“9 de Julio es un pueblo introvertido, sumiso, donde no todos, pero sí muchos viven en la mayor precariedad socieconómica y educacional. Es raro que alguien proteste, se rebele, porque se le teme a la Policía y se necesita del municipio para distintos tipos de ayuda”, dice José “Tata” Sananez (68), intendente entre 2013 y 2021 de Santa Lucía, a 48 kilómetros de 9 de Julio, en Corrientes.
“Conozco bastante, la gente no entiende qué significa perder la dignidad, pero la pierden a cambio de muy poco”, describe el ex jefe comunal, que agrega: “Sucede mucho en distintas ciudades de Corrientes y 9 de Julio no es la excepción: se le tiene mucho miedo a la Policía”.
Lo que cuenta Sananez podría vincularse con Walter Adrián Maciel (43), uno de los seis detenidos por la desaparición de Loan. El comisario fue apresado el último viernes acusado de entorpecimiento y desvío de la investigación. Con mano de hierro ejercía la autoridad Maciel, que le bastó para mantener la boca cerrada de los vecinos amenazados de represalias.
Una vez confirmada su detención, los vecinos se animaron a susurrar comentarios. “Por favor, por favor, no des mi nombre”, era el común denominador después del dato o la revelación volcados. “Le gustaba sacarles fotos a los chicos en algunas escuelas rurales”, cuenta alguien de la zona. Clarín accedió a dos fuentes que –a cambio de no revelar nombre ni lugar de trabajo– aseguraron que “el mismo Maciel vino y él sacó las fotos con su teléfono”.
Las que certificaron el dato confiesan que en su momento, allá por el mes de abril, “nos llamó la atención, de hecho nos preguntamos por qué lo había hecho y no encontramos explicación”. La presencia de Maciel en las escuelas había sido por el robo de una bomba de agua en una y por un problema vecina en los alrededores del otro establecimiento.
El ex comisario Walter Maciel, uno de los detenidos, fue denunciado por acoso sexual y maltrato psicológico a su personal policial.
El dato llevó a Clarín a averiguar un poco más allá y en las altas esferas del Gobierno correntino manejan la misma información sobre el comportamiento del policía y las fotos a menores.
Es ahora que cobra aun más relevancia qué revelarán las pericias al celular del policía, de las que todavía se aguardan los resultados, y de los otros cinco detenidos.
Maciel, que será trasladado al complejo penitenciario del departamento de Güemes, en Salta, llegó en febrero a 9 de Julio, procedente de San Luis del Palmar, ciudad correntina a 200 kilómetros al norte. “Llegó y nos emputeció la vida”, coincide media doce de vecinos que a regañadientes aceptó a hablar.
“Maciel llegó para infundir miedo, intimidación y un excesivo control y el cura párroco, Cristian González, le abrió las puertas de la iglesia y de una casita que está ahí al lado. Hicieron buenas migas, cenaban juntos, iban juntos a los eventos que había cada tanto en el pueblo… Por supuesto que ese rumor dio mucho que hablar y se instalaron los comentarios más descabellados”.
Los vecinos empezaron a mirar con malos ojos a Maciel y que el comisario “estuviera cerca de la casa de Jesús”, lo que desembocó en que se alquilara una casita a unas cuadras de la comisaría.
Cristian González, el cura párroco de 9 de Julio, que desde el 20 de junio no se lo ve por el pueblo correntino.
“El pueblo tenía la rutina de un lugar humilde e informal, pero digno y trabajador. Maciel desde marzo pegó un volantazo y empezó a filmar comercios, gente del pueblo y colegios. ¿Para qué? ¿Con qué derecho?”, dijo un hombre que reparte neumáticos.
“El párroco lo protegía y eso es medio raro. Es como que Maciel buscaba distraer siendo cercano al cura. Claro, ¿quién iba a decir algo malo estando el padre Cristian cerca? Entonces Maciel hacía lo que se le cantaba. Primero se movía en una camioneta Hylux negra sin patente”, agregó.
Y detalló cómo era la mecánica de las coimas que denuncian que pedía: “Exigía determinados documentos a los que éramos dueños de motos. Vivimos de las changas, de la informalidad, ¿por qué el tipo te exigía todos los papeles? Y como no los teníamos nos sacaba las motos. Secuestraba muchas por día y había que pagarle a Maciel 50.000 pesos para que te la devolviera. No te daba ningún recibo ni comprobante”.
La casita donde vivió el ex comisario Maciel, al lado de la iglesia. El miércoles a la noche había una camioneta policial en la puerta.
Varios de los que se animan a hablar señalaron que se acercaron al párroco a contarle sobre el comportamiento del ex comisario “pero siempre decía que iba a averiguar y nunca decía nada. Al cura no lo culpamos, pero es llamativa su actitud, dejando al pueblo de lado, porque él conoce bien al pueblo, sabe que apenas podemos sobrevivir”.
Una comerciante, dolida y asustada, admite: “Yo primero dejé de usar mi moto porque la compré legalmente, pero no hice los papeles de la transferencia y no está a mi nombre. Acá es muy común, pero él se aprovechó de eso… Y después tuve que cerrar mi kiosco porque ya no vendíamos nada. Después de las seis, siete de la tarde 9 de Julio era un páramo, nadie salía por temor a cruzarse con el personal policial que filmaba, que intimidaba a la gente, que aceptaba las reglas del juego y se quedaba en su casa“.
Desde que Maciel fue detenido el 21 de junio, nada se supo del párroco González. “Parece que está enfermo, hace días que no da la misa, que aquí se hace los miércoles y los sábados. Es todo muy raro”.