Dentro del mundo de la inseguridad, existen numerosos delitos, pero en los últimos tiempos, hubo un incremento exponencial de robos de un elemento que genera gastos y pone en peligro a las personas: el robo de los “cañitos” de cobre de los medidores de gas. Gasnor, la empresa que brinda el servicio en la provincia, confirmó que entre el 1 de enero y el 28 de febrero, registraron unas 600 denuncias de ataques, es decir, 10 por día. Pero en ese número no están contempladas las cifras en negro, los casos de las personas que directamente llaman a un plomero para que les solucione el problema. Las pérdidas por este accionar, sólo teniendo en cuenta las estadísticas oficiales, son de más de $ 20 millones.
La empresa distribuidora elaboró un mapa sobre cuáles son las zonas más afectadas. La mayor cantidad de ataques se registraron en los diferentes barrios de Villa 9 de Julio, 11 de Marzo, Alejandro Heredia, La Costanera; domicilios localizados en la avenida Mate de Luna al 2.300, la zona de la avenida Belgrano en las inmediaciones del Juan XXIII (“La Bombilla”) y las cercanías a Banda del Río Salí. Los gasistas que realizan las instalaciones de manera particular agregaron otras zonas: las cercanías del Monumental de 25 de Mayo y Chile, San Cayetano. “En realidad son todos los barrios de las periferias donde se puede comprar droga. Los ‘piperos’ roban cualquier cosa para poder acceder a un papelito”, explicó el plomero Juan Martínez.
Dos gasistas matriculados coincidieron en señalar que hubo un auge en este tipo de delitos. Pablo López explicó que durante todo el año pasado reparó unos 60 medidores y que en los dos primeros meses del año, reparó cerca de 15 que fueron robados. “Desde septiembre del año pasado se notó un importante incremento en este tipo de ataques. Particularmente, en 2023, ya hice unos 15 arreglos de estas características”, analizó Enrique Guzmán.
Modus operandi
Todas las fuentes consultadas coincidieron en señalar cuál es el modus operandi. Normalmente, entre dos y tres personas eligen el lugar dónde atacar. Una vez que descubren que pueden cometer el ilícito, abren la casilla de gas, cierran la llave de paso y extraen lo que se llama el regulador de presión. Ese elemento tiene un flexible que les interesa vender.
Después de haber cometido varios robos, los ladrones terminan vendiéndolos en chatarrerías o personas que se dedican a la compra y venta de estos metales. Muchos de ellos aparecen en las redes sociales ofreciendo adquirirlos. LA GACETA se comunicó con uno de ellos para saber cómo era el negocio.
– LG: Buen día. Quiero saber si compra bronce o cobre.
– COMPRADOR: Sí, rey. Si estamos comprando.
– LG: ¿Qué está pagando señor?
– C: Capo, estoy dando $ 700 el kilo de cobre limpio (NdR: se refiere a que no tenga el plástico de los cables) y $ 1.400 el bronce. Eso sale ahora, ya, no sé mañana.
– LG: ¿Y cómo podemos hacer?
– C: Si tenés muchos kilos, me decís dónde lo podemos buscar. Llevamos el efectivo, te pagamos y listo.
– LG: ¿Y no tendré problemas?
– C: no papi, todo se hace con reserva. Nadie sabrá que hablamos.
El comprador luego revende el material a empresas mucho más grandes y pueden llegar a conseguir hasta tres veces el valor que paga. Actualmente, en los mercados nacionales, el valor del bronce se cotiza a poco más de $ 8.000 y el cobre a aproximadamente el mismo valor.
Padecimiento
Después del robo vienen los problemas. Generalmente, las víctimas que sufren el primer ataque se comunican con Gasnor para denunciar el hecho. La empresa envía a sus hombres para que realicen la reparación. Según la demanda, todo se puede solucionar en un día o dos, pero según las quejas de varios usuarios, estuvieron hasta cinco días sin el servicio. (Leer nota en página 16).
