En días en los que el Gobierno trata de limitar al máximo la salida de dólares por turismo y otros consumos en el exterior para frenar al menos parcialmente el goteo de reservas del Banco Central, la Aduana recurre a todo acuerdo internacional y recurso tecnológico disponible para intentar limitar las infracciones a las franquicias máximas autorizadas para los viajeros argentinos. En particular, un acuerdo de intercambio de información alcanzado con España está dando sus réditos.
En los últimos seis meses, la Aduana detectó compras hechas por turistas argentinos que visitaron España y que no fueron declaradas al ingresar al país por más de 70.000 dólares. Para ello, aprovechó uno de los beneficios que otorga el fisco ibérico a los viajeros del exterior: la posibilidad de recuperar el 21% de Impuesto al Valor Agregado a través de un reembolso de impuestos para la compra de productos adquiridos ocasionalmente como uso personal o regalo (es decir, no aplica a alojamiento, comidas y otros consumos habituales). El famoso “tax free”, tramite que suele hacerse en el aeropuerto antes de regresar.
El reembolso que ofrece España es muy tentador y, en esa línea, los turistas argentinos no se quedan afuera a la hora de pedir la devolución al dejar el país. Sin embargo, en los casos en los que esos viajeros tenían la intención de ocultar a su llegada a la Argentina esas adquisiciones, pedir el reembolso los delató.
Fuentes de la Aduana dieron a conocer a Infobae algunos de los casos en cuestión.
El más valioso involucra a un viajero que este año entró al país con un reloj marca Royal Oak valuado en USD 27.289,39 por el que pidió la devolución del 21 por ciento. Al llegar al país el viajero no lo declaró, pero el intento fue inútil. Antes de que su avión tocara la pista del Aeropuerto de Ezeiza, los agentes aduaneros ya sabían lo que traía en la muñeca.
El reloj restaltaba no sólo para conocedores, sino también para los funcionarios del aeropuerto que tenían en sus manos el aviso del fisco español respecto a que esa compra se había concretado.
La franquicia, el valor máximo de compras en el exterior que se puede entrar al país sin pagar impuestos aduaneros, llega apenas a USD 500 (más otros USD 500 de consumos autorizados en el freeshop de Buenos Aires). Por cada dólar por encima de la franquicia se paga un impuesto del 50%, es decir, el valor del reloj en cuestión saltaba a USD 40.684,85 para el turista en cuestión. Es decir, USD 13.395,46 más caro.
Con esa diferencia en mente el turista probó su suerte, pero no hubo caso. Al tener la información a mano, los agentes de la Aduana le informaron que conocían la compra y que debía pagar el impuesto en cuestión.
La Aduana dio a conocer otra 14 casos similares de compras suntuarias que no lograron volar debajo del radar.
Entre esos consumos, los relojes parecen ser la gran debilidad argentina. Cuatro Cartier de no menos de USD 2.300 dólares fueron detectados de la misma manera. Dos Omega, dos Hublot y un Tag Heuer, de no menos de USD 2.000 cada uno, también cayeron bajo el mismo sistema de información.
Otro viajero destacado compró elementos de caza por USD 7.000 y, al no resistir la tentación de pedir el reembolso de impuestos en España, también tuvo que pagar el impuesto aduanero local. Lo mismo con anillos y brazaletes cuyo valor estaba bien por encima de la franquicia autorizada.
Recientemente, la Aduana puso en funcionamiento un sistema que le permite predecir con un alto grado de exactitud qué viajeros están incumpliendo las normas respecto al ingreso de bienes comprados en el exterior. El método, basado en sistemas de información provistos por líneas aéreas y que descansa en toda una serie de bases de datos públicas les permite a los sabuesos de las fronteras identificar a los pasajeros con perfiles de riesgo más altos para realizar análisis exhaustivos focalizados y comprobar maniobras de contrabando.
El itnercambio de información con España es una de esas fuentes de datos que les permite a los agentes aduaneros predecir con bastante exactitud qué pasajeros están tratando de infringir las normas de ingreso de bienes comprados en el exterior muchas horas antes de que sus vuelos aterricen en el país.