Javier Milei aseguró en su reciente viaje y lo ratificó al llegar a Buenos Aires que la idea es liberar las restricciones y unificar el mercado de cambios “para mediados de año”. Sin embargo, la política de acumulación de reservas y sobre todo de absorción de pesos está tomando una velocidad inusitada. El Presidente y el ministro de Economía ya tienen prácticamente listo el escenario para avanzar con la liberación del cepo mucho antes de lo planificado.
Sobre el cierre de la semana se avanzó fuerte esa dirección. El jueves el Central colocó casi USD 1.200 millones de Bopreal a los importadores, lo que significa una absorción cercana a 100.000 millones de pesos. Pero, además, el Tesoro anunció el viernes a última hora la recompra de deuda en dólares al BCRA, que implica a su vez una sustancial absorción de la base monetaria, cercana a los 2,9 billones de pesos, es decir cerca de 30% del dinero en circulación.
La “aspiradora” de pesos significa un “Plan Platita” al revés. La gran expansión monetaria que llevó adelante Sergio Massa sobre todo en la segunda parte de 2023 para que no se derrumbe el nivel de actividad y tratar de ganar las elecciones, se está revirtiendo.
La consecuencia se vio claramente en los últimos días, con una significativa caída de los dólares financieros. El tipo de cambio libre perforó los $1.100 y la brecha cambiaria ya bajó a niveles de 25 por ciento.
A fondo
El objetivo de acelerar la destrucción de pesos no es otro que seguir presionando a la baja el tipo de cambio. Ya hoy la brecha es menor a la que recibió Mauricio Macri a fines de 2015, al definir la unificación cambiaria. ¿Qué sentido tendría estirar los tiempos para avanzar con el levantamiento del cepo?El Gobierno tiene por delante un importante dilema: mantener o no la tasa de devaluación del dólar oficial al 2% mensual. Con una inflación que se mantendrá en alrededor de 15% en febrero y posiblemente también marzo, es obvio que la mejora del tipo de cambio post devaluación de diciembre se va diluyendo.
Por lo tanto, más allá de abril sería casi imposible sostener un ajuste del dólar oficial mínimo sin volver al atraso del dólar oficial, una de las principales características del cepo en los gobiernos kirchneristas.
Recién asumido en diciembre, Milei le cargó todo el ajuste cambiario al exministro Massa. Pero si hay un nuevo salto discreto del tipo de cambio ya no habrá a quien echarle la culpa. Por eso, la salida virtuosa sería con la unificación cambiaria y que sea el mercado el que determine el nuevo tipo de cambio de equilibrio. Con un balance del Central mucho más saneado, crecen las probabilidades de éxito de dejar flotar al dólar.
La licuación de pesos de Caputo es lo opuesto al “Plan Platita” de Massa durante su campaña electoral En la foto, el exministro y candidato junto al gobernador bonaerense, Axel Kicillof, el más beneficiado por aquella expansión y uno de los más perjudicados por la actual contracción
Aprovechar el “factor sorpresa” de una medida de este tipo, junto con el ingreso de los dólares de la cosecha gruesa, también jugaría a favor. Milei consideró que salir del cepo promovería el crecimiento económico. ¿Para qué esperar, entonces, tanto meses para hacerlo?.
La recompra de bonos al Central es posible tanto por el superávit primario alcanzado en enero, como también por la exitosa licitación de bonos en pesos que llevó adelante el Tesoro el viernes, en la que captó 4,9 billones (millones de millones) de pesos.
La salida del cepo
Salir del cepo rápido significa que Luis “Toto” Caputo no tendrá que elegir entre acelerar la tasa de devaluación o atrasar el tipo de cambio, ya que sería directamente el mercado quien lo determine.
Los inversores siguen eufóricos el rumbo adoptado por Milei y la rapidez del “ajuste ultra ortodoxo” como lo describió el propio Presidente. Pero en la economía real es todo sufrimiento. Caen muy fuerte las ventas, se desploma el salario real y la licuación del ingreso de los jubilados es histórica.
