Hace 15 días se conocía el dato de pobreza y una nena de 3 meses que vivía en la calle moría frente a la Casa Rosada. La semana pasada, la atención no fue el hambre: se desplazó al homicidio de un colectivero. Esta semana, la interna de Juntos por el Cambio tapó todo y el Gobierno respiró aliviado. Pese el dato del 7,7% de inflación de marzo, Sergio Massa sigue negociando con el FMI, que abiertamente pide más ajuste y Alberto Fernández asume el discurso cristinista de no tolerar que el organismo de crédito asfixie a la Argentina.
Si hubiese que imaginarse al país en imágenes, no se podría hacer una película con nudo y desenlace, sino un videoclip con imágenes inconexas, cortes abruptos y ninguna conclusión posible. Un rompecabezas imposible de rearmar.
La población tiene esa sensación: siente que está inmersa en un desorden completo. Y las encuestas lo reflejan: los sondeos indican que la ciudadanía continua muy enojada con la política y la rechaza. Pero las mediciones revelan otro dato adicional: las mismas personas que dicen que actualmente el país está mal, ya no creen que vaya a mejorar después de las elecciones. Prevalece el pesimismo, discurso duro y la grieta sobre la moderación. Terreno fértil para Patricia Bullrich y Javier Milei.
Esa es la explicación de por qué en los últimos días Aníbal Fernández salió a acusar a la oposición de querer llegar al gobierno para provocar muertos y sangre. Por más que esa acusación no sea más que un exabrupto sin sustento alguno, y por más de que le puede servir a Javier Milei y a Patricia Bullrich para potenciarse, el Gobierno necesita mantener la polarización.
La decisión de Mauricio Macri de bajarse de la candidatura le había complicado el eje del discurso a la coalición gobernante. Ya no podría decir “ah, pero Macri”. Pero el conflicto entre Horacio Rodríguez Larreta y Mauricio Macri y toda la crisis dentro del PRO le permitió al Gobierno retomar su discurso confrontativo. La candidatura de un moderado como Larreta y de cualquier otro sería para el Gobierno una dosis mortal de kriptonita.
La inseguridad y la inflación son consecuencias del desgobierno y las peleas en el oficialismo. Ambos temas sumada a la falta de plan de gobierno e improvisación están en la raíz de todos los problemas.
El interrogante es hasta dónde la oposición puede frenar las suyas. Juntos por el Cambio necesita mostrarle a la sociedad un plan sólido para dar certidumbre. El único que puede prescindir de hacerlo es Javier Milei, que se blinda con su discurso anticasta y rupturista.
Massa busca mostrar gestión pese a la alta cifra de inflación
¿Hay algún hilo conductor entre tanto desorden? Es difícil encontrarlo.
Alberto Fernández parece haberse alejado de toda decisión importante que tenga que ver con el rumbo del país. La imagen de la gestión presidencial tiene menos de 30 por ciento de apoyo y arrastra a Axel Kicillof para abajo.
Actualmente, toda la gestión depende Massa. El Frente Renovador lo quiere impulsar como candidato a Presidente. Por ahora, él se concentra en la economía, que muestra números adversos como el de 7,7% de inflación de marzo, difundido este viernes por el Indec.
Esta semana tuvo para él tres momentos importantes. El miércoles se reunió con la número 2 del Departamento de Estado, Wendy Sherman: una funcionaría de extrema confianza de Joe Biden que ya en administraciones anteriores se desempeñó como negociadora norteamericana con Corea del Norte y Cuba, entre otras misiones muy trascendentes.
Su reunión con Massa fue el segundo capítulo del encuentro que el 29 de marzo habían mantenido Biden y Alberto Fernández. Ambos negociaron un puente para que la Argentina llegue sin sobresaltos hasta el próximo gobierno. Sherman representa los ojos de Biden y hace un seguimiento fino. Este viernes, en Buenos Aires, tuvo lugar un tercer capítulo: Sherman se reunió con el canciller Santiago Cafiero y planteó exigencias: lograr que China no siga penetrando en áreas tan sensibles como la exploración del litio y de la Hidrovía.
El segundo momento importante de Massa fue haber conseguido fondos frescos del BID y del Fondo Saudí de inversiones: 1100 millones de dólares que pueden ser incorporados a reservas. Ese dinero, sumado a lo que se recaude por dólar agro, le da un poco más de holgura a reservas líquidas que son negativas.
El tercer momento se dio en una nueva reunión de Massa con Gita Gopinath, la número dos de Kristalina Georgieva. Ambas funcionarias reconocieron públicamente el impacto que tuvo la sequia en la economía argentina, aunque no coincidan en el monto de la pérdida. Massa intentó que el FMI advierta la gravedad del impacto y pretende negociar un nuevo relajamiento de las exigencias. El acuerdo firmado con el organismo incluye una cláusula por situaciones imprevisibles.
El oficialismo está desorientado
Fuera de las negociaciones de Massa y del impacto del número de inflación que se conoció este viernes, el Frente de Todos transitó una semana de muchas internas. Una situación que, básicamente, denota la falta de un único candidato que mida muy bien.
El “Cuervo” Larroque, Máximo Kirchner y también los satélites del kirchnerismo le reclaman a Alberto Fernández que se baje de la candidatura.
Muchos piden que Cristina Kirchner sea la candidata a Presidenta, porque es la que mejor mide. Ese fue el mensaje que dejó Kicillof el jueves en la marcha frente a Tribunales. Fue una nueva edición del operativo clamor, que podría tener otro capítulo si ella acepta ser la única oradora en el acto del 25 de mayo, a 20 años de la asunción de Néstor Kirchner.
La Vicepresidenta, por ahora, intenta encolumnar a su tropa debajo de Eduardo “Wado” de Pedro: el ministro de Interior habla varias veces por día con Cristina, que le fija su línea discursiva y derrotero. Es la cara blanda y más presentable de La Cámpora, pero en lo inmediato se verá forzado a radicalizar su discurso, dado que tiene que subir en conocimiento y captar los votos propios.
“El Presidente de la Nación muchas veces manifestó el deseo de presentarse, con lo cual sería muy lógico que si tiene ganas, se pueda presentar. Y yo voy a hacer lo que Cristina, los gobernadores, los intendentes, la militancia, lo que lo lo que todo el espacio político analice que es lo más conveniente”, dijo de Pedro este viernes. “Puedo estar pegando carteles o puedo ser candidato. No tengo ningún interés personal: solamente el interés colectivo de un proceso de desarrollo para la Argentina se pueda se pueda realizar”, amplió.
Por otro carril avanza Daniel Scioli, que está semana mostró su voluntad de hablar con todos los sectores, por encima de la grieta interna del oficialismo: por eso se reunió con Mayra Mendoza, intendenta de Quilmes, y también con los gobernadores de Entre Ríos y Santa Fe, Gustavo Bordet y Omar Perotti, respectivamente.
Juan Manzur sigue concentrado en la campaña de Tucumán, pero como gobernador peronista anida la intención de lanzarse a la presidencial. Y, ahora, el Frente Renovador le reclama a Massa que se lance con su propia lista. Todo está en el aire, en busca de cómo acomodarse.