A poco más de diez días de las Primarias del 13 de agosto, Juntos por el Cambio afronta en Tucumán una interna imprevista abierta a partir de las diferencias dentro del radicalismo provincial. La presencia de referentes de la UCR en los espacios de Horacio Rodríguez Larreta y de Patricia Bullrich desató reacomodamientos, denuncias de traición y hasta pedidos de cortes de boleta.
En ese marco, cabe mencionar que cuando la pasada semana el presidente del distrito local del partido, Roberto Sánchez, dijo expresamente que “apoyo a Gerardo Morales y a Mariano Campero”, desató la furia del alfarismo. Y es que la postura del diputado nacional cobra relevancia si se tiene en cuenta que en los comicios provinciales del 11 de agosto compartió fórmula con el intendente de San Miguel de Tucumán, Germán Alfaro.
La definición de las listas dentro de la alianza opositora en Tucumán estuvo envuelta en polémica desde el inicio. El radical José Ricardo Ascárate había presentado una nómina netamente radical, pero desde Buenos Aires el espacio de Rodríguez Larreta le impidió acoplarse a su postulación presidencial. El legislador, en esa ocasión, había disparado contra Alfaro y había dicho que tuvo cobardía de competir en una interna con “boletas largas”.
Así, en Tucumán quedaron dos listas en pie: la fórmula Rodríguez Larreta-Morales, con una grilla de diputados liderada por Alfaro; y el binomio Patricia Bullrich-Luis Petri, acompañado por la nómina encabezada por Campero. La posición de Sánchez confirma la tendencia: el radicalismo “institucional” insta al corte de boleta el 13 de agosto, que perjudica claramente a Alfaro, para apoyar a Rodríguez Larreta-Morales en la categoría de presidente y a Campero, en la de diputado.
Es por ello que en el alfarismo comenzaron nuevamente a sangrar por la herida que les infringió la dura derrota de las elecciones del mes de junio a nivel provincial. Sobre todo, luego de que, en referencia a su apoyo a la lista de diputados que encabeza el yerbabuenense Mariano Campero, Roberto Sánchez sostuvo que el radicalismo tucumano aspira a retener una banca en la Cámara Alta.
“Somos la columna vertebral de Juntos por el Cambio en la provincia”, expresó desde Buenos Aires, donde compartió actividades en la muestra de la Sociedad Rural con Mario Negri y otros parlamentarios de la UCR. Finalmente, el referente radical aseguró que impulsará un debate profundo de la oposición en Tucumán sobre los resultados electorales de los comicios provinciales, pero después de las PASO.
Lo cual podría comenzar a dar lugar a la lenta despedida de Germán Alfaro de Juntos por el Cambio. ¿Acaso para volver al peronismo? “¿Pero es que alguna vez se fue?”, se preguntan irónicamente desde el radicalismo. Por todo esto, el propio Germán Alfaro no pudo contener su bronca cuando se despachó en plena conferencia de prensa en la jornada de ayer con el arribo de Gerardo Morales a Tucumán.
Y es que no tuvo más remedio que dejar de reprimirse la bronca que lo carcome por dentro y no tuvo más remedio que referirse al anuncio de sectores del radicalismo tucumano de cortar boleta en las urnas para apoyar, por un lado, a Campero, y por el otro, a la nómina de Larreta. Una postura que fue anticipada por Roberto Sánchez, presidente de la UCR local y ex compañero de fórmula de Alfaro el 11 de junio.
“Es una lógica internista que siempre tuvo el partido. Nosotros estamos enfocados en lo que significa esta elección; ese narcisismo tucumano que existe en algunos dirigentes tiene que terminar”, apuntó el jefe municipal. Además, mencionó al actual diputado nacional y dijo: “Yo lo hablé (a Sánchez, por teléfono), él no me contestó la llamada. Quería escuchar algunas opiniones, no tan sólo le hablé a él, pero bueno”.
Y remarcó que su ex compañero de fórmula gubernamental “no es su amigo”. “Esto es política, los vínculos nunca se cierran. (Pero) a mis amigos los tengo fuera de la política, no dentro”, aclaró Alfaro. En definitiva, lo cierto es que cada vez queda más claro de cara a las PASO que el derrotado Germán Alfaro sigue representando la mezcla de resentimiento y cobardía política que finalmente terminará en octubre cuando su pésima administración haya llegado a su fin.