
Mileístas y macristas se acusan mutuamente de mentirosos, mientras el peronismo se muestra unido cuando ve amenazados sus intereses
La política mostró su peor rostro en la noche del miércoles en el Senado y la imprevisibilidad argentina, ese mal tan temido por cualquier inversor, volvió a florearse en el horizonte. Cuando todo hacía suponer que el proyecto de ley de ficha limpia, después de nueve años de luchas por imponerlo, iba a ser por fin sancionado, la clase política perdió su mejor oportunidad para sentar las bases de su autodepuración y evitar que las instituciones sigan funcionando como aguantaderos de delincuentes. La ficha limpia, que había sido avalada con la firma de más de medio millón de ciudadanos, terminó asesinada. Los autores materiales del crimen están identificados, al igual que su jefe, y solo hay dudas sobre los autores intelectuales y los verdaderos móviles de este asesinato en el Senado de la Nación.
Dos senadores misioneros muy manipulables, Carlos Arce y Sonia Rojas Decut, le asestaron a la iniciativa la puñalada final, instigados por su jefe político, Carlos Rovira, exgobernador de Misiones que maneja los hilos políticos de la provincia. El golpe de muerte fue sorpresivo y cobarde: los dos legisladores habían expresado públicamente hasta poco antes de iniciada la sesión que estaban a favor de la ficha limpia. Aún resuena en los oídos de quienes se ilusionaron con la ley el compromiso de la senadora Rojas Decut: “Tiene que salir. Es algo que la sociedad demanda”, había afirmado en declaraciones radiales. Súbitamente, ambos legisladores se convirtieron en los malos de la película. Ni siquiera aprovecharon el debate parlamentario para explicar su cambio de posición. Votaron directamente en contra del proyecto, imposibilitando por un solo voto su sanción, y huyeron raudamente, como avergonzados, de la escena de crimen.
Como si no esperaran tamaño desenlace, los 33 senadores kirchneristas presentes en la sesión festejaron lo ocurrido como un épico gol que los salvó del descenso en el último minuto del partido. Algunos lloraron de emoción. Su líder, Cristina Kirchner, había logrado zafar una vez más y, a menos que la Corte Suprema convalide rápidamente la sentencia que sobre ella pesa, estará habilitada para ser candidata en las elecciones nacionales de octubre.
La pugna por el voto porteño está dinamitando la hipotética alianza de mileístas y macristas
Hay más de una hipótesis sobre el móvil del crimen. Esto es, acerca de la razón que llevó al hombre fuerte de Misiones a ordenar a sus dos sicarios en el Senado que dieran muerte a la ficha limpia.
- La primera hipótesis es que Rovira haya actuado solo por su propia cuenta, persuadido de que se estaba ante un proyecto de ley inconveniente. De ser así, es extraño que no se hubiera preocupado antes, cuando los diputados nacionales de su propia fuerza política, el Frente Renovador de la Concordia Social, que también le responden, votaron a favor de la ficha limpia. También llama la atención que, hasta ese momento, los senadores Arce y Rojas Decut habían votado siempre en sintonía con los deseos de la Casa Rosada, tal vez como una derivación de que Misiones ha sido la provincia más favorecida en el reparto de Aportes del Tesoro Nacional (ATN) por el gobierno de Javier Milei y porque su partido político ha sellado un acuerdo electoral con La Libertad Avanza en la provincia. ¿Por qué entonces ellos y Rovira se opondrían a un proyecto que el oficialismo mileísta auspiciaba?
- La segunda hipótesis es que Rovira haya concretado un pacto secreto con Cristina Kirchner, que hubiera sido la primera damnificada por la sanción de la ley en cuestión.
- La última alternativa es que Rovira haya actuado por expreso pedido del gobierno de Milei. Se trataría de la hipótesis más firme en función de los propios dichos del líder misionero en una reunión con varias decenas de funcionarios y dirigentes partidarios que tuvo lugar en un salón de la Legislatura provincial un día después de la sesión del Senado, según la reconstrucción de ese encuentro que hicieron el corresponsal de LA NACION, Martín Boerr, y periodistas de otros medios. La Casa Rosada desmintió esa versión.

