Poco antes de las 18, el Himno Nacional Argentino sonó fuerte en la Plaza de Mayo. Decenas de banderas ucranianas y argentinas se mecían al compás. Los centenares de personas presentes –hombres, mujeres y niños– iniciaron luego una lenta marcha sobre la Diagonal Norte en dirección al Obelisco. “¡Cierren el cielo de Ucrania!”, gritaba una voz en off, casi como una súplica a la OTAN.
Bárbara, parada a un lado de una de esas tres cuadras repletas de gente que marchaba contra la invasión rusa a Ucrania, blandía una pequeña bandera azul y amarilla. “Mi hermanastra estaba en Zaporiyia. Tuvo que pasar 24 horas en la frontera para poder llegar a Polonia”, contó a LA NACION. La joven pretendía aguantar lo que pudiera ante el embate de las fuerzas de Vladimir Putin, pero el bombardeo a la central nuclear de esa ciudad la hizo cambiar de decisión.
La manifestación era acompañada de carteles con pedidos de “paz”, aplausos cerrados e imágenes de Putin identificado como “asesino”. Ubicados en primera fila, participaron de la marcha Horacio Rodríguez Larreta y Patricia Bullrich, dirigentes de Juntos por el Cambio, al igual que Luis Brandoni.
“Apenas estamos saliendo de la pandemia que afectó al mundo y ahora ¿esto?”, se lamentó Estela Rosas, una argentina sin conexión alguna con Ucrania. “Están matando al pueblo ucraniano”, reiteraban los manifestantes mientras ya alcanzaban el Obelisco.
Ana Rodríguez y Nancy Tevez llevaban colgadas de sus espaldas banderas argentinas. “Estamos acá para acompañar a Ucrania, porque Ucrania somos todos”, resaltó Rodríguez. Su amiga asentía, conmovida. “Es un horror lo que está pasando y la Argentina no puede ser neutral en esto”, destacaban las mujeres, al ser consultadas por el accionar de las autoridades del gobierno nacional.
La manifestación tuvo su epicentro final en la Plaza de la República. Los automovilistas que circulaban por la zona daban bocinazos en apoyo.
Ruslan Kovalenko miraba atento el acto. En compañía de su familia, el ucraniano –que hace 22 años vive en la Argentina– rogaba por paz para su pueblo. Cada mañana, desde hace 11 días, se comunica con parte de sus seres queridos que permanecen en Chernigiv, justo en la frontera de Ucrania con Rusia y Bielorrusia. “Es tan difícil lograr una negociación. Estamos hablando de una persona [por Putin] que tiene metas y objetivos similares a los de Hitler”, denunciaba el hombre, junto al Obelisco iluminado con los colores ucranianos.