El fantasma de la perpetua al parecer empieza a horadar el “pacto de silencio” y el grupo ya se habría dividido en dos bandos: 5 rugbiers aún leales a Thomsen y 3 para el sorpresivo grupo de los hermanos Pertossi. La noticia fue revelada por los medios televisivos, que señalaron que en las últimas horas hubo incluso una pelea entre Thomsen y otro rugbiers, pero del que nadie aportó el nombre.
Los periodistas contextualizaron el escenario, con clima y proyecciones. El reproche a Thomsen sería que así todos marchan al “matadero”, es decir a la prisión perpetua. “Andate a c… vos y tu abogado de m...”, habría bramado uno de los desertores de Thomsen, al dejar en claro su descontento por la estrategia que impulsa el aún abogado del grupo: Hugo Tomei.
Convencerlos de que nadie declare es considerado un suicidio colectivo, ya que algunos no habrían alcanzado a agredir a Fernando. Por estas horas, más de un rugbiers meditaría: ¿Vale aferrarse a un pacto de silencio y ser condenado a perpetua, cuando yo no ejecuté a Báez Sosa?
Como el juicio desnuda día a día pruebas descarnadas de una masacre al joven, más los medios potenciándolo las 24 horas, trascendió que el pacto ya fue y que Thomsen luce devaluado y derrotado.
Los mismos medios adelantaron que ya hubo llamados telefónicos a otros abogados, ya que el fin sería al menos salvarlos de la perpetua. Persistir en mantenerlos silenciados, en bloque, es considerada una jugada adversa, ya que la querella irá por la perpetua. Para Fernando Burlando, “hubo una planificación previa, cada rugbier desempeñó un rol clave” y ello desembocaría (penalmente) en una condena a prisión perpetua.
Desde ese escenario nada imprevisible, los tres rugbiers apartados de Thomsen evalúan declarar: se harían cargo del suceso, pero a medias. Afirmarían que buscaron hacerle daño a Fernando, más no asesinarlo. Desde esa versión, juzgan los expertos, no luce alocada ni utópica una condena dura, pero no a perpetua.