Rodrigo Néspolo – LA NACION
Queda claro que, en cualquier caso, el voto final de los dos senadores misioneros fue el secreto mejor guardado y que el golpe mortal contra la ficha limpia constituyó una operación por cierto muy sofisticada. Si Cristina Kirchner o alguno de sus colaboradores operaron sobre Rovira, lo hicieron con una discreción tal que al menos la gran mayoría de los senadores kirchneristas no imaginaron lo que sucedería: estaban resignados, pensando que la votación estaba perdida para ellos. Y si fue un operador de Milei quien persuadió a Rovira –las malas lenguas hablan de Santiago Caputo–, debió haber actuado con un grado de sigilosidad extremo para que ningún ministro ni ningún senador del oficialismo pudiera intuir el desenlace. Secreto y sorpresa.
¿Podría haber estado Milei interesado en que fracasara la sanción de un proyecto que el propio Poder Ejecutivo Nacional decidió acompañar aun después de no pocas idas y vueltas? Para los voceros de la Casa Rosada es una hipótesis sin sentido que solo Silvia Lospennato se empeña en fogonear para obtener un rédito en los inminentes comicios de legisladores de la ciudad de Buenos Aires. La respuesta de quienes desconfían de la actitud del presidente de la Nación es que no pocos dirigentes de La Libertad Avanza, con Santiago Caputo a la cabeza, han creído siempre que a Cristina Kirchner era mejor ganarle en las urnas que inhabilitarla para competir mediante una ley que el kirchnerismo consideraría una “proscripción” y que le permitiría victimizarse a la líder del peronismo. Tener a Cristina Kirchner en la cancha ayudaría, según ellos, a polarizar al electorado no peronista en beneficio de los libertarios.
No faltan quienes temen motivaciones incluso más nefastas, como la posibilidad de un canje de rehenes entre la fuerza gobernante y el kirchnerismo. Esto es, entre Cristina Kirchner y Karina Milei, quien hasta el momento ha podido zafar de una convocatoria parlamentaria a brindar explicaciones por el escándalo $LIBRA, pese a haber sido señalada como responsable de abrirles la puerta de la Casa Rosada a los controvertidos hombres de negocios que se acercaron al Presidente.
Finalmente, hay quienes sospechan que cerca de Milei simplemente se buscó frustrar la sanción de la ley de ficha limpia para que la diputada Lospennato, que fue precisamente una de sus principales impulsoras y voz cantante del proyecto en la Cámara baja, no pudiera capitalizar políticamente su aprobación de cara a las elecciones porteñas, en las que encabeza la lista de Pro.
La estrategia de comunicación de Milei tras el fracaso de la ficha limpia en el Senado no fue la más convincente. En vez de pedir explicaciones a dos senadores que tradicionalmente se comportaron como socios del Gobierno y a su jefe político, el Presidente optó de entrada por cuestionar al partido que lidera Mauricio Macri, paradójicamente el mayor garante de sus triunfos en las más arduas batallas parlamentarias.
“Venía avisando que los ñoños republicanos estaban tramando algo sucio. Con sus medios afines instalaban que estaban los votos, pero una cosa es decirlo y otra es contarlos. Ese laburo lo hacen Guillermo Francos y Santiago Caputo, y los votos no estaban”, se quejó Milei. Su aseveración resulta contradictoria con lo que el titular del bloque de senadores libertarios, Ezequiel Atauche y el propio Francos habían expresado públicamente antes del comienzo de la sesión: para ellos, los 38 votos a favor de la ley estaban contados y asegurados. Si el Presidente estaba tan seguro de que “los votos no estaban” y realmente quería que la iniciativa se convirtiera en ley, cabe preguntarse por qué no lo transmitió antes y forzó una nueva reprogramación de su tratamiento. Frente a eso, Milei asegura que él propuso que, antes de la sesión, los senadores suscribiesen un documento con las 37 firmas necesarias para la aprobación de la ley y que los representantes de Pro se negaron a proceder así.
