La primera reunión del año entre los obispos del noroeste argentino, llevada a cabo en Catamarca desde el 7 al 10 de febrero, abordó temas muy sensibles para la Iglesia como el Sínodo de la Sinodalidad, las reformas del Concilio Vaticano II y su cumplimiento, la falta de trabajo y la pobreza, entre otros. Pero sin dudas que las últimas reflexiones del obispo de Concepción, monseñor José Díaz, lograron un alto impacto.
Esto se debe al hecho de que expresó en una conferencia de prensa que “el alcoholismo y la droga están quemando la cabeza de nuestros jóvenes y también adultos”. En diálogo con la prensa amplió sus conceptos al señalar que “nosotros vemos las consecuencias nefastas que tiene la droga y en los jóvenes especialmente. La aparición de la droga adulterada, pareciera que porque está adulterada recién empieza a ser un problema, cuando en realidad sabemos que la droga por si sola genera fuertes trastornos”.
Para tratar de entender qué es lo que está sucediendo por el alto consumo de estupefacientes, monseñor Díaz indicó que “hay todo un trasfondo de vida porque estos chicos por falta de contención en el momento oportuno, tuvieron que acudir quizás por amistades que lo llevaron por ese camino”. “Pero también es cierto que la droga anda como dueña de casa, en una sociedad que observa y que a veces mira para otro lado”, afirmó.
Para monseñor Díaz la incidencia del consumo de las drogas se la puede ver en la pobreza y en los diferentes hechos de violencia que a diario gana los espacios de noticias. “Las personas que normalmente lo consumen están sumidas en la pobreza y terminan acudiendo al delito para poder conseguir la droga”, dijo. Para enfrentar este flagelo, afirmó que “necesitamos trabajar en conjunto, no solo para denunciar, sino también para contrarrestar el avance de la droga en el consumo de la sociedad”.
“Yo creo que con toda la sociedad, en donde se incluyen también los ámbitos de Gobierno, es que nos tenemos que sentar con seriedad y no discutir, porque no hay mucho para discutir. Creo que el avance del narcotráfico tiene ciertos permisos a nivel socio-político, cultural, y hay ciertas habilitaciones, miradas para el otro lado y hasta indiferencia”, expresó Díaz.
“Creo que se puede hacer mucho en la medida que la familia, la sociedad, el Estado, la Iglesia y todas las organizaciones nos pongamos a combatirlo”, agregó. Ante la consulta si la pandemia de Covid-19 tuvo algo que ver en el aumento del consumo de alcohol y de drogas, monseñor respondió que “la pandemia desnudó situaciones que estaban latentes y las recrudeció”.