La previa del show de “La nena de la Argentina” tuvo tanta intensidad como el recital en sí que comenzaba anoche, al cierre de esta edición, en el Hipódromo de Tucumán. Los fans esperaron ansiosos encontrarse con su estrella cantando sus temas más conocidos. Hubo viajeros de distintas provincias que llegaron especialmente para disfrutar de un espectáculo único. Las historias que circularon mientras esperaban el comienzo del concierto. Amplio merchadising para todos los gustos y bolsillos.
La tarde tucumana ardía en los 30 grados de un sol incandescente que no daba tregua, pero ni el calor abrasador pudo desanimar a los miles de fanáticos que desde temprano comenzaron a inundar las inmediaciones del Hipódromo. En el aire se sintió esa mezcla única de ansiedad y emoción, ese murmullo colectivo que sólo puede significar una cosa: la espera por el primer show de María Becerra en la provincia, el que fue, ni más ni menos, que el cierre de una exitosa gira internacional.
Con su mezcla de reggaetón, bachata y pop, María no sólo conquista los rankings internacionales – es la artista argentina más escuchada en el mundo, con más de 24 millones de oyentes mensuales en Spotify–, sino que también encuentra en cada ciudad un público diverso y profundamente conectado con su arte. Este sábado, Tucumán se convirtió en el epicentro de esa magia. Familias con niñas que aún no llegan a los 10 años, parejas jóvenes, grupos de amigas con brillos en el rostro y outfits violetas –el color elegido como consigna–, incluso adultos superando los 30, todos compartían un objetivo común: estar lo más cerca posible de “La nena de Argentina” para devolverle el cariño y el acompañamientos que, según cuentan, encuentran en sus canciones.
Simonetta, de 10 años, contó cómo fue el momento en el que su familia le dio la sorpresa que vendría al show, “Me largué a llorar. No lo podía creer. Este es mi sueño porque yo quiero ser como ella cuando sea grande”. Otras mini fans que dijeron presente junto a sus mamás fueron Agustina y Berenice, ambas de 8 años, contaron que cuando se enteraron de que María cerraba su gira en Tucumán no pudieron contener la emoción. “Le he dicho a mi mamá que se ponga rockera porque nunca ha sido rockera. Nos compramos ropa y nos juntamos a maquillarnos antes de venir”, contó Agostina.
La previa no es solo la antesala de un concierto; es todo un ritual. Carteles caseros escritos con esmero con pedidos de saludos o de subir al escenario, remeras estampadas con frases de canciones y looks repletos de glitter y brillos transformaron al Hipódromo en una suerte de karaoke donde los fanáticos corearon las melodías. A la vera del camino de tierra que une la avenida Papa Francisco con la entrada del predio se ubicaron decenas de vendedores ambulantes que exhibían remeras, a un precio de $20.000, gorras entre 4 y 5 .000 pesos y vinchas luminosas.
Si bien las puertas se abrieron pasadas las 8 de la noche, muchos llegaron a hacer fila a las 3 de la tarde. Ese fue el caso de Ana,de 46 años, que vino desde Catamarca con uno de sus tres hijos. “Estoy feliz de poder estar acá; mucha emoción que la podamos ver por mi hijo y compartir este fanatismo con ellos. Lo que la hace distinta es ese patriotismo que tiene. Ella ama Argentina, es bien de acá”.
“Ser fan de María es más que escuchar su música”, dijo Agustín, un joven que junto a su grupo de amigos lleva meses esperando el show. “Es encontrar inspiración, compañía, y formar parte de una comunidad que siente lo mismo. Somos una familia”.
En medio de esa efervescencia, Alex, miembro del Club de Fans Oficial de Tucumán, compartió con LA GACETA cómo la música de María se entrelaza con su vida: “Cada canción de ella tiene un significado especial para mí. Pero en estos momentos, la más especial y la que cada vez que la escucho es imposible no llorar, es ‘Desafiando el destino’; me trae recuerdos hermosos qué pase al lado de mi viejo. María es especial y cura mi alma”, reflexionó.
La conexión entre María y sus seguidores parece ser el secreto de su éxito. Para muchos, no es sólo su talento y carisma lo que la hace única, sino su esencia humilde, simple y de barrio. “Tiene mucha luz, es genuina. Nos hace sentirla muy cercana”, añadió Alex, resaltando lo que la diferencia de otras estrellas.
Mientras tanto, los acordes de prueba resonaban desde el interior del Hipódromo, exacerbando la ansiedad del público. Este show, último en su gira y lleno de simbolismo, prometía cerrar un ciclo inolvidable en la carrera de la artista que pasó de ser una promesa del streaming a una de las figuras más convocantes de la escena nacional.
“Decime qué se siente que me mandes a bajar de todos los festivales pero me llamen igual”, canta María Becerra con la fuerza de quien ha transformado las críticas en éxitos. A pesar del “hate” que marcó sus inicios, la artista sigue reafirmando su lugar como la figura más convocante del pop y el reggaetón argentino y su debut multitudinario en Tucumán fue prueba de ello.
