
Los hechos ocurrieron en la década de 1990. En total, se contabilizaron más de 15 violaciones y al menos tres asesinatos. El ADN fue clave para esclarecer los crímenes.
Marilyn y Kenneth Bernardo
Uno de los protagonistas de esta historia, el varón, aparecerá más adelante. Antes deberá nacer. Su madre, Marilyn, había sido abandonada por sus padres y adoptada por un abogado, un hombre muy severo en el cumplimientgo de ciertas reglas sociales establecidas como el desprecio a quienes no alcanzaban una carrera universitaria, a los negros y a los que trabajaban con sus manos, por ejemplo. El primer candidato que llevó Marilyn a su casa fue rechazado por inculto. El segundo, en cambio, fue distinto. Marilyn y Kenneth Bernardo se casaron en 1960.
La pareja se estableció en un agradable barrio de clase media en el área de Scarborough, Toronto, Canadá. El matrimonio no funcionaba bien y Kenneth le pegaba con frecuencia a su mujer. Nada es seguro en este mundo. Después de tener un nene y una nena, Marilyn buscó refugio en su antiguo novio (el hombre que no poseía la educación que su padre requería para su hija). Con este muchacho tuvo un hijo que llamó Paul. Pero cómo arreglar este desbarajuste…
Kenneth fue tolerante y comprensivo a contramano de todos los pronósticos. En agosto de 1964, el nene fue anotado con el nombre de Paul Bernardo. No hubo un gran cambio en la personalidad de Kenneth pues aparte de pegarle a Marilyn, demostró una insana inclinación por el voyerismo, las ventanas vidriadas de sus vecinas fueron testigos de este extravío. No fue suficiente porque abusó de su hija. Marilyn se derrumbó deprimida, engordó, dejó de ocuparse de la casa y de los chicos y se refugió en su mundo que quedaba en el sótano de su casa.
Los chicos percibieron el desequilibrio emocional que se vivía en su hogar
Paul tenía una personalidad muy fuerte que le permitió escapar de las locuras que ocurrían en la casa. Era un pibe amigable que sonreía siempre, cortés, bien educado, buen alumno y boy scout.
Con el tiempo se fue involucrando más en los scouts. Ya era consejero y, a la vez, su apuesta figura lo convirtió en un joven muy popular entre las chicas. Pero todo lo bien que le iba en la escuela y en la vida social contrastaba con aquello que ocurría en su casa. Su madre, cuando él tenía 16 años, le dijo que era un bastardo y le mostró fotografías de su verdadero padre. El efecto fue devastador. Paul comenzó primero a burlarse de Marilyn y luego a llamarla “puta”. La odió desde ese momento y también a su padre Kenneth por sus enfermas perversiones sexuales manifestadas hacia su media hermana. Cambiaron también sus amistades en el barrio: se juntó con chicos perdidos en la vida, ladrones, camorreros, machistas y fafarrones. La actitud de Paul hacia las mujeres también se transformó para peor.
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Cuando Paul ingresó en el curso de ingreso a la Universidad de Toronto, sus fantasías sexuales aparecieron con fuerza. El sexo anal forzado era su medio de placer preferido, y buscaba mujeres sumisas. Su carácter era muy malo y le gustaba humillar a las mujeres en público. A aquellas que se atrevían a salir con él, además, las golpeaba.
Paul Bernardo y Karla Homolka
Paul Bernardo se recibió de contador. En octubre de 1987, conoció a la chica de sus sueños, rubia y hermosa. El era como un muñeco Ken y ella, llamada Karla Homolka, era tan bonita como una Barbie. Fue en ese año que Paul comenzó su carrera como violador serial en el barrio de Scarborough, Toronto, a pesar de su estable relación con Karla.

Paul y Karla se volvieron sexualmente adictos uno al otro casi inmediatamente. Karla, esposada, de rodillas y rogando por él; Paul le preguntaba qué pensaría si él fuera un violador y ella, más excitada, respondía que todo lo que él hiciera en la vida estaría bien. Su amor se profundizaba, como las torturas a las que Paul sometía a las mujeres que violaba. Su patrón era siempre el mismo: cuando su víctima bajaba del colectivo, a la noche, la agarraba de atrás y la tiraba al suelo; después de forzarla al sexo oral y anal, hablándole todo el tiempo, la dejaba ir. Dos años después, el número de sus asaltos sexuales había subido a 11. La Policía no tenía pistas, sí material genético de tres chicas y ningún sospechoso para realizar una comparación.
