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Milei-Macri, un punto del nuevo mapa

Milei y Macri

“¿Vamos para negociar o para romper?”, le preguntó a Macri uno de los designados para hablar con LLA; la reconfiguración del mapa político promete no pocas originalidades; bajo la superficie benévola empiezan a sumarse quejas y demandas

Entrega de Colectivos

La reconfiguración del sistema político, que empezó con la estrepitosa incursión y éxito de Javier Milei, acaba de entrar en un proceso de definiciones que se prolongará casi todo el año. Y tendrá consecuencia más allá.

El reciente intercambio de mensajes públicos, lleno de códigos cifrados, entre el Presidente y Mauricio Macri es apenas un punto en el nuevo universo político que está en conformación. Poco más que fuegos artificiales informes en medio de un big bang. Escaramuzas destinadas a estirarse.

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Las invitaciones barra desafíos, barra provocaciones, barra chicanas que se lanzaron Milei y Macri en las últimas horas son una muestra de la aceleración de ese proceso de reestructuración, que durante 2025 mostrará los primeros rasgos de una nueva fisonomía, en construcción hasta 2027, cuando se jugará el partido mayor.

En ese contexto, la única materia sólida es hoy el planeta del líder libertario. Enfrente solo hay un conjunto de elementos líquidos y gaseosos, que van desde Pro hasta el panperonismo, pasando por la confederación radical.

Obras

Todos ellos están en busca de identidad y destino. La módica excepción es un consistente pero pequeño grano de arena llamado Coalición Cívica, que no impacta en el sismógrafo, pero genera algunas interferencias con denuncias y posicionamientos nítidos. En tanto, la izquierda trotskista busca, en un inusual silencio callejero, reconstituirse del golpe sufrido por sus organizaciones sociales de base tras las denuncias de manejos irregulares de fondos y el drástico recorte a la intermediación de planes.

El Presidente y sus consejeros-ejecutores, Santiago Caputo y Karina Milei, aprovechan esa ventaja, fijan reglas y marcan siempre el tiempo casi a gusto, apalancados en los indicadores macroeconómicos, las respuestas favorables del mercado financiero y en ese magma incandescente que es el universo de sus adversarios, donde conviven muchos opositores que no logran hacer una oposición.

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Javier Milei, Wanda Nara, Mauro Icardi y Mauricio Macri
Alfredo Sábat
Javier Milei, Wanda Nara, Mauro Icardi y Mauricio Macri
Alfredo Sábat

Esta semana no pudo dejar más en evidencia esa realidad. Una vez más y casi obscenamente. Así se interpreta que, después de la instalación desde usinas oficialistas de una versión que involucraba al macrismo en una presunta protección en el ámbito fiscal durante su gestión, a empresarios kirchneristas, haya aparecido en público el propio Milei con una generosa oferta envenenada dirigida a Macri.

La secuencia parece explicarlo todo. Luego de las revelaciones de Hugo Alconada Mon sobre el sinfín de opacidades, irregularidades y arbitrariedades que concentra el flamante jefe de la DGI, Andrés Vázquez (impuesto por el asesor Caputo), llegó la acusación al macrismo de favorecer a los kirchneristas más cuestionados, que impactó de lleno en el submarino amarillo. Cuando aún no se había disipado el humo, surgió Milei para ofrecerle a Macri y los suyos la integración (incondicional) de una alianza para terminar con el kirchnerismo (en las urnas). Una oferta muy difícil de rechazar, diría un tal Corleone.

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La opción era simple: aceptar el ofrecimiento o, por defecto, confirmar las versiones sobre acuerdos espurios entre macristas y kirchneristas, cuando el antikirchnerismo es una de los pocos activos que le quedan al macrismo.

Mientras tanto, el Gobierno negocia con emisarios cristinistas y reinstala o asciende a agentes del poder permanente y subterráneo, cuyos años dorados transcurrieron en la era K.

Si eso no es una extorsión se parece demasiado”, decían algunos macristas indignados ante la capciosa oferta, mientras los más pragmáticos buscaban una salida a esa encerrona y los más ambiciosos celebraban. Es la diferencia entre tener y no tener poder. Y querer tenerlo.

La respuesta tuitera de Macri al convite, encabezada por un “querido Javier” (que a muchos le sonó a rendición y a otros les recordó al “querida Fabiola”, de Alberto Fernández), expuso tanto sus reticencias como sus debilidades.

La designación de un equipo de negociación fue la diagonal encontrada para tratar de salir de la encerrona, ganar tiempo y evitar contestar “por sí o por no” (diría Sergio Massa).

La reacción inicial de varios votantes y adherentes macristas en las redes contra una asimilación a los libertarios, así como el apoyo que en las encuestas Milei cosecha en ese electorado, suman dilemas para Macri, a quien el Presidente corteja y sus adláteres destratan.

Pollitos amarillos en fuga

Es una disyuntiva similar a la que le plantean gobernadores e intendentes de Pro, en cuyos distritos manda con autoridad la figura del libertario, y legisladores a los que se les vence el mandato y buscan renovarlo a toda costa. En sus pesadillas, al expresidente se le aparecen bandadas de pollitos (amarillos) en fuga.

Por eso, una de las figuras designadas para integrar la comisión negociadora propuesta (a la que los libertarios aún no han reconocido) lo primero que hizo cuando se enteró de su nominación fue llamarlo a Macri a su retiro en Cumelén para preguntarle: “¿Cuál es la idea, Mauricio, ir a sentarnos para arreglar o para romper?”.

