La movilización que habitualmente realizan los días miércoles un grupo de jubilados alrededor del Congreso de la Nación, en esta ocasión es acompañada por una veintena de barras bravas y agrupaciones políticas de izquierda.
El Ministerio de Seguridad de la Nación intenta aplicar el protocolo antipiquetes y pasadas las 16 se vivieron los primeros choques.
El primer enfrentamiento entre grupos y efectivos policiales se dio sobre la calle Rivadavia, metros antes de la intersección con Entre Ríos, sobre el frente del edificio del Congreso.
Mientras suenan bombas de estruendo, hay dos camiones hidrantes de la Policía Federal que les tiran agua a los manifestantes.
Si bien comenzaron cerca de las 16, los incidentes tuvieron su punto máximo a las 17.30, cuando se produjo un fuerte enfrentamiento entre la Policía y los manifestantes, que a las formaciones originales de Callao y Rivadavia le agregaron un ingreso masivo por la calle Moreno, a la altura de Entre Ríos.
Las piedras siguieron, al igual que los detenidos, que fueron en aumento. Del otro lado, las fuerzas de seguridad se defendieron con gas pimienta, balas de goma y especialmente camiones hidrantes.
A las 17.45 volvió a repetirse una imagen bien clásica de las últimas manifestaciones contra Milei: un grupo de manifestantes incendiaron un auto de la Policía de la Ciudad, que se fue consumiendo entre las llamas, en la zona de Avenida de Mayo y Santiago del Estero, a unas cuadras del Congreso. La mayoría de los incidentes, además de los barrabravas convocados, los llevaron adelante dirigentes de distintos grupos de izquierda.
Pasadas las 6 de la tarde, la plaza del Congreso había quedado prácticamente despejada y los enfrentamientos se había trasladado hacia las calles laterales del centro porteño y los que intentaron llegar a Plaza de Mayo. A excepción, un pequeño grupo que resistía en la zona del ingreso en Diputados mientras alrededor decenas de heridos eran asistidos por el Cuerpo de Evacuación y Primeros Auxilios (CEPA). Entre este grupo, se encontraba Isabel Pérez, una jubilada de 66 años y ex empleada bancaria. “Estaba tranquila en una esquina hasta que pasaron los policías de las motos. Yo estaba en la vereda, pero nos tiraron esos gases”, explicó a este medio recostada contra el frente de un garage de av. Callao. “Totalmente excedido, no estábamos haciendo nada. No se puede creer que no traten así”, calificó.