Cristina Kirchner no compite en estas elecciones presidenciales, pero su poder se mantiene casi intacto porque no sólo busca mantener bajo su radar el manejo del Senado de la Nación, sino que también apunta a tener minada la Cámara de Diputados, no sólo por un posible triunfo de la oposición sino también por si Sergio Massa se convierte en el sucesor del presidente Alberto Fernández.
Mientras el kirchnerismo aún sigue asimilando la consagración de la fórmula Massa-Agustín Rossi, como parte del proceso de unidad del peronismo, hay datos que confirman la misión de la vicepresidenta de mantener su pie sobre el Congreso. En Diputados, el Frente de Todos pondrá en juego 68 bancas y Cristina se adjudicó 33 lugares privilegiados en las listas para asegurar en los próximos comicios el ingreso de los más fieles a su liderazgo.
Sólo basta con mirar la nómina de precandidatos para la provincia de Buenos Aires y de los primeros 15 postulantes, al menos 10 responden a la vicepresidenta, dos a Massa, dos a Alberto Fernández y uno a los intendentes. Un viejo dirigente peronista trató de explicar la estrategia de la ex presidenta y para eso recordó lo ocurrido a principios de 2016, tras la asunción de Mauricio Macri, cuando el peronismo ingresó en un estado de crisis post derrota electoral.
Para ese entonces, el kirchnerismo contaba con 95 bancas, era la primera mayoría con amplía posibilidad de trabar la estrategia de Cambiemos, que juntaba 89 legisladores. Pero un grupo de diputados encabezados por Diego Bossio y patrocinado por los gobernadores pejotistas armó el bloque justicialista. La jugada debilitó al kirchnerismo en Diputados y esa bancada del peronismo disidente, en sociedad con Sergio Massa, supo acompañar los planes de Emilio Monzó.
Quien ejercía la presidencia de la Cámara y con poco logró cumplir uno a uno los pedidos de Marcos Peña, por entonces jefe de Gabinete de Macri. Eso es lo que Cristina busca evitar que se repita ante un eventual triunfo de Juntos por el Cambio. Por eso, la vicepresidenta apeló a mantener a los duros en el Congreso. No sólo Máximo Kirchner sino también Rodolfo Tailhade y Eduardo Valdés.
Quienes junto a Leopoldo Moreau y Vanesa Siley son los protagonistas fundamentales en el proceso de juicio político contra los miembros de la Corte Suprema de Justicia. También incluyó al sindicalista Mario “Paco” Manrique, Luana Volnovich, que estuvo al frente del PAMI, y Carlos Castagneto, titular de la AFIP. Se suman Julia Strada y el dirigente piquetero Juan Marino, que busca un nuevo período. Pero ese no es el único detalle de esta elección.
La Cámpora arriesga una docena de los 28 escaños que tiene en la Cámara baja y ocho no van a revalidar sus mandatos. Sin embargo, unos 12 precandidatos pertenecen a la agrupación ultra K que encabeza Máximo Kirchner. Justamente, el hijo de la ex presidenta encabeza la nómina para la Provincia, vuelve Volnovich, y como indicamos Tailhade, uno de los cristinistas más duros, quiere repetir. Si se cumplen todos los pronósticos, La Cámpora podrá mantener sus bancas en Diputados, pese a que 8 diputados camporistas dejan el Congreso.