La aparición de la variante ómicron de coronavirus y una nueva declaración de la Organización Mundial de la Salud (OMS), con la advertencia que la inmunidad que ofrecen las vacunas va disminuyendo con el correr de los meses alimentan la discusión sobre la obligatoriedad de la inoculación para frenar la pandemia en todo el mundo. Aunque en la Argentina los niveles de adhesión son altos, a diferencia de lo que ocurre en otros países, más comprometidos, el debate ya está abierto.
El mes pasado la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires (UBA) recomendó que las vacunas contra el Covid-19 se apliquen de manera obligatoria en toda la población adulta del país, consejo que también adoptó, más tarde, la Facultad de Ciencias Exactas de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP). El Gobierno descarta, por el momento, exigir la vacuna aunque impulsa medidas, como el pase sanitario, que comenzará a regir en algunas jurisdicciones, como la provincia de Buenos Aires, para asegurar la inmunización de la población. La medida, ¿actúa como una obligatoriedad indirecta o podría ser el primer paso para imponer la vacuna a todos los argentinos?
La Facultad de Medicina de la UBA, entre sus fundamentos, consideró que las vacunas probaron ser una herramienta central en el combate contra la crisis sanitaria y que una nueva ola de infecciones, con epicentro en Europa y Estados Unidos, ha mostrado con claridad que “la pandemia continúa y plantea un desafío central a la salud de los pueblos en todo el mundo como una amenaza que puede provocar millones de nuevas muertes”.
“Se planteó la posición de incorporar a todos los adultos al calendario obligatorio. Más allá de las resoluciones de emergencia hay más del 50% de población mundial (4300 millones de personas) ya vacunadas lo que demuestra que las vacunas son muy seguras y efectivas. Lo mismo están pensando en todo el mundo, en Alemania y el resto de Europa. En otros países hay vacunación obligatoria para personal de salud y otros riesgos”, argumenta el doctor en Bioquímica, Jorge Geffner, titular de la cátedra de Inmunología de la UBA y que participó de la elaboración del documento.
En la Argentina, el 68,4% de la población (31.021.333 de personas) ya tienen el esquema completo con dos dosis y el 82,01% (37.264.342 personas) cuentan con al menos una aplicación. “Tenemos una gran ventaja: no hay un movimiento antivacunas importante comparado con Estados Unidos, que hay un 30% de población adulta sin ninguna dosis, o lo que ocurre en Europa. En el país hay segmentos de la población muy pobre que tiene otras prioridades y la vacunación pasa a un segundo plano”, sostiene el especialista.
La ministra de Salud de la Nación, Carla Vizzotti, dijo días atrás que el Gobierno está definiendo los detalles para implementar el pase sanitario, una certificación que la persona mayor de 13 años recibió las dosis de vacunas necesarias para completar el esquema. El pase es un recurso que habilita para asistir a eventos masivos, lugares cerrados y espacios de mayor participación. En algunos países de Europa, como Reino Unido y Alemania, ya están vigentes las medidas restrictivas y distintos modelos de pasaportes de vacunas para concurrir a partidos de fútbol y otras actividades.
Consultados por LA NACIÓN, fuentes del Ministerio de Salud admitieron que no se tiene en cuenta pedir la vacunación obligatoria porque la adhesión sigue siendo alta. En la Ciudad también descartaron la posibilidad. “En consenso con los ministros de todas las jurisdicciones estamos llevando a cabo estrategias que impulsen a la gente a completar sus esquemas de vacunación. Entre todos acordamos que diciembre es el mes para completar esquemas y notamos que en los últimos días aumentaron las dosis aplicadas. El pase sanitario, cuyos detalles se están definiendo, se inscribe en el marco de estas estrategias para aumentar la cobertura de vacunación”, explicaron desde la cartera nacional.
Medidas de hostilidad
Para Luis Camera, secretario de la Sociedad Argentina de Medicina, no están dadas las condiciones para imponer la obligatoriedad de la vacuna aunque, en coincidencia con Geffner, no hay un movimiento antivacuna que lo demande. “En este contexto político, con una sociedad dividida, puede tener un efecto contraproducente. Soy un defensor de que todos deberíamos vacunarnos, de los 3 años en adelante, porque con delta no vamos a poder contener hasta tener el 80% con dos dosis y el refuerzo, pero hay tanto ruido político que podría generar un resultado negativo”, opina.
“Hay países de Europa que están rumbo a la obligatoriedad, aunque todavía nadie lo implementó”, dijo Camera. En esa línea está Alemania. El canciller Olaf Scholz, sucesor de Angela Merkel, presentará ante el Parlamento un proyecto de ley para solicitar la vacunación obligatoria para que entre en vigor en febrero o marzo próximos. Pero hay países que toman medidas más drásticas, como Estados Unidos.
“Los países se están moviendo hacia alguna forma de obligatoriedad, de hostilidad a quien no se vacuna. En Estados Unidos hay empresas que están echando a gente que no presentan su certificado de vacunación. Hay ciudades, como Nueva York, que impuso la obligatoriedad de vacunación en las empresas”, contó el biólogo molecular e inmunólogo, Ernesto Resnik, radicado en ese país.
“La hostilidad es más fácil que la obligatoriedad, creo que esa será la modalidad. La excusa de que las vacunas no fueron formalmente aprobadas es un dato al margen: no hay medicamento más probado en la historia de la medicina que esta vacuna. No veo posible que la policía exija un pasaporte en la calle, pero sí las restricciones en los espacios públicos o en las empresas”, compartió Resnik. En Nevada, por citar un ejemplo, los trabajadores estatales no vacunados tendrán que pagar un recargo en el seguro médico como parte de las medidas tomadas en ese estado.
La advertencia que lanzó la OMS sobre la duración de la inmunidad generada por las vacunas, que disminuye a partir del sexto mes de haber recibido la segunda dosis, abre nuevos interrogantes sumados a la aparición, pocos días antes, de ómicron. Hasta el momento se sabe que es muy contagiosa, pero no más grave que otras variantes, aunque evade en forma parcial la acción protectora de las vacunas.
Por esta y otras razones, el infectólogo Martín Stryjewski, jefe de internación del CEMIC, sostuvo que “la única salvación para frenar la pandemia” es la vacunación masiva. “Si es necesario, habrá que proponer la obligatoriedad. El mundo irá hacia ahí de alguna forma y ya se están viendo medidas restrictivas en el mundo. La Argentina no tiene un movimiento antivacuna fuerte y la vacunación obligatoria está para ser discutida”, afirmó.