Por eso, la inquietud en estos días es si el equilibrio fiscal alcanzado en enero es realmente sostenible. Parece casi imposible que la variable de ajuste continúen siendo los haberes jubilatorios. Mientras la inflación acumulada es de 254%, los haberes jubilatorios subieron solo 119% en los últimos doce meses. Solo una parte de la caída de ingresos fue compensada con bonos a lo largo de 2023.
Milei también aclaró que el ajuste ahora tendrá mayor componente de “motosierra”. Las transferencias discrecionales a las provincias bajaron a niveles mínimos y continuará la poda de gastos en el Gabinete, además de la eliminación de planes sociales mal otorgados. Ya se habrían dado de baja unos 200.000, al tiempo que se redujo en 50.000 la dotación de empleados en el Estado nacional.
Mantener el equilibrio fiscal será clave en los próximos meses no solo para seguir ordenando a la economía, sino también para recuperar la confianza de los inversores.
Miradas de Wall Street
En Wall Street volvieron a mirar al mercado argentino y ya hay algunas apuestas, pero a cuentagotas. Se estima que los fondos de cobertura (“hedge funds”) habrían comprado cerca de USD 2.000 millones en acciones argentinas, pero se trata solo de un puñado de compañías.
Todavía no están comprando activos locales los grandes nombres del negocio, como BlackRock, Fidelity y otros. “En el momento que estén convencidos que la política económica de Milei llegó para quedarse, el salto del mercado puede ser espectacular. No vimos nada todavía”, reconoció uno de los “lobos” de Wall Street que pasó esta semana por Buenos Aires para mantener reuniones con funcionarios, economistas y políticos.
Aunque los grandes fondos todavía no están apostando grande a la Argentina, Larry Fink, de BlackRock, el más grande de ellos, dialogó con Milei y en los próximos meses vendrá a la Argentina REUTERS/Brendan McDermid
En Nueva York destacan que Milei tiene mayores probabilidades de éxito por dos factores: tiene un diagnóstico claro de la crisis argentina y está muy decidido a avanzar rápidamente. Ninguno de estos aspectos estuvo presente en la gestión de Macri: el expresidente tardó más de dos años en identificar el corazón del problema y se tomó mucho más tiempo que el deseable para encararlo.
Los riesgos, sin embargo, también son múltiples y son claramente descriptos en distintos informes de bancos de inversión de Wall Street, sociedades de Bolsa locales y trabajos consultoras económicas. Pueden resumirse en los siguientes:
- El malestar de “la calle”: la elevada popularidad que mantiene Milei corre riesgo si la pérdida del salario se acentúa en los próximos meses. Esta realidad a su vez puede ser el caldo de cultivo para manifestaciones, nuevas medidas de fuerza y el peligro de mayor violencia. Por eso, acelerar todo lo posible una normalización cambiaria y la posible recuperación de la economía es vital.
- Riesgos de ejecución: Milei tiene poca experiencia política y un grupo reducido de colaboradores, lo que podría generar complicaciones para llevar adelante el verdadero plan de estabilización, que vendrá después de esta etapa de emergencia. Será muy importante, por lo tanto, definir quiénes serán los equipos para llevar adelante esa tarea, incluyendo las reformas estructurales que habrá que enfrentar.
- Más resistencia política que la prevista: el tratamiento de la ley ómnibus dejó en claro que en el Congreso hay muchos menos votos favorables que los estimados inicialmente por Milei, pero se sumó además la resistencia de los gobernadores para apoyar las iniciativas. Este desbalance de fuerzas puede complicar cualquier el tratamiento de cualquier proyecto del oficialismo.
El Presidente no desconoce estas debilidades, todo lo contrario. Por eso, está convencido de ir a un acuerdo con el PRO, que fuerce a los políticos pero también a la gente a definir en qué bando ideológico quieren estar. Milei se lo expresó así a la pequeña comitiva que lo acompañó en Roma: “Con una oferta electoral mucho más clara, inflación a la baja y una fuerte recuperación de la economía podemos ganar las elecciones de medio término con el 60%. Y chau kirchnerismo”.