En la tarde del jueves de la semana pasada, luego del fracaso de la reunión de la Cámara de Diputados convocada para tratar el proyecto de “ficha limpia”, la rumorología política insistía con que habían quedado muy mal ante la opinión pública los diputados que promovieron esa ley y que, por segunda vez en una semana, no habían conseguido quórum para que el proyecto sea tratado.
Al día siguiente, fue el propio presidente quien se dio cuenta de que el primer afectado ante una palpable mayoría social había sido él. De los 13 diputados que no asistieron e impidieron el quórum, ocho pertenecían a La Libertad Avanza, el partido presidencial. En la creencia social se instaló la certeza de que el mileísmo le había enviado una prueba de amor a Cristina Kirchner, quien sería, en caso de aprobarse esa ley, la primera afectada por tales disposiciones.
Según el proyecto, el ciudadano argentino condenado por corrupción en dos instancias de la justicia penal no podría ser candidato a nada. Cristina Kirchner está condenada por un tribunal oral, cuyo fallo fue ratificado por la Cámara de Casación, la máxima instancia penal del país antes de la Corte Suprema. Las dos instancias que establece el proyecto que no logra su aprobación. En definitiva, ya existe, por lo tanto, una sentencia firme contra Cristina Kirchner por prácticas corruptas.
En ese marco, cabe realizar una serie de interrogantes: ¿Por qué Javier Milei y el resto del oficialismo, teniendo en sus manos la posibilidad de que Cristina Kirchner se acabe como opción política dejó pasar la oportunidad? Además, cabe recordar que la ley de “ficha limpia” abarcaría también a todo aquel que pretenda llegar al poder y convertir a la política en un verdadero aguantadero de delincuentes.
Es por ello que cabe preguntarse: ¿Por qué el oficialismo le dio la posibilidad a la condenada de competir el año que viene? Y es que, al no tratarse la ley de “ficha limpia”, podrá meterse en el Senado el año que viene por más condena que pese sobre ella ya que tendrá fueros que impedirá que sea detenida, mucho menos encarcelada, ni siquiera en su propio domicilio. Lo que se dice, un verdadero escándalo.
Sobre todo si consideramos que se le viene encima a Cristina Kirchner los juicios orales por la causa “cuadernos” y también por el memorándum de entendimiento con Irán. Sin embargo quedaría a salvo de la cárcel por el sólo hecho de tener fueros y todo posibilitado por la postura del Gobierno nacional de Javier Milei.
Entonces, ¿Por qué? La excusa dada por parte del gobierno acerca de no querer proscribir a la corrupta ex presidente, sino ganarle en las urnas para terminar con el kirchnerismo no satisface ni a la opinión pública en general ni al pueblo argentino en particular. Y es que lo que el oficialismo debería poder entender es que lo que acá está en juego es nada más ni nada menos que el futuro de los argentinos.
Además, lo cierto es que no estamos para hacer experimentos políticos de ninguna índole. Lo que corresponde es que, si una delincuente está condenada por ladrona y no puede participar, es lo que debe ser. ¿O acaso existe una suerte de pacto espurio entre el kirchnerismo y Javier Milei? El acuerdo también asoma nítido en el anuncio de Extraordinarias: no incluirá Ficha Limpia, como prometió Milei y reclamaba el Pro. Tampoco el Presupuesto, que pedían los gobernadores.
Quizás lo más importante no sea lo que se ha anunciado sino lo que va a anunciar, salvo que el listín del vocero Adorni se considere un temario. La convocatoria a Extraordinarias no se publicó aún en el Boletín Oficial. O sea: hubo anuncio, pero ni se conoce el temario ni cuándo comenzarán y terminarán las sesiones. Mileísmo auténtico: hay que adivinar qué buscan y todo puede cambiar a último momento. Quedan dos semanas para terminar el año legislativo.
Cristina Kirchner trata de ensuciar todas las causas como de despegarse ahora del senador Kueider, detenido en Paraguay con su secretaria y 200 mil dólares. Kueider llegó al Senado por Fernández y Cristina, pero se pasó al bando libertario, de la mano del asesor Santiago Caputo. Decía que podía ir como embajador a Paraguay. Nadie se hace cargo. Milei muestra la boleta peronista como prueba de que no era suyo. Una verdad a medias.
No fue raro, en cambio, que Kueider dijera lo que dijo sobre los dólares: no eran suyos sino de su secretaria. Pudo ser perfectamente una explicación del autor de mi querida Fabiola o del ex intendente Insaurralde, que vivía de la plata de su ex Jessica Cirio. Como también de Cristina cuando atribuyó a su hija los millones de dólares encontrados en una caja de seguridad. Está visto: en cosas de la corrupción, nadie supera al kirchnerismo.
En ese sentido, cabe señalar que, si para muestra basta un botón, otro de los funcionarios en la lista de los condenados es Sergio Urribarri, embajador argentino ante Israel y ex gobernador de Entre Ríos. Uribarri fue condenado bajo los cargos de peculado (delito que comete un funcionario público cuando toma para sí caudales que debe custodiar por su cargo) y negociaciones incompatibles con la administración pública.