Milei agregó que todo fue “una operación mediática teñida de amarillo para inflar a Silvia Lospennato en la campaña” y acusó a la primera candidata de Pro de “mentirosa”. El Presidente incurrió, sin embargo, en observaciones un tanto polémicas. En tal sentido, cuestionó a Pro porque gobernó la ciudad de Buenos Aires durante 17 años y no sacó ninguna ley de ficha limpia, Lospennato le recordó que Pro no tuvo la mayoría indispensable en la Legislatura porteña para avanzar con una legislación como esa: “Se necesitan 40 votos y el año pasado el tema se votó en el recinto y solo alcanzamos 39”.
El alto nivel de tensión entre La Libertad Avanza y Pro se ha potenciado por la cercanía de las elecciones porteñas, que han entrado en su recta final. Existe la impresión entre distintos analistas de opinión pública de que el modo en que se produjo el desenlace de la ficha limpia en el Senado podría repercutir en el resultado electoral. No pocos encuestadores que tenían previsto medir a los votantes durante la última semana decidieron demorar su trabajo de campo hasta este fin de semana intuyendo que lo ocurrido en la Cámara alta podría impactar en el electorado.
Valeria Rotman
Coinciden algunos de ellos en que se le ha abierto a Pro una ventana de oportunidad para plantear una sospecha que pueda afectar la capacidad de La Libertad Avanza para conquistar un electorado como el porteño, que suele ser sensible a los temas asociados a la transparencia. El debate posterior al fracaso de la ficha limpia le ha dado a la diputada Lospennato una visibilidad que podría ayudarla a superar una de sus mayores debilidades, que era su alto grado de desconocimiento público, que hasta el 23 de abril llegaba al 30%, según un estudio del consultor Cristian Buttié. Por eso no faltan quienes opinan que Milei cometió un error al elevar a la principal candidata de Pro a un primerísimo plano.
La división del electorado de centroderecha entre las fuerzas lideradas por Manuel Adorni, Silvia Lospennato, Horacio Rodríguez Larreta y Ramiro Marra, más los votos que puedan sacarles la UCR y la Coalición Cívica, sigue favoreciendo a la alternativa peronista que encabeza Leandro Santoro en la mayoría de las encuestas que se conocen hasta hoy, al tiempo que La Libertad Avanza aventaja al macrismo. La estrategia de Pro es, precisamente, instalar fuertemente en los últimos días de proselitismo a la diputada Lospennato y desarrollar una campaña negativa contra Rodríguez Larreta, a quien no pocos electores visualizan como candidato de Pro pese a que se escindió de esa fuerza política. Según allegados a Jorge Macri, Rodríguez Larreta tendría una intención de voto de entre 6 y 8 puntos y la apuesta de Pro es recuperar al menos 3 de esos puntos. La Libertad Avanza, por su lado, tratará de seguir nacionalizando su campaña, apostando a una polarización a partir de la consigna “Kirchnerismo o libertad” y apelando a un supuesto “voto útil”.
Lo cierto es que la pugna por el voto porteño está dinamitando la hipotética alianza de mileístas y macristas, tanto para los comicios bonaerenses como en otra clase de acuerdos de gobernabilidad. Milei ha colocado a sus principales aliados en el lugar de los enemigos, y dirigentes de uno y otro sector se acusan de mentirosos. Entretanto, su real adversario, el peronismo, pese a las diferencias entre Cristina Kirchner y Axel Kicillof, ha mostrado signos de resiliencia y capacidad para unirse cuando sus intereses son amenazados. La figura de los bizantinos discutiendo sobre el sexo de los ángeles mientras el Imperio Otomano se aprestaba a tomar Constantinopla en 1453 debería ser recordada por Macri y Milei.