujovne, y pone a prueba sus relaciones con el mundo sindical. “Haber logrado un diálogo fluido sobre las trabas para la creación de empleo formal, en un periodo tan complicado en términos políticos, me parece un logro importante”, dijo en esa mesa, cuando anunció el envío. Cree que saldrá rápido porque el negocio del sindicalismo es tener más empleados formalizados, en un país en donde el 35% del empleo está en negro, y en donde el 50% de los empleos los crean emprendimientos nuevos con menos de 20 empleados, que no tienen un régimen laboral pensado para ellos, que incentive el reclutamiento de nuevos trabajadores.
El proyecto baja multas, elimina requisitos para el blanqueo, pone una ventana hacia atrás de 5 años de olvido de las sanciones, y reduce la litigiosidad. Según el cálculo del Gobierno, en 2018 los estudios de abogados se llevaron unos US$ 600 millones en honorarios y costas por juicios laborales. Una audacia esto de mandar un tema laboral en plena campaña. Señal para los mercados y otra victimización electoral si la oposición entierra de nuevo el proyecto.
Pichetto, por la revancha en dos provincias
El jefe del bloque de Alternativa Federal tiene una nueva oportunidad sobre la tierra con el triunfo Arabela Carreras por sobre Martín Soria por la gobernación de Río Negro. Perdedor claro, el Instituto Patria, y el final de una trama triste que comenzó el 1° de enero de 2012, cuando Carlos Soria fue asesinado. El resultado prueba que el hijo no es el padre en cuanto a envergadura política. Río Negro es un distrito complejo, en realidad tres provincias: el Alto Valle, la costa de Viedma y la montaña de Bariloche. Es otro triunfo por carambola del Gobierno nacional, que ya jugó a reglamento con Cambiemos en Neuquén, como ahora lo hizo en Río Negro, con tal de frenar una victoria del cristinismo. La consigna era favorecer a Carreras después de que la Corte le quitó a Alberto Weretilneck la chance de otra reelección, confiando en que la ex ministra de Turismo podría recibir los votos que tenía el actual gobernador.
Esta reticencia del Gobierno nacional en apoyar a candidatos de Cambiemos, habilitará el cruce de facturas internas, pero es la razón de Estado, perder ganando. Es un golpe no sólo a la construcción nacional de Cristina candidata. También cierra el proyecto de ganar espacio en la Patagonia. Soria, como antes Ramón Rioseco, eligieron un formato del cual huye el votante de esas provincias: un peronismo concentrado, que se alía a una izquierda con pasado gorila, y que le impidió abrirse a otras formaciones peronistas.
Si Pichetto no competía por la gobernación, como en elecciones anteriores, ¿por qué no cerró un acuerdo con él? Era ceder en la hegemonía de la conducción. Esa entente, además, pone en cuestionamiento valores locales, como los proyectos de desarrollo de los recursos naturales. Río Negro es una provincia petrolera, con un sindicato fuerte y con una sede legendaria como el Invap, de Bariloche, identificado con el desarrollo nuclear. La candidata a vicegobernadora de Soria, Magdalena Odarda, tiene una trayectoria como activista del ambientalismo anti-nuclear, y contra las industrias extractivas. La oficialista Carreras es de Bariloche y viene de ejercer la cartera de turismo, actividad con las que se identifica su ciudad, tanto como con el Invap. Ahora todos lo miran a Oscar Parrilli, responsable electoral de estas dos derrotas cristinistas.
El ocaso de los agoreros del desdoblamiento
El resultado serviría, además, para revisar algunas de las profecías sobre el efecto del desdoblamiento de las elecciones en las provincias en Cambiemos y el peronismo. La presunción de esos agoreros de cabotaje era que una cascada de derrotas del oficialismo nacional instalaría un aura perdedora en el público que, con mansedumbre, se volcaría hacia la oferta opositora. En lo que se viene viendo en las dos elecciones -Neuquén, Río Negro- el peronismo pierde y gana el elegido de Olivos. ¿Que no gana Cambiemos?Hubiera sido un milagro que en algunas de esas dos provincias los socios de la coalición hubieran renacido de las cenizas. Esas presunciones desacertadas surgen de una visión mercantil de la política, que afirma que el voto se deja llevar por sensaciones y climas.
Lo que hay que analizar en el voto es, por el contrario, la altísima racionalidad que tiene. Es la misma que el ciudadano aplica a las apuestas o a las inversiones. Vota como cree que le va a ir; en contextos de incertidumbre, se pliega a los oficialismos. En estas dos provincias han ganado quienes gobernaban, y el público, parado en las arenas movedizas de la economía, se aferró al palo mayor del oficialismo. A esa racionalidad se ata también Olivos. Esa misma que en 2011 explica el triunfo en todo el país de los oficialismos, en un mundo golpeado por una crisis financiera terminal de 2008. Ese año reeligieron Cristina (con el 54% de los sufragios) pero también Macri en la Ciudad y así todos los gobernadores. Hasta en Chubut, adonde Mario Das Neves no tenía reelección, ganó su pollo Martín Buzzi. Esa racionalidad pesó más en aquel año, que la fantasía de que Cristina ganaba porque había enviudado.
Lo que le robaron a Massa
Resignado, el Papa Francisco explicó la vanidad de los intentos de encubrir la realidad: “Cuando viene el destape, es imposible”. Se lo dijo al periodista español Jordi Évole en el reportaje que dio hace unos días, al referirse al encubrimiento de la Iglesia de los abusos de la pederastia. La dificultad de evitar los destapes justifica la ansiedad que ganó a los cuarteles de Sergio Massa cuando un descuidista informático le robó algunas computadoras con memorias confidenciales. El hecho es un oprobio por donde se lo note, más cuando Massa sufrió un atentado similar con el anterior gobierno, y el culpable terminó en la cárcel porque además pertenecía a un organismo de seguridad. Esta vez, ya en tiempo de destapes plenos, la ansiedad era por el temor a que se conociera el contenido de las memorias robadas. Costó averiguarlo. Esas computadoras contenían videos con “memes” de campaña, elaborados por equipos de publicidad para usar en la campaña electoral. Seguramente esos “memes” iban a circular de manera anónima y viral, como una herramienta de proselitismo más valiosa que diez mil palabras.
EP/NMD