Los nuevos “afters” se organizan dentro de círculos íntimos, donde hay personas vinculadas a sectores de medio y alto poder adquisitivo. Funcionan en propiedades privadas, sea una vivienda, una quinta o un salón. Los invitados son pocos, en general, y las fiestas rotan entre zonas de Yerba Buena, Tafí Viejo, la capital o El Cadillal, aunque alguna vez se salió de la zona centro de la provincia. Esta metodología surgió hace dos años en el ámbito local, copiando las fiestas electrónicas porteñas, pero hoy son centro de una polémica, tras el último operativo que desbarató una supuesta banda narco VIP.
El jueves, personal de la División Antidrogas Tucumán de la Policía Federal (PFA) desarticuló una organización que se habría dedicado a la venta de éxtasis, LSD, marihuana de alta calidad y aceite de cannabis. A partir de varios allanamientos en una vivienda y en dos departamentos céntricos, dos estudiantes universitarios fueron detenidos por estar acusados de formar parte del grupo. En tanto, una tercera persona, una relacionista pública de boliches y organizadora de fiestas privadas, seguirá vinculada a la causa. De acuerdo con funcionarios judiciales, habrían comercializado sustancias en eventos con música electrónica ilegales en la capital y en la “Ciudad Jardín”.
En el Ministerio de Seguridad y en el Instituto Provincial de Lucha contra el Alcoholismo (IPLA), confirmaron ayer la eclosión y el mecanismo de estas reuniones, que han mostrado rasgos diferentes a los “afters” durante los tiempos del tope de la Ley 4AM.
“Las fiestas electrónicas se están instalando nuevamente, después de desaparecer durante las últimas vacaciones. Tratamos de detectar y desactivar estos encuentros”, dijo ayer Fernanda Romano Norri, secretaria Ejecutiva a cargo del despacho de la Intervención del IPLA. “Participan personas que están muy conectadas. Transmiten la información para confirmar el lugar de forma privada”, remarcó.
En la entidad, que actúa como contralor para la habilitación y expendio comercial de alcohol en la provincia, remarcaron que los nuevos “afters” toman impulso después las 6, el tope horario autorizado. La mayoría funciona desde la mañana hasta el mediodía.
“Las fiestas electrónicas proliferaron hace dos años, aproximadamente, luego del caso (de las muertes en el complejo Costa Salguero, en diciembre de 2016) en Buenos Aires. Comenzamos a combatirlas: las zonas más buscadas eran El Cadillal, Yerba Buena y Tafí Viejo… zonas alejadas”, reseñó Jorge Almazán, supervisor del área de Fiscalización del IPLA.
“Los invitados salen de determinados boliches entre 5.30 y las 6, y luego extienden su diversión hasta el mediodía. En los sitios alejados, ningún vecino podría quejarse. Otra modalidad ha sido alquilar espacios del ferrocarril, de jurisdicción federal”, aclaró.
En cada recorrida, los inspectores del IPLA se toparon con las limitaciones normativas: no pueden proceder en una propiedad privada. “Además, en esos lugares la atracción no es, justamente, la venta de alcohol. Participar en una fiesta electrónica sale caro. En uno de los últimos eventos que fiscalizamos se presentaba un DJ de Alemania. El público de la música electrónica es el mismo, por eso se manejan a través de las redes sociales”, coincidieron Romano Norri y Almazán.
La banda desarticulada habría comercializado estupefacientes dentro de un mercado exclusivo. Según fuentes judiciales, una pastilla de éxtasis se podría adquirir por $ 400, pero si es de origen extranjero, su costo ascendería a $ 500. A la vez, cada dosis de LSD o “pepa” se conseguiría a partir de los $ 300.
Tenencia
El secretario de Lucha Contra el Narcotráfico, Carlos Driollet, remarcó que la tenencia de estupefacientes también es un delito, no sólo la distribución. Además, consideró que en las celebraciones con música electrónica no se consume tanto alcohol, sino agua. “La deshidratación está relacionada con las drogas sintéticas”, vinculó.
“Es difícil de investigar las comunicaciones entre los participantes porque se dan a través de las redes, pero sí llevamos adelante investigaciones a partir de las denuncias. La lucha contra el narcotráfico no sólo se centra en la cocaína y la marihuana, sino también en las drogas de diseño, precursores químicos y el control de la venta de medicamentos en farmacias. También es el lavado de activos”, finalizó.
La realización de los afters volvió a estar en la mesa de discusión, luego del operativo antidrogas. En la edición de ayer de LA GACETA, fuentes consultadas vinculadas a ese submundo, entre jóvenes y DJ, reconocieron la vinculación de estas celebraciones con el negocio de la noche.
AUTOR
Luis Duarte