Campeón nacional de robótica escolar a los 15 años. Ganador mundial de esa especialidad en Israel, a los 18. Empresario a los 20. Así son los tiempos de la tecnología, por los que fluye la vida de Mateo Salvatto, desde que se le ocurrió meter la nariz en el club de robótica de su escuela. Cuando todavía era alumno de la porteña escuela técnica ORT, de Almagro, se propuso crear una aplicación para ayudar a las personas sordas con dificultad de comunicarse. Hoy su invención tiene más de 70.000 usuarios de 53 países. La aplicación es gratuita y se extendió a varias discapacidades. Mateo sigue trabajando para mejorarla. Obtiene los recursos de una compañía tecnológica que fundó y de la que es director, con nueve expertos a cargo. Y no se conforma con eso: recorre el país y el mundo alentando a otros jóvenes a usar la tecnología como herramienta de superación.
[su_note note_color=”#0A8C06″ text_color=”#ffffff” radius=”10″ class=””]El rol de chico inteligente, talentoso y socialmente privilegiado no es de donde parte la historia de Mateo. Sino de un lugar más cercano, un punto medio, que lo acerca al común de los adolescentes argentinos. Hijo de padres profesionales (un contador y una docente), vecino del barrio de Caballito, donde sigue viviendo con sus padres, y egresado de una escuela técnica de prestigio y con 9.000 alumnos, Mateo confiesa que no fue el mejor de su clase y que se llevó a rendir materias como cualquier chico. “Pero donde aparecía un proyecto nuevo ahí estaba yo”, reconoce.[/su_note]
Con ese afán de contar su experiencia, visitó Tucumán para hablar ante más de 3.000 alumnos secundarios de escuelas estatales y privadas de capital e interior. Vino invitado por el instituto técnico General Belgrano de Banda del Río Salí y por el colegio Sagrado Corazón de los padres lourdistas. Norma Macció, rectora del establecimiento bandeño, lo conoció en una capacitación en Buenos Aires, y pensó: “yo quiero que él les hable a mis alumnos. Que les cuente su vivencia porque él partió de una escuela como la nuestra”.
Pantalón negro, remera, saco azul y zapatillas blancas, Mateo baja del avión listo para dictar las charlas. Termina sus conferencias que complementó con videos y vuelve a Buenos Aires en compañía de su representante.
– Contame cómo fue ese cambio a los 15 años.
– (Sonríe con sus ojos celestes, de niño) A los 15 años me metí a participar en el Club de Robótica de mi escuela. En 2015 salí campeón nacional con un robot que construimos con un amigo. Al año siguiente me eligieron junto con otro compañero para representar a Argentina en un mundial de robótica. Llevábamos a Israel el robot que habíamos construido y ganamos. [su_highlight background=”#FAFA05″ color=”#000000″ class=””] Era la primera vez que Argentina obtenía un premio mundial. Entonces me metí en serio con la tecnología y me di cuenta de que lo que nos daba la escuela nos permitía hacer cosas importantes.[/su_highlight]
– ¿Y a partir de ahí?
– A partir de ahí me puse a pensar qué podía aportar. Yo me crié entre personas sordas porque mi mamá es profesora de sordos e intérprete de señas. Mi hermano (de 25 años) y yo nos criamos viendo esa discapacidad. Cosas que para nosotros eran cotidianas, como ir a la farmacia, al médico o a la comisaría, se hacía muy difícil para ellos. A mí me molestaba que tengamos tecnología para llevar gente a Marte, digamos, y no para que un sordo pueda hacer un trámite. Me puse a desarrollar una aplicación para ayudar a mis amigos y así nació la primera versión de Háblalo, en enero de 2017, justo cuando yo cumplía 18 años.
– ¿Cómo funciona Háblalo?
– Se baja y es gratis. No necesita conexión a internet. Subtitula todo lo que escucha, en 59 idiomas, automáticamente. Te permite escribir o a través de imágenes te posibilita transmitir lo que necesitas decir en voz alta. Tiene frases de emergencia y de acceso rápido, pocos botones y un formato grande para las personas con movilidad reducida o con baja visión. Háblalo es la primera aplicación que aparece en la tienda, tiene una hache blanca sobre un fondo azul. Está bueno tenerla aunque no tengamos una discapacidad porque sirve para ayudar a otras personas que sí la tengan.
– ¿En qué medida la escuela técnica te ayudó?
– Yo no podría haber hecho lo que hice si no hubiera ido a la escuela técnica. Creo que hoy la mejor herramienta tecnológica que existe es la robótica. Yo trabajo para el gobierno de la provincia de Buenos Aires y siempre presioné para que todos los chicos tengan acceso a la tecnología si queremos construir el país que soñamos.
[su_note note_color=”#0A8C06″ text_color=”#ffffff” radius=”10″ class=””]La robótica es interesante porque no se estudia con el típico formato de pizarrón – carpeta – prueba, sino que es todo un sistema de diversión para el alumno. Al alumno le encanta, estudia sin que nadie lo obligue, mientras gana premios y compite con amigos. Es un juego. Eso hace que los chicos estudien física, matemática, electrónica y aprendan a manejar herramientas. Es increíble la reacción de cualquier chico cuando pone play y ve su primer robot moviéndose.[/su_note]
– ¿La robótica es inclusiva?
– Cada vez se abaratan más los kits de robótica y hay que trabajar para hacerlos masivos. La conexión a internet ahora es más común en las escuelas del país, y cada vez más chicos tienen acceso a una compu. Si bien todavía muchos tienen necesidades básicas eso no significa que no tengamos que empezar a implementar las soluciones tecnológicas. La robótica es la herramienta más igualadora. La aplicación que yo creé la pude hacer desde mi casa, pero también la podría haber hecho en Ushuaia o en Jujuy. Sólo se necesita internet.
– ¿Cuál es tu próxima meta?
– Hoy estoy muy concentrado en mejorar esta aplicación para trabajar con empresas y gobiernos para hacer más accesibles sus oficinas. Además si bien Háblalo era originalmente para sordos, ahora la usan personas con parálisis cerebral, afasias, traqueotomía o cualquier discapacidad que afecte la comunicación.
– ¿Qué falta inventar?
– (Ríe) Un montón de cosas, y si supiera ya las habría inventado yo. Hoy queremos hacer crecer esta aplicación y [su_highlight background=”#FAFA05″ color=”#000000″ class=””] seguir desarrollando más tecnología para el 1,2 millón de personas con discapacidad que están esperando más aplicaciones para facilitar su vida. [/su_highlight] No hay muchos trabajando para ellos. Pero además faltan aplicaciones para el cuidado del medioambiente, para mejorar el transporte que es uno de los mayores desastres de la humanidad. Por eso nosotros seguimos dando estas conferencias para fomentar que los chicos hagan estas cosas que faltan.
– ¿Cuál fue la idea más loca que te plantearon?
– (Ríe) ¿Lo más loco? Una vez un chico me dijo que él quería hacer una aplicación para alquilar sus cosas. No las quiero vender, quiero que me den la plata y que después me las devuelvan, me dijo. Me pareció brillante.