Máximo Kirchner lo adelantó, a su modo, la misma noche en la que el Frente de Todos debió procesar una derrota que estaban convencidos que sería una victoria. El domingo 12 de septiembre, tras comprobar que todos los precandidatos opositores de Juntos por el Cambio habían sacado más votos que la suma de las listas del oficialismo en las elecciones primarias, hubo una reunión casi secreta entre varios de los jefes de la coalición de gobierno.
Fue en el centro cultural, ubicado en el barrio porteño de Chacarita, el lugar que habían usado de búnker esperando otros resultados. Kirchner; el presidente de la Cámara de Diputados, Sergio Massa; los ministros Juan Zabaleta (Desarrollo Social), Wado De Pedro (Interior) y Gabriel Katopodis (Obras Públicas), y el gobernador de Buenos Aires, Axel Kicillof. Se quedaron a solas hasta entrada la madrugada del lunes. Analizaron cuáles podrían haber sido las causas del voto esquivo de la mayor parte del electorado. Según fuentes que supieron de qué se habló en esa catarsis de muchas voces, Kirchner fue el más pragmático.
No aludió ni a la crisis interna de esa alianza débil entre socios enfrentados; tampoco creyó que fuera motivo de rechazo los escándalos propios como el Olivosgate, o los vacunados VIP. Su conclusión fue simple y directa: “Faltó plata en la calle. Tendríamos que haber puesto más guita. Guzmán estaba en contra pero con más plata para la gente no perdíamos así”.
Al otro día empezó el asedio de los K contra el presidente Alberto Fernández y su Gabinete. Lo lideró su madre, la vice Cristina Fernández. Cuando esas disputas pasaron -no es que las diferentes facciones que cruzaron su poder para imponerse sobre los otros las hayan olvidado-, el Gabinete cambió. A la fuerza.
Asumido como jefe coordinador de los ministros el gobernador de Tucumán en uso de licencia, Juan Manzur, y los Kirchner lograron que el ministerio de Economía hiciese lo que antes se había negado a hacer, o al menos había intentado minimizar. La campaña proselitista hasta hoy tendría casi disponibilidad total de fondos para intentar seducir a los votantes esquivos con el llamado “Plan Platita”.
Este domingo a la noche se sabrá la efectividad que tuvieron la serie de medidas concatenadas con las que el oficialismo buscó repartir multimillonarios fondos públicos hacia los bolsillos de una ciudadanía dilacerada por la crisis económica, la inflación y el desconcierto sobre el rumbo económico del Gobierno.
Más allá del resultado de los comicios de hoy, cruciales para sostener la unidad y la fuerza política del Frente de Todos, los Kirchner insistirán en avanzar sobre Guzmán. En principio,de acuerdo a las fuentes del oficialismo, si se repitiera o agrandara la derrota K, tanto la agrupación que lidera Máximo Kirchner, La Cámpora, como la propia vicepresidenta, se replegarían entre sí radicalizando su discurso contra un acuerdo con el FMI, y uniendo poderío parlamentario y consenso para modificar todo lo que se pueda el proyecto de Ley de Presupuesto para el 2022 que presentó al Congreso el ministro de Economía y que no será tratado por los legisladores hasta el 19 de noviembre.
Ese sería el escenario de los K más enojados con la gestión de Alberto Fernández. En lugar de provocar operaciones de shock como en la primera semana tras la derrota electoral de septiembre, ahora no impactarían sobre la Casa Rosada de modo brutal pero sí casi diferenciándose de modo explicito y de nuevo entorpeciendo el camino del jefe del Palacio de Hacienda. No lo quieren a Guzmán, no lo querrán jamás. “Es mi enemigo”, “Es un delegado del FMI”, son casi textuales de las opiniones, quizás las más suaves, que ha dejado trascender la vice tiene respecto al ministro de que debe resolver una macro y microeconomía descontrolada.
El “faltó plata en la calle” del Máximo Kirchner abatido tras las primeras horas de conocido el fracaso en los comicios que solo debían resolver las internas partidarias, fue primero deseo y luego órdenes y hechos.
Fue el segundo en la lista de candidatos K en la provincia de Buenos Aires, Daniel Gollan, el que sinceró la idea de que con más plata en los bolsillos los votantes podrían cambiar su opinión respecto al oficialismo.
En declaraciones a la prensa cometió el sincericidio de afirmar que “con un poco más de platita en el bolsillo, la foto de Olivos no hubiese molestado tanto”. Las críticas a esa realidad que realmente era un programa pensado por los Kirchner casi anularon la voz de su autor en esos primeros días de proselitismo después de las internas y ya con las generales como única opción para dar vuelta un resultado inesperado y muy adverso en a nivel nacional y, sobre todo, en la provincia de Buenos Aires, el supuesto eje de votos asegurados para el peronismo unido que sí sería vencido, al menos el 12 de septiembre.