El dolor de cabeza que genera este tipo de ataque se incrementa considerablemente cuando el usuario analiza los costos. Si bien es cierto que Gasnor se hace cargo de la colocación del flexible (su valor es de $ 7.200 en promedio), el damnificado debe abonar unos $10.000 para adquirir el regulador, que incluye el flexible.
El gasista López explicó cómo es el procedimiento para restablecer el servicio. “Una vez que se tiene el material, sólo hay que colocar el flexible y el regulador nuevo, purgar las cañerías para eliminar los gases peligrosos que pueden mezclarse con el aire y luego controlar que esté todo en orden. Todo eso debe llevar aproximadamente una hora, quizás un poquito más, pero no demora tanto”, comentó.
Los usuarios le aseguraron que el problema es la demora. Muchos directamente compran el elemento (sólo lo comercializa la empresa prestadora del servicio) y lo hacen colocar por un gasista o el plomero de confianza. Esa tarea, según las averiguaciones que pudo realizar nuestro diario, tiene un valor de entre $ 18.000 y $ 20.000.
Las pérdidas económicas que se registraron en los dos primeros meses por esta situación son millonarias. Sólo teniendo en cuenta las 600 denuncias recibidas por la empresa que presta el servicio, sólo en flexibles se registró un daño de $ 4,3 millones y de reguladores $ 6 millones. Si todas las reparaciones la hubieran hecho trabajadores independientes, a un promedio de $ 19.000 cada una, habría generado un movimiento de más de $ 11 millones. En total, entonces, el gasto total generado en los dos primeros meses de este año ascendería a más de $ 21 millones. Y si esta cifra se mantiene, anualmente sería de más de $ 220 millones.
“La segunda vez que me robaron, me incliné por ir a buscar un plomero. Compré el repuesto y él me hizo el trabajo. Además hice soldar la puerta de la casilla para que no me pasara nunca más lo mismo”, explicó Gustavo Bollea. Ese también es un problema. Gasnor recomienda a sus usuarios a no protegerse de esta manera. Ese pedido tiene una sola razón de ser: ante una situación de fuga o cualquier otra emergencia, el operario demorará en solucionar el problema porque tendrá que destrabar el acceso donde se encuentra el medidor.
Barrio Norte
Aumentan los robos de picaportes
Se sabe que el bronce es otro de los materiales que buscan los ladrones para revender. Por ese motivo, en los cementerios se registran robos de las placas que se instalan en las lápidas. En los edificios, los elementos de ese metal que se utilizan en los sistemas para apagar fuego también son una constante. Pero ahora se sumó otra modalidad: la sustracción de los picaportes de viviendas. “Un domingo me levanté para ir a comprar el diario. No observé nada extraño, pero cuando regresé me di cuenta de que me habían robado el picaporte. El que lo hizo trabajó con un destornillador. No sé qué hacer. Quizás compre uno nuevo”, explicó Mario, una víctima. Este tipo de ilícito se registró en varias viviendas que están ubicadas a lo largo de la avenida Sarmiento. “Las casas que están ahí casi no tienen medidas de seguridad porque, justamente, están en una zona que debería ser segura. Pero está claro que ya no lo es. Todos estamos expuestos”, dijo María del Carmen Flores. “No me pasó, pero a una vecina sí. Voy a tener que reemplazarlo con otro porque seguro que me lo robarán. Estas personas saben muy bien lo que hacen”, declaró Lucía Villafañe.
Cifras para entender el problema
$ 7.200 es el valor del flexible de cobre que buscan los ladrones.
$ 1.200 es el precio promedio del kilo de cobre que pagan los compradores.
$ 10.000 es el costo del regulador que deben adquirir los damnificados.
$ 19.000 cuesta reparar una sustracción del medidor de gas.
$ 6.000 es el precio mínimo para blindar una casilla de gas.
603 denuncias recibió Gasnor desde el 1 de enero al 28 de febrero.