El identikit que lograron realizar no había dado ningún resultado y para 1989 las víctimas eran 13. Paul continuaba, siempre con el aliento de Karla, a la que no le importaba nada más que tener firme su relación con su novio bajo cualquier costo. Ella estaba obsesionada con la felicidad de Paul. Su peor miedo era no ser capaz de retener a este muchacho salvaje y emocionante (como lo definía) que iba a ser su esposo. Tenía bien pensado qué haría si Paul se aburriera de ella: le conseguiría a otra persona que lo excitara y de esta forma nunca se iría de su lado.
Paul y la virginidad de Karla
Al inicio de 1990, Paul era un financista adinerado, buen mozo y sofisticado. Las cosas cambiaron pocos meses después, cuando a Paul lo despidieron de la firma de contabilidad Price-Waterehouse. Tenía buenos ahorros pero de inmediato los ingresos se restablecieron pues Paul se dedicó al contrabando de cigarrillos a través de la frontera con los Estados Unidos. Karla y él se comprometieron. No había obstáculos que les impidieran planear una fiesta de bodas inolvidable. Paul, con el tiempo, fue incrementando sus extraños pedidos sexuales que Karla se esforzaba por cumplir. La llevaba al límite por una razón: sentía rencor porque ella no era virgen cuando la conoció.
Como el novio consideraba que la responsabilidad de no ser virgen era de ella, para expiar su culpa debía permitir y hasta ayudar a que él tomara la virginidad de su hermana menor, Tammy Homolka, de 15 años, sin que esta lo advirtiera o consintiera. Para ser más claros, Paul se quedaría satisfecho si Karla lo ayudaba a violar a su hermana. Lejos de escandalizarse, ella pensaba como él: la violación de su hermana era conveniente, necesaria, debía cumplirse. Hasta la grabarían en video, para tener un buen recuerdo.
Como Karla trabajaba en una clínica veterinaria, tenía algún conocimiento de sedantes, es decir aquellos que utilizaban para las cirugías con animales. El tema era qué y en qué cantidad debía usar para sedar a Tammy para que Paul pudiera violarla. Decidió usar halotano, un anestésico general por inhalación.
Karla estaba convencida que su hermana superaría el trance sin problemas. No quería matarla sino dársela a Paul como regalo de Navidad. Solamente tendría que poner el halotano sobre una tela y sostenerla sobre la cara de Tammy pero asegurarse que tuviera suficiente aire. Todo su amor estaría puesto en esta violación, que, pensaba, solamente una hermana podía preparar con tanto cuidado.
El día D
El 23 de diciembre de 1990 sería el día del evento. Paul llevó su filmadora para registrar a la familia Homolka, es decir a los padres de Karla, Tammy y Lori, la menor, y la esmerada decoración navideña de la casa. Durante la velada, Paul no paró de ofrecerle bebidas a Tammy, convenientemente mezclada con un sedante ligero. Las drogas y el alcohol hicieron efecto y Tammy quedó inconsciente en el sillón. A nadie le llamó la atención. Era tarde y pensaron que la nena dormía.
Cuando los demás miembros de la familia se fueron a acostar, Paul y Karla se dedicaron a lo suyo. Paul mantuvo la cámara enfocando a Tammy mientras la violaba y Karla mantenía un trapo embebido en halotano sobre la cara de su hermana. Luego Paul ordenó a Karla que hiciera avances sexuales sobre su hermana dormida. Repentinamente Tammy vomitó. Karla deseó que su hermana no hubiese comido… La sostuvo cabeza abajo tratando de despejar su garganta.
Tammy igual se sofocó hasta morir. Sus intentos por revivirla fallaron. ¿Qué hacer? La vistieron, escondieron las drogas y la cámara de video y llamaron a una ambulancia. Lo primero que oyeron sus padres de esta tragedia fue la ambulancia estacionando en la vereda de la casa.
La violación y crimen de Tammy no disminuyó la necesidad de Karla de satisfacer cualquier deseo de su novio. Paul hacía su parte: insistía que Tammy había muerto por culpa de la impericia de Karla, en consecuencia ella era responsable de buscarle un reemplazo. No hubo ninguna objeción, al contrario: Karla conocía a una joven que podría agradarle a su novio llamada Jane, que se parecía mucho a Tammy (también era virgen).
Jane, como regalo de casamiento
Jane, de 15 años, admiraba a Karla como a una hermosa y sofisticada modelo, y aceptó la invitación para ir a la nueva casa que la pareja había alquilado. Karla se pasó horas charlando con la chica y ofreciéndole bebidas alcohólicas dulces con triazolam, un medicamento que favorece el sueño. Jane se quedó dormida. Karla llamó a Paul para que fuese a ver su regalo sorpresa. El violador estaba encantado.