Gollan debió llamarse a silencio para que el “Plan Platita” no se transforme en motivo de discusión en la campaña. Tarde. Curiosidades del vértigo del proselitismo en la Argentina. El “Plan Platita” desató un clientelismo político pornográfico que incluyó el regalo de heladeras y plata en efectivo.
En un principio, tras generar escándalo por su sinceridad feroz, Gollan intentó convencer a la opinión pública de que había sido tergiversado cuando habló del “Plan Platita”. Pero a principios de este mes ya no buscó más el engaño retórico y terminó por sincerarse del todo: “Si fuera Juntos por el Cambio el que le pone plata a la gente para ganar una elección, habríamos estado de acuerdo”.
Muchos antes del cierre de listas de candidatos, y durante la misma campaña para las primarias los Kirchner habían intentado persuadir al titular del Ministerio de Economía de la necesidad de contar con más fondos públicos, multimillonarios fondos, que debían, según ellos, ser destinados a ayuda para la infinidad de personas que sufrieron las consecuencias de una larga cuarentena, con aislamiento obligado de meses para la ciudadanía. Y que por razones obvias provocó desempleo, cierre de empresas, partida de multinacionales de la Argentina, y un crecimiento de la pobreza que alcanzó a oscurecer el futuro de casi la mitad de la población.
Guzmán se negaba a transferir fondos a organismos estatales que se encargarían del “Plan Platita” (aun no se había identificado así): intentaba generar certidumbre para cerrar un acuerdo con el FMI mostrando algún tipo de cuidado del manejo de las finanzas nacionales.
El ministro cedió tras reunirse con los dos Kirchner, Cristina y Máximo, en una oficina del Congreso.
La campaña empezaría con más financiamiento transformado en medidas estatales.
La derrota K en las primarias detonó los cuidados acordados en aquellos tiempos de cierta paz entre la vicepresidenta, el Presidente, y su ministro.
Los Kirchner usaron siempre al mismo vocero para presionar primero a Guzmán y al resto del equipo económico, en las semanas anteriores a las internas, con el objetivo de persuadirlo de reabrir y ampliar la ayuda económica necesaria para calmar a votantes que las encuestas indicaban estaban, en su buena parte, indignados.
Fue uno de los jefes de La Cámpora, Andrés “El Cuervo” Larroque el que expresó lo que sus jefes pensaban: “Toda persona que acredite necesidad requiere presencia del Estado. Tenemos que establecer un piso de dignidad y terminar, por lo menos, con la indigencia”, adelantó ya en mayo pasado quién ocupa la titularidad del ministerio de Desarrollo Social de Buenos Aires, y detallaba lo que pedía: “Es indispensable que vuelva el IFE (Ingreso Familiar por Emergencia)”.
No volvió el IFE. Guzmán cedió en parte a los pedidos de mayor transferencia de fondos con destino más proselitista que social tal como insistían los Kirchner.
Y ahora, tras conocerse que el resultado de las primarias fue muy adverso al “proyecto”, tras finalmente ponerse en marcha el “Plan Platita”, es también Larroque el que adelanta cuál será la posición que tomarán Cristina y Máximo Kirchner si las elecciones generales repiten malos resultados para el aun unido Frente de Todos.
Hace falta más “kirchnerismo”, según él, es lo que piden los votantes que no eligieron a candidatos K: “Aquellos que no nos acompañaron en las PASO, ese importante número en la provincia de Buenos Aires de 2,5 millones de votos menos respecto a 2019, no nos piden un cambio de rumbo, sino que están planteando que profundicemos, que avancemos con mayor celeridad”, declaró y defendió la idea de su jefe, Máximo, de repartir más ayuda económica para los votantes que no sufragaron o que votaron a candidatos de la oposición: “Entre las PASO y las generales, todas las señales fueron positivas. Me parece que lo que está pidiendo la población es medidas que sean más contundentes y que perforen el cerco mediático”.
¿Qué pasará con la coalición oficialista si es de nuevo derrotada en las urnas?
Como se dijo, la vice y su hijo Máximo impulsarían un repliegue hacia un discurso y acciones que les garanticen mantener a sus votantes fieles.
Para los kirchneristas, kirchnerismo: cero apoyo para la negociación con el FMI y un presupuesto más “nacional y popular” que el que presentó Guzmán.
Aunque todo puede pasar teniendo en que cuenta que la vice Cristina Kirchner suele planificar en silencio acciones que sorprenden generando estrépito en la política y la sociedad.
Hoy se define todo.
Lo que no significa que hoy se conozca todo lo que pasará después.