La batería de anuncios realizada por el Gobierno antes de Pascuas tuvo buena recepción. Según una encuesta de Dalessio-Beresztein, el 80% de los votantes de Cambiemos le parecieron medidas positivas y la mitad de los que no se siente representada también opinó favorablemente. Los mercados no se dieron por enterados: el jueves, ya con la Bolsa porteña cerrada, las acciones sufrieron caídas de hasta el 8% en Nueva York y los bonos volvieron a derrapar, llevando el riesgo país a un nuevo récord, superior a los 850 puntos.
Pero no parece haber sido una respuesta directa de los inversores a los anuncios. Más bien, el deterioro de los activos argentinos ya lleva varias semanas y se ha profundizado en los últimos días. Incluso el declive se profundizó luego de la reunión de Primavera del FMI que tuvo lugar el fin de semana pasado.
¿Existe alguna causalidad entre la reunión del Fondo y el aumento de la desconfianza en relación a la Argentina? Todo hace pensar que sí. Sucede que los grandes bancos y fondos de inversión organizaron reuniones en las que hubo por lo menos un capítulo destinado a la situación de la economía y sobre todo de la política argentina.
Y la conclusión que se llevaron de estos encuentros de alto nivel realizados en Washington fue sumamente preocupante: hoy no sólo ya Mauricio Macri no tiene asegurada su reelección, sino que las posibilidades de que la ganadora sea Cristina Kirchner han aumentado significativamente en los últimos dos meses.
Para muchos se trató de un verdadero baldazo de agua fría. No es que no supieran que la economía estaba en recesión y que eso jugaba en contra de las chances del oficialismo. Pero hasta hace apenas algunas semanas estaban convencidos, y así lo consignaban en sus informes de research, que no había posibilidades de un retorno del kirchnerismo. Una percepción que ahora se dan cuenta era errónea.
Hubo varios encuentros cara a cara de banqueros y administradores de fondos con el equipo económico, incluyendo a sus máximos referentes: el ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, y el titular del Central, Guido Sandleris. Pero además también estos ejecutivos de Wall Street tienen línea directa con los técnicos del Fondo. En varios de estos encuentros se escuchó la misma pregunta: ¿y si a Mauricio Macri no le alcanza para ganar, por qué la candidata no es María Eugenia Vidal?
Los inversores extranjeros -como Templeton, Black Rock, JP Morgan o HSBC- siguen sin entender por qué el propio Presidente se cerró a la posibilidad de no ser candidato, incluso si no lo acompañan los números. Pero al mismo tiempo están convencidos, o quieren convencerse, de que cualquier cosa podría suceder a último momento, es decir antes del 22 de junio. Aún cuando el propio Macri tuvo que aclarar la semana pasada que “el lugar de María Eugenia es la provincia de Buenos Aires”. Todas las encuestas coinciden en que Vidal mide mucho mejor que el propio Presidente.
Los precios de los bonos refleja esta enorme inquietud que genera la ausencia absoluta de certezas faltando cada vez menos para las elecciones. Los títulos más cortos, que vencen entre 2020 y 2024 pasaron a rendir arriba del 15% anual. Lo más largos también caen pero en menor medida.
Este comportamiento muestra el temor a que la próxima administración se encamine a una reestructuración de la deuda. Aún cuando los futuros vencimientos de la Argentina sean manejables, nadie sabe a ciencia cierta si los mercados volverán a abrirse para que el Gobierno consiga refinanciar sus vencimientos y conseguir fondos frescos.
El año que viene el FMI sólo prestará USD 5.900 millones, pero el futuro Gobierno deberá salir a buscar USD 16.000 millones. No parece una cifra extraordinaria ni mucho menos. Sobre todo cuando la mayor parte son refinanciaciones de vencimientos. Pero a esta altura el pánico ya se volvió demasiado grande. Los inversores descuentan que si gana Cristina el único camino sería un nuevo default de la deuda. Aún en el caso de que ella demuestre voluntad de pago, la desconfianza sería gigantesca.
Los mercados siguen con atención qué sucede con la interna de Alternativa Federal, si Roberto Lavagna tiene posibilidades y qué puede ocurrir con Sergio Massa. Pero ninguno de los dos aún levantaron lo suficiente en las encuestas como para destronar la opción de Macri o Cristina.
Lo cierto es que grandes fondos internacionales invirtieron fortunas atraídos por el discurso pro mercado de Macri y su equipo. Sin embargo, hace un año y medio que no paran de perder. Para ellos resulta imposible salir a vender masivamente activos argentinos porque desplomarían aún más los precios. Pero ahora directamente tienen miedo de perder todo.
Al menos, gracias a los dólares que entraron del campo y a la venta de divisas a razón de USD 60 millones diarios que prestó el FMI, el Gobierno consiguió desacoplar el comportamiento del dólar de la caída de otros activos argentinos.
Evitar otra devaluación es a esta altura imprescindible para Macri si busca repuntar en las encuestas. En forma paralela, también se busca un repunte del consumo sobre todo en sectores de bajo poder adquisitivo. Para eso no sólo se lanzó una canasta de productos esenciales dentro de Precios Cuidados, que no tendrán aumento en seis meses, sino también una serie de créditos subsidiados con tasas de interés por debajo del nivel de mercado.
El FMI dio su visto bueno no sólo a las medidas que procuran recuperar el poder adquisitivo, sino también al congelamiento de las bandas cambiarias hasta fin de año. Algo que parecía imposible hace un mes se acordó rápidamente para dar más señales que permitan tranquilizar al dólar.
La flexiblidad del FMI es fácil de entender, teniendo en cuenta la pregunta que la semana pasada le formuló uno de los principales ejecutivos de un fondo internacional al encargado del caso argentino, Roberto Cardarelli: “¿Ustedes prefieren ser acreedores de Macri o de Cristina?”. No hizo falta esperar la respuesta.