Una vez que desnudaron a Jane, Paul filmó a Karla teniendo sexo con la chica dormida. Luego Paul violó a Jane con salvajismo y Karla debió luego limpiar la sangre. La víctima estaba tan drogada que no se despertó. Al día siguiente, Jane se sentía muy mal y no tenía idea de lo que le había ocurrido. Creyó que su estado se debía a que había bebido alcohol por primera vez.

Paul parecía muy agradecido por el regalo de la virginidad de Jane. Estaba asombrado por las cosas que Karla era capaz de hacer por él. Se convenció que debía casarse con ella. No podía esperar más porque Karla ya era una mujer mayor según su criterio, tenía 21 años. El seguìa cazando jovencitas de la localidad. Hacia fines de enero de 1991, recogió a una chica en la autopista. Le pegó tanto que la dejó inconciente. La llevó a su casa y la violó en el dormitorio matrimonial. Luego la abandonó en un zanjón.
Leslie y Kristen
El viernes 14 de junio de 1991, Leslie Mahaffy, de 14 años, salió a la noche con sus amigas y regresó después del horario establecido por sus padres. A las dos de la mañana, se encontraba en la calle, con su casa cerrada, sin llaves. Buscó alguna forma de entrar sin hacer ruido. Con la peor suerte imaginable, se encontró con Paul que andaba por el barrio buscando una oportunidad. Puso un cuchillo en la garganta de Leslie y la obligó a entrar al auto. La llevó a su casa.
Mientras Karla dormía, empezó a filmar a la nena de 14 años desnuda y con los ojos vendados. Cuando Karla despertó se enojó porque Paul había usado sus mejores copas de champaña para entretener a su nuevo juguete. Pero finalmente Karla se acercó y actuó como la esposa obediente que su marido quería.
Paul le dio elaboradas instrucciones acerca de cómo quería que tuviera sexo con Leslie. Era como la voz de un director de una película pornográfica. La filmadora grababa. Después, intervino Paul. Leslie Mahaffy fue descuartizada y tirada a un lago.
Quince días después del secuestro de Leslie, Paul y Karla se casaron. La ceremonia fue fastuosa. Llegaron a la iglesia en un carruaje con caballos; luego hubo una gran fiesta con mucha champaña, una cena para 150 invitados en Queen’s Landing, con carne de ternera y faisán como menú. Ese mismo día, 29 de junio de 1991, hallaron los restos de Leslie Mahaffy en el lago Gibson.
El 16 de abril de 1992 fue viernes santo. Kristen French, de 15 años, fue secuestrada del estacionamiento de la iglesia en la ciudad de St. Catherines, en la provincia de Ontario. Karla se bajó del automóvil con un mapa y fingió estar perdida. Le pidió ayuda a Kristen para que la orientase. Cuando Kristen estuvo parada junto al auto mirando el mapa, Paul la empujó al asiento trasero amenazándola con un cuchillo. No fue una acción espectacular pues a pesar de que era de tarde y en la calle había transeúntes, nadie se dio cuenta de nada.
Kristen fue violada y torturada en la casa de Paul y Karla durante tres días. El 30 de abril, el cuerpo de Kristen apareció en un zanjón. Que su cuerpo desnudo no hubiese sido desmembrado como el de Leslie Machaffy llevó a la Policía a la errónea conclusión de que las muertes no estaban conectadas.
Una investigación con 230 sospechosos
El detective Steve Irwin venía investigando desde hacía dos años las violaciones impunes ocurridas en la zona. Se habían tomado muestras de material genético hallado en el cuerpo de las chicas violadas y se tomó declaración, en esos 24 meses, a muchos hombres que vivían en la localidad, incluido Paul Bernardo. También se les tomaron muestras de saliva, sangre y cabellos para comparar. En total, el detective Irwin tenía 230 sospechosos, demasiados para poder avanzar un centímetro.
Las pruebas de laboratorio tardaron mucho. De aquel universo de posibles autores, solamente cinco concordaban con el factor sanguíneo del atacante. Para llegar a esta conclusión se tardaron casi dos años. Otras pruebas científicas se realizaron en abril de 1992. Para entonces los ataques del violador, es decir de Paul Bernardo, se habían detenido (estaba ocupado con los “regalos” que le ofrecía su esposa Karla). También en golpear a su propia mujer, que más de una vez terminó con los ojos morados en el hospital.
