
El “Decano” y el “Rojo” se prepararon para jugar, hasta realizaron la entrada en calor, pero la tormenta desatada en Tucumán impidió que se juegue: según la Estación Experimental Agroindustrial Obispo Colombres cayeron 31mm de agua en 80 minutos.
El Servicio Meteorológico Nacional había anticipado lluvias para la noche del viernes feriado en Tucumán. Un aviso habitual, que seguramente fue tomado en cuenta por los cuerpos técnicos de Atlético Tucumán y de Independiente, tal vez para prever una cancha rápida, pero sin mayores preocupaciones. Durante la tarde, el clima no parecía amenazante: la temperatura trepó a los 28 grados y el cielo, aunque algo cubierto, no despertaba alarma. Pero a medida que se acercaba la hora del partido en el estadio José Fierro, el panorama cambió drásticamente. Fuertes ráfagas de viento comenzaron a azotar la capital tucumana y los reportes que llegaban desde el sur de la provincia anunciaban tormentas intensas en camino.
“Veníamos en el micro al estadio y uno de los auxiliares me dice ‘va a llover’. Revisamos el pronóstico en el celular y anunciaba que recién iba a llover a las 23. Nada de eso, nos bajamos y comenzó a llover muchísimo”, relató Néstor Grindetti, presidente de Independiente, mientras abandonaba el estadio después de las 22.30. Lo que describió el dirigente del “Rojo” fue exactamente lo que vivió cada persona que estuvo en el Monumental aquella noche.

Las puertas del estadio se abrieron a las 19.30 y los primeros simpatizantes comenzaron a ocupar sus lugares en las tribunas, buscando las mejores ubicaciones en las populares. A esa hora el cielo estaba completamente encapotado y el viento del sur soplaba con fuerza. Las primeras gotas llegaron poco después y sorprendieron a muchos, que rápidamente buscaron refugio improvisado debajo de las tribunas. La escena se repetía en cada rincón del estadio: gente corriendo, algunos cubriéndose con camperas, otros resignados. “¿A qué hora empieza el partido?”, preguntó un plateista en el sector 3, acompañado por su hijo. Le respondieron que a las 21.30. A modo de consuelo, dijo: “menos mal que se largó temprano”.
Lo que ese hincha no sabía era que la lluvia no se iba a detener. Por el contrario, su intensidad iría en aumento hasta volver impracticable cualquier intento de jugar al fútbol. A pesar de que inicialmente se comunicó una postergación de 15 minutos, el árbitro Darío Herrera, luego de revisar el campo y dialogar con los protagonistas, tomó la decisión de suspender el encuentro. Eran las 21.27 cuando lo anunció ante las cámaras de televisión. La noticia se confirmó segundos después por la voz del estadio y los abucheos no tardaron en hacerse escuchar. Los hinchas comenzaron a abandonar el recinto, aunque la situación afuera no era mejor.
La zona donde se encuentra ubicado el estadio suele presentar problemas cuando llueve con intensidad. Las calles se transforman en ríos y el tránsito peatonal se vuelve casi imposible. Lo más lógico hubiera sido mantener a los simpatizantes a resguardo, al menos hasta que la tormenta bajara su intensidad. Pero la frustración, el enojo y el desconcierto pudieron más, y cientos de personas emprendieron la retirada como pudieron.
“Es rarísimo lo que aconteció, porque llueve hace más de una hora acá, pero a 20 cuadras no ha pasado nada. La pelota no corre y hay que cuidar la integridad física de los futbolistas”, explicó Lucas Pusineri con tono resignado. La suspensión del encuentro no sólo dejó sin fútbol a miles de hinchas, también trastocó los planes logísticos de Atlético, que ya tenía todo organizado para su siguiente compromiso ante Godoy Cruz, en Mendoza. “Una modificación alteraría el viaje. Nosotros íbamos en avión y volvíamos en micro, eso produce un desgaste importante. Hay que pensar en lo que más nos convenga, porque todavía tenemos chances matemáticas de clasificar entre los ocho”, explicó el entrenador, con la mirada puesta en el tramo final de la fase regular.
Las complicaciones logísticas no se reducen a Atlético. El calendario de Independiente también está ajustado y cualquier reprogramación tiene que considerar factores como la Copa Argentina y la actividad de la Conmebol. “Los que definen las fechas tendrán que fijarse bien, porque además hay que considerar la agenda de los otros equipos involucrados. En mayo se juegan los dieciseisavos, antes del Mundial de Clubes. Habrá que ajustar lo mejor posible”, señaló el entrenador, anticipando la complejidad del rompecabezas.
Desde el campo de juego, Mateo Coronel, uno de los jugadores del “Decano”, relató lo vivido: “Entramos y la pelota no corría, no picaba. El árbitro nos llamó y nos dijo que se suspendía. Queríamos jugar, estábamos muy mentalizados. Contra estos equipos, para nosotros representa una ventaja, pero también entendemos que era peligroso”.
La preocupación por la integridad física de los futbolistas fue compartida también por Grindetti. “No podemos arriesgar a los jugadores a jugar así. La raya del arco estaba totalmente tapada por agua, la pelota no circulaba”, justificó el presidente de Independiente.
Atlético llegaba entusiasmado: dos victorias (All Boys e Instituto) y un buen primer tiempo ante San Lorenzo (terminó perdiendo 1-0). El equipo se mostraba en alza. “Habíamos levantado el nivel futbolístico. Una lástima, porque queríamos que los tres puntos quedaran en casa”, lamentó Coronel.
El partido era una oportunidad importante para consolidar el momento, pero la naturaleza impuso su propio plan.
Ahora, comenzará la negociación entre las dirigencias. Cada club defenderá sus propios intereses. Antes de dejar el Monumental, Grindetti deslizó que el 30 de abril podría ser una fecha posible para disputar el partido, sin considerar que Atlético debe visitar a Godoy Cruz el lunes 28, por la fecha 15. Modificar ese compromiso parece inviable, ya que el equipo mendocino jugará frente a Gremio el 24, por la Copa Sudamericana. El 1 de mayo, por ser el Día del Trabajador, no puede haber actividad, por lo que el jueves 2 aparece como otra opción. Pero esto implicaría correr el cruce entre Atlético y Lanús (última fecha de la fase de grupos), previsto para ese fin de semana, al menos hasta el martes 6. Y si ambos tienen chances de meterse entre los ocho mejores de la zona, habría que reprogramar otros partidos para evitar especulaciones. Todo un rompecabezas para la Liga Profesional, que ahora tendrá que resolver un problema que comenzó con unas gotas y terminó en una tormenta de decisiones.