La pregunta es una muestra gratis del nivel de incertidumbre y confusión que reina en la cúpula del macrismo, agravada por la percepción de que la estrategia nacional no logra amalgamarse con la táctica porteña de confrontación que despliega el primo Jorge, acosado (políticamente) por la hermanísima Karina.

El oficialismo se propone, así, cerrar pronto todos los acuerdos posibles y no solo los que apunten a sociedades electorales, pero que tendrían impacto decisivo sobre ese proceso.

El triángulo de hierro no quiere dejar pasar la ocasión. Si bien desdeña sombras en el horizonte mientras celebra los indicadores macroeconómicos favorables y las lisonjas y apoyos concretos que recibe del mundo empresario y financiero (más allá de las fronteras) no es sordo a algunos ruidos y nubarrones. Demandas que se acumulan bajo la benévola superficie.

Ahí se inscriben los reclamos crecientes de sectores productivos por el impacto del tipo de cambio así como por la presión impositiva, provenientes tanto del ámbito industrial como del mundo agroexportador.

En este último sector la situación se ve agravada por la caída del precio internacional de la soja, más la amenaza en ascenso de una sequía incipiente, que ya está golpeando a los cultivos de maíz, lo que vuelve a poner sobre la mesa el sempiterno reclamo por las retenciones a las exportaciones, mantenidas sin alteración por el pragmatismo de Milei para sostener su dogma superavitario.

Por ahora, la prédica (y la promesa) aperturista y libremercadista del Presidente, que tiene adeptos mayoritarios entre los productores agropecuarios, aguanta la contradicción y morigera reclamos, que ya se hubieran disparado ante gobiernos de otro signo, aún por consecuencias concretas menores.

Las organizaciones gremiales agropecuarias, que integran la otrora combativa Mesa de Enlace nacional, hacen gala de su mesura, mientras algunas regionales del ruralismo, como las de Córdoba y Santa Fe, ya empezaron a exponer sus quejas y reclamos, que sirven de válvula de escape. Habrá que ver si la ideología tiene respaldo en el bolsillo cuando llegue la hora de pagar cuentas.

Economía, política y elecciones

En ese escenario y también como parte del proceso de reconfiguración del mapa político en marcha, tomaron la bandera de los productores dos gobernadores de la zona núcleo que en su primer año de gestión buscan consolidar su flamante construcción y armar su propio proyecto más allá de las fronteras provinciales.

El peronista cordobés Martín Llaryora y el radical santafesino Maximiliano Pullaro encontraron ahí un instrumento multipropósito para consolidarse en su territorio y para instalarse en el plano nacional, sin ponerse en riesgo ahora ante la doble filiación de sus electores, que los sostienen localmente y, en el plano nacional, apoyan a la figura y la gestión de Milei. Más allá de que el planteo por las retenciones impacte sobre el gobierno nacional. Al mismo tiempo, ambos revalidan así su antagonismo con el kirchnerismo (archienemigo de los productores), al que sus votantes rechazan con más pasión que la adhesión que sienten por ellos.

Pullaro y Llaryora son dos exponentes claros, pero no los únicos, de ese rompecabezas político-partidario en proceso de construcción, en el que los tableros locales y el nacional conviven y avanzan en paralelo.

Bajo esa premisa se conformarán de manera diversa y hasta a veces antagónica las listas y alianzas nacionales y provinciales. La mayoritaria separación de las elecciones potenciará la policromía de un mapa que el oficialismo se ilusiona con empezar a pintar sólidamente de violeta este año para proyectarse hasta después de 2027.

En cambio, los no oficialistas del interior, donde la popularidad de Milei se impone, se ilusionan con un moderado teñido de ocasión (y conveniencia) para instalar su propio color en 2027.

En esa búsqueda de instalación sin afectar el equilibro inestable y provisional en el que se mueve, se destacó Pullaro con su declaración de neto corte productivista y, al mismo tiempo, antikirchernista, contra la subvención a su bastión del conurbano. Toda una elección de prioridades y destinatarios, ya que la provincia de Buenos Aires se ve tan perjudicada como la suya por las retenciones a las exportaciones y, sobre todo, por el desigual reparto de la coparticipación, que beneficia a otras provincias deficitarias y menos productivas.

Sin embargo, el santafesino prefirió eludir esa cuestión de fondo, menos rentable popularmente y más improbable de resolver en el corto plazo. Aunque su proyecto nacional es de largo plazo, tiene metas urgentes para construirlo. Abrir paso a su reelección con la reforma de la constitución provincial en marcha es una prioridad. Y necesita revestir su proyecto de motivos más efectivos y más nobles. Todo a su debido tiempo y armoniosamente.

Los gobernadores eligen concentrarse en cuestiones concretas y cercanas para sus votantes a la hora de discutir con el gobierno nacional. El calamitoso estado de la mayoría de las rutas nacionales por falta de obras de mantenimiento, a raíz del ajuste, que se traduce en un inquietante aumento de accidentes viales, asoma como un ejemplo de esa táctica y es uno de los planteos más recurrentes.

Es esa, también, una forma sutil de discutir la forma en la que se ha logrado el tan celebrado superávit de las cuentas públicas sin entrar en esa batalla. Los mandatarios provinciales no quieren regalar su foto para que sea incluida en el poster de los “degenerados fiscales”. El clima de época importa. Entre una probable derrota anticipada y una victoria posible, aunque lejana, se impone el instinto de supervivencia, aunque en el camino haya que resignar principios.

En su horizonte tienen a la vista elecciones legislativas y un universo político en plena reconfiguración, donde el único cuerpo sólido es (por ahora) el de Milei.

Fuente: LANACION

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