Recién en febrero de 1993 el laboratorio forense de Toronto analizó las muestras de sangre de Paul Bernardo. Los test probaron que él había violado a las chicas del barrio Scarborough. Si los análisis se hubiesen realizado con menos papelerío, burocracia y desinterés, Paul Bernardo hubiese estado en la cárcel en lugar de violar y matar a más jóvenes.
La caída
Paul fue arrestado por violaciones reiteradas y por los asesinatos de Mahaffy y French. Karla estaba nerviosa y asustada; calmaba su ansiedad con alcohol y analgésicos. El 19 de febrero de 1993, la Policía allanó la casa del matrimonio y encontró mucha evidencia. Paul tenía un registro escrito de cada una de las violaciones de Scarborough, además de una gran biblioteca con libros y videos de desviaciones sexuales, pornografía y asesinos seriales. Estaban allí las filmaciones de Mahaffy y French, entre otras.

Al ver los videos la Policía supo que había más de un pervertido en la casa. Karla aparecía en las escenas de violación y torturas contra Leslie Mahaffy y Kristen French.
Karla Homolka contrató de inmediato al abogado George Walker. El defensor no perdió tiempo y le ofreció al procurador general Murray Segal una declaración completa e incriminatoria de Karla contra Paul Bernardo a cambio de inmunidad. El enamoramiento y la sumisión a su marido se habían esfumado en el alma de Karla.
Murray contestó que debido a la participación de Karla en al menos dos homicidios, la inmunidad completa era imposible. Acordaron que ella recibiría 12 años de prisión, y podría pedir la libertad condicional si mantenía la buena conducta en la cárcel. Además, Segal haría lo posible para que Karla cumpliera su sentencia en un neuropsiquiátrico en lugar de la penitenciaría.
A esta altura a Karla los periodistas la llamaban “La Barbie asesina” debido a su aspecto parecido al de la famosa muñeca. La comparación de Paul con el muñeco Ken no se hizo esperar. Eran “Ken and Barbie Killers”.
A principios de marzo de 1993, Karla escribió una carta a sus padres:
“Queridos papá, mamá y Lori: Esta es la carta más dura que jamás haya escrito y probablemente ustedes me odien después de leerla. He guardado esto dentro mío por tanto tiempo y ya no pudo mentirles más. Tanto Paul como yo somos responsables por la muerte de Tammy. Paul estaba “enamorado” y quería tener sexo con ella. Quería que yo lo ayudara drogándola con pastillas para dormir traídas de mi trabajo. Me amenazó y abusó física y emocionalmente de mí cuando me negué. No hay palabras para hacerles entender en lo que me metió. Estúpidamente acepté hacer lo que él decía. Pero algo (quizás la combinación de las drogas con la comida que ella comió esa noche) la hicieron vomitar. Traté desesperadamente de salvarla. Lo siento mucho. Pero nada de lo que diga puede traerla de vuelta… Daría gustosa mi vida por la de ella. No espero que me perdonen, porque yo jamás podré perdonarme a mí misma. Karla”.
El perdón llegó sin demasiada espera e hizo crujir la memoria de Tammy. El 27 de junio de 1993, Karla participó de una fiesta en la casa de sus padres luego de aceptar las condiciones de la fiscalía. La mayoría de los canadienses se escandalizaron con este arreglo judicial y con esta “fiesta”.
En mayo de 1995, el juicio comenzó en la corte del juez Patrick LeSage contra Paul Bernardo por los asesinatos de Mahaffy y French. Karla Homolka declaró en su contra y se incluyó como evidencia los videos en los que Paul violaba a las víctimas. El juicio fue totalmente privado a causa de las filmaciones de los abusos y torturas.
Paul declaró en su defensa que las muertes se habían debido a un “accidente”. Luego cambió su relato y dijo que las había matado Karla. Desde entonces, reiteró en toda ocasión que la culpable de las violaciones y los homicidios había sido su mujer. No le creyeron, menos al ver los videos.
Paul Bernardo fue condenado a prisión perpetua sin posibilidad de libertad condicional. Karla, por su parte, quedó libre el 5 de julio de 2005. Tenía 35 años (se le había negado un par de veces la libertad anticipada porque los informes criminológicos marcaban el riesgo de “reincidencia”). Se volvió a casar y tuvo tres hijos. Cambió su nombre por el de Leanne Bordelais. Luego de una estancia en el Caribe, volvió a vivir en Canadá.