En el kirchnerismo están apelando a todas las trampas que conocen. Al clientelismo más atroz. Acaban de modificar el presupuesto por séptima vez con cifras siderales. Todo para ejecutar el plan platita más grande del que se tenga memoria. Nunca visto: lleva la firma del candidato a presidente y de Agustín Rossi, el candidato a vice y perdedor serial de elecciones.
A Wado de Pedro que, oh, casualidad, es el jefe de campaña, le tocan 16.500 millones de pesos más para comprar voluntades y repartir en forma discrecional con intendentes y gobernadores. En realidad, la jefa de campaña es Cristina. Ella quiere manejar todo y, sobre todo, las cajas millonarias de antes y durante los comicios.
Wado es apenas su secretario, el que está dispuesto a todo, incluso a pasar los papelones que pasó cuando le bajaron su candidatura de un hondazo. Tienen espanto a volver al llano. A perder el poder. La codicia por el poder y el dinero es infinita en Cristina y sus talibanes. Eso los ordena. Pero tampoco les resulta tan fácil. La Cámpora tiene grietas muy evidentes.
El Cuervo Larroque que ya hizo rancho aparte. Mayra Mendoza, que antes de ayer hizo un acto con Juan Grabois, el rival de Massa. Y la militancia más de base que dice que va a votar a Grabois porque Massa es un traidor, cagador y de derecha. Aníbal Fernández ya dijo que a Wado le faltan varios hervores y que Máximo solo heredó la fortuna de sus padres, pero no la astucia ni el carisma.
A Santiago Cafiero y Tolosa Paz los bombardearon una semana para que renuncien a su lugar en la lista de diputados. Los hijos putativos de Cristina lo acusaban de haberle robado ese cargo a Daniel Scioli. Los muchachos son apretadores descarados. Y si eso hacen con sus compañeros peronistas, todos nos imaginamos lo que hacen, lo que hicieron y lo que harán con los opositores.
O los jueces y los periodistas independientes. Ya los están acusando de impulsar un ajuste salvaje con represión. Y ya están juntando piedras, huelgas y molotov para instalar de nuevo el club de helicóptero y desestabilizar al próximo gobierno si no es kirchnerista. Los bolivarianos de la Patria Grande, por orden de Cristina, votaron a grandes revolucionarios guevaristas como Scioli en el 2015.
También a Alberto en el 2019 y ahora a Massa. Ninguno bajó de la Sierra Maestra. Bajaron del capitalismo de amigos y testaferros. No son de la generación diezmada, son los de la generación del diezmo. Todo está atado con alambre. Por ahora hay fotos y simuladores. No hay amor. Solo los une el espanto.