Hasta ahora, el funcionario de más alto cargo con condena judicial, más allá de Cristina Kirchner, fue el ex vicepresidente Amado Boudou, a quien la Justicia encontró culpable de haberse hecho con la imprenta Ciccone Calcográfica por medio de testaferros y de haber utilizado su cargo para asegurarse contratos con el Estado. El ex vicepresidente goza hoy de libertad condicional, pero quedó inhabilitado de por vida para ejercer cargos públicos.
El segundo en jerarquía en la lista de condenados fue el ex ministro de Planificación Julio De Vido, quien fue absuelto en la Causa Vialidad. De Vido fue ministro de Planificación Federal del gobierno de Néstor Kirchner, y también de los dos gobiernos de Cristina. Fue condenado por comprar trenes en mal estado a Portugal y España y al mismo tiempo aguarda a que la Justicia se expida sobre la condena de más de cinco años por la tragedia de Once y por la causa de Yacimientos Carboníferos Río Turbio.
La ex ministra de Economía Felisa Miceli fue condenada a tres años de prisión por encubrimiento agravado, luego de que se descubrieran 100 mil pesos y 31 mil dólares en el baño de su oficina durante una requisa de bomberos. Y también integra la lista el ex titular de AFIP, Ricardo Echegaray, quien fue condenado a casi cinco años de prisión por defraudar al Estado en la causa Oil Combustibles.
Ricardo Jaime, ex secretario de Transporte del kirchnerismo, fue también condenado por la compra de trenes chatarra por la que fue condenado Julio De Vido: recibió 8 años de prisión. Y fue condenado el ex secretario de Obras Públicas, José López, quien recibió una pena de 6 años de prisión en 2019 por enriquecimiento ilícito, aunque desde hace un tiempo está en libertad bajo fianza.
Es recordado por haber ingresado de madrugada a un convento con 9 millones de dólares en bolsos y una carabina, en 2016, poco después de que Cristina Kirchner abandonara la presidencia. La ex secretaria de Ambiente de Néstor Kirchner, Romina Picolotti, fue condenada: 3 años de prisión en suspenso más la devolución de 7 millones de pesos por defraudar al Estado y hacer uso de fondos públicos para gastos personales.
Tras la renuncia de Ricardo Jaime, Juan Pablo Schiavi se hizo cargo de la secretaría de Transporte. Y como su antecesor, fue condenado a cinco años y seis meses de prisión por administración fraudulenta y estrago culposo agravado a raíz, también por la Tragedia de Once. Actualmente está en libertad condicional. En definitiva, lo cierto es que es más que urgente que exista la ley de “ficha limpia” para que otros impresentables como estos jamás ingresen al Congreso.
Finalmente, y aunque no fue funcionaria pública del kirchnerismo, la líder de la agrupación Túpac Amaru, Milagro Sala, recibió 13 años de prisión por el desvío de 60 millones de pesos para la construcción de viviendas sociales. Y Lázaro Báez, fue condenado a doce años de cárcel por lavar 55 millones de dólares y es, también uno de los condenados en la Causa Vialidad, donde se le asignaron 6 años de prisión. Todo dicho.
Para colmo, hace un par de días, Manuel Adorni subió a sus redes sociales una encuesta donde pregunta si está de acuerdo en destituir a cualquier diputado o senador con causa judicial abierta. Además, trascendió la información que da cuenta acerca de que podría ser un tema a tratar en la semana que comienza mañana. Sin embargo, el análisis pasa por otro lado ya que se trata de hacer ahora algo complicado cuando hace unos días estaba todo servido en bandeja.
¿Por qué el Gobierno se mueve en redes sociales y no hace lo que debe hacer cuando estaba todo listo para aprobar la ley de “ficha limpia” con todo el apoyo del PRO, con todos los votos del resto de la posición y no lo quisieron hacer? ¿De qué nos sirve a la sociedad que ellos estén hoy jugando por las redes, haciendo la encuesta, cuando esto ya tenía que haber sido ley la semana pasada y estaban solucionados todos los problemas?
Milei le prometió que habrá una ley de “ficha limpia”, pero no le dijo cuándo ni cómo será siendo que la oportunidad estaba hace algunas semanas y decidió mirar para otro lado.
El mismo electorado de Milei detesta que su líder se parezca al kirchnerismo. “Detesta mucho más que se parezca a que negocie con los seguidores de Cristina Kirchner. Pueden negociar los diferentes, pero ese electorado aborrece que su líder se parezca a lo que más desprecia en la política, que es el kirchnerismo”, asegura otro analista de opinión pública. Tampoco el parecido entre el mileísmo y el kirchnerismo está inscripto de manera explícita en el texto del proyecto.
Pero ese aire de impunidad para la corrupción es lo que asemeja a los dos ante la gente común. Todos los actores de la política coinciden: los kirchneristas necesitan la impunidad, mientras Javier Milei no. ¿Para qué se acerca al kirchnerismo, entonces? El problema del Presidente es más grande que decidir sobre una instancia judicial: debe resolver cómo conformar a su electorado.
Sobre todo, después de la decepción que provocó la indiferencia mileista frente a la impunidad electoral de los políticos corruptos. La política puede entender de estrategias electorales, pero la sociedad está muy lejos de esas permutas entre políticos aparentemente tan distintos.
En definitiva, el cambio debe ser en serio o no será y la sociedad argentina clama por el fin de la corrupción en serio y que el Congreso deje de ser un aguantadero de los delincuentes.
¿Será?…