Aunque con guiños a la tradición, los prelados destacan que Robert Prevost mantiene una fuerte sintonía con el legado de Francisco
ROMA.- Al presentarse ante el mundo, lució la muceta roja y una cruz pectoral dorada, al estilo de Benedicto XVI. Dejó de lado el Fiat 500 blanco de Francisco y optó por un SUV negro. También anunció que volverá a residir en el departamento pontificio del Palacio Apostólico. Y en la tradicional primera audiencia con los más de 4000 periodistas que cubrieron el cónclave, concluyó con una bendición en latín. Su predecesor argentino, en cambio, el 16 de marzo de 2013 había preferido ofrecer una bendición silenciosa ante la prensa internacional, “respetando la conciencia de cada uno, pero sabiendo que cada uno de ustedes es hijo de Dios”.
A diez días de la elección de León XIV, los sectores más conservadores de la Iglesia exultaron con entusiasmo cada uno de estos gestos, e intentaron apropiarse de la figura del nuevo papa, presentándolo como una contracara de Francisco.
Aunque todavía es pronto y hay que dejar que el primer papa estadounidense —misionero y también con nacionalidad peruana— dé sus primeros pasos, la mayoría de los cardenales que lo eligieron en un cónclave sorprendentemente rápido —menos de 24 horas, apenas cuatro escrutinios— coincide en señalar que, más allá del estilo y las formas, en lo esencial hay mucho de Francisco en Robert Francis Prevost. En ese sentido, basta con tomarse el trabajo de leer con atención todo lo que ha dicho hasta ahora.
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“Yo estoy confiado en que tomamos la decisión correcta —que el Espíritu Santo hizo la elección correcta a través nuestro— porque estamos muy contentos con los mensajes que hemos recibido de él. Sentimos que León XIV realmente va a sostener la visión de Francisco, especialmente su llamado a que la Iglesia sea una Iglesia sinodal en misión. No esperamos que sea una fotocopia o un clon de Francisco, porque tiene una personalidad completamente distinta, pero creo que tiene muchas cosas originales para aportar, por toda su experiencia: es una combinación de experiencia norteamericana, sudamericana, y su experiencia universal como Superior General de los Agustinos”, dijo a LA NACION el cardenal filipino Pablo “Ambo” Virgilio David, presidente del episcopado de su país.
“Yo me baso en el contenido de sus mensajes para entender hacia dónde va su pontificado. Ya de por sí es refrescante tener un papa que hable con fluidez italiano, inglés, español y francés. Y es un buen comunicador. Y ahora estamos contentos con lo que ha dicho. Creo que eso es lo importante. Es entendible que el Papa es el Sumo Pontífice, y la sede del papado está en Roma, y supongo que hay cierta presión sobre él para demostrar que, aunque sea estadounidense, aunque esté influenciado por la cultura sudamericana o por ser agustino, es consciente de la naturaleza romana del papado. Y creo que hablar en italiano y rezar en latín es algo simbólico. Después de todo, la fe católica está enraizada en Roma. Es más un símbolo que un intento literal de volver atrás”, consideró. “No creo que vuelva a celebrar misa en latín como norma. No creo que les pida a las iglesias en Filipinas que celebren todas las misas en latín y que dejen de usar las lenguas vernáculas. No creo que vaya por ese lado”, añadió.

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Coincidió con esta visión el cardenal estadounidense Robert McElroy, arzobispo de Washington y considerado uno de los referentes del ala progresista de la Iglesia. “Veo al nuevo papa en continuidad con Francisco y justamente eso, la continuidad, fue un factor central por el que fue electo mayoritariamente en el cónclave”, aseguró a LA NACION.
“Por supuesto es distinto, tiene una personalidad diferente, pero hubo varios elementos de Francisco que la gran mayoría tuvo en cuenta en el cónclave para elegir a Prevost: un discípulo misionero, como indica la Evangelii Gaudium (documento programático de Francisco); la cuestión de la sinodalidad; la visión de Iglesia como hospital de campaña, que no está ahí para juzgar, sino para curar a los heridos de hoy; los esfuerzos puestos para reformar la curia romana”, precisó McElroy.
Consultado sobre la reacción que habría tenido Francisco, el cardenal respondió: “Sí, seguramente estaría muy contento” con la elección. “No sé si Prevost era su candidato, pero sí seguramente fue el candidato de Dios, fue todo muy espiritual lo que pasó en la Capilla Sixtina”, confió.
Varios cardenales quedaron impactados el sábado de la semana pasada por el estilo sinodal de León XIV. Tras su primer discurso programático ante ellos, en un fiel reflejo de su compromiso con la Iglesia sinodal impulsada por su predecesor, el nuevo Papa abrió un espacio para preguntas e intercambio de ideas. A quienes no pudieron intervenir en persona, les ofreció la posibilidad de enviar sus sugerencias por correo electrónico. En un contexto marcado por un cónclave en el que muchos cardenales no se conocían ni se habían visto antes, surgió una propuesta concreta: establecer al menos una reunión anual entre el Papa y los cardenales.
“León XIV fue muy amable y muy cálido. ‘Gírense hacia sus vecinos, dos o tres, y compartan’, dijo. Y lo hicimos. Después, hubo tiempo para las preguntas. Y él respondió todas las que el tiempo permitió. Eso es lo que Francisco aportó al concepto de sinodalidad. Por eso fue un formato sorprendente. Así es como se hace: se escucha, se mira, se reza, se abre uno, se comparte con quienes tenés cerca —ya sea un grupo chico o una mesa de diez— y luego se dialoga”, subrayó ante LA NACION el cardenal checo-estadounidense Michael Czerny.