La Justicia identificó al psiquiatra que recetó esos psicotrópicos y fue convocado como testigo; los cuerpos fueron entregados esta noche a la familia
Al luchar por su vida, uno de los hijos de Laura Fernanda Leguizamón dejó una marca en el cuello de su madre. Según la autopsia la laceración hallada en el cuerpo de la agresora correspondía a un arañazo provocado durante una pelea. Durante la revisión del departamento 6° A del edificio de Aguirre 295, los investigadores hallaron varios blisters de medicamentos recetados para patologías psiquiátricas.
Así se determinó que Leguizamón estaba medicada con un conocido antidepresivo, recetado para tratamientos por depresión, ataques de pánico y cambios en el estado de ánimo. La supuesta agresora también realizaba un tratamiento con un antipsicótico que tiene acción terapéutica para patologías como esquizofrenia, bipolaridad y depresión.
De acuerdo con los integrantes del entorno del matrimonio formado por Leguizamón y Bernardo Adrián Seltzer, la mujer habría dejado de tomar el antidepresivo y el antipsicótico dos meses antes de la tragedia. Dichos testigos indicaron que, al consumir estos medicamentos, Leguizamón exponía una personalidad paralela. Ante los allegados, Leguizamón habría expresado que dichos psicotrópicos le provocaban estrés y por eso dejó de tomarlos.
Más allá de la investigación en curso, los cuerpos fueron entregados esta noche a la familia.

Mientras que Paula, la encargada del edificio de Aguirre 295, describió el estado de ánimo de Leguizamón en los días previos a la tragedia. “Ella decía que se levantaba de la cama por sus hijos. Decía que si no era por ellos estaba todo el día en la cama”, manifestó Paula.
Hasta el momento, la principal hipótesis sobre el móvil de los homicidios de Bernardo Seltzer y de sus hijos Ian e Ivo y el suicidio de Leguizamón habría sido el brote psicótico que sufrió la mujer y que provocó que atacara a su esposo y a sus hijos. Esa reacción habría sido provocada por la falta de tratamiento de la patología que padecía y, supuestamente, por haber dejado de tomar la medicación.
“Siempre fue una mujer sonriente, muy amable, muy arreglada. En las últimas semanas no salía. Se la veía muy poco”, expresó la encargada, en la puerta del edificio.
Allegados al matrimonio Seltzer -Leguizamón indicaron que los primeros síntomas de la patología que sufría la mujer quedaron expuestos hace ocho años. Aunque hace dos meses esos cambios en los estados de ánimo se habrían vuelto más frecuentes, lo que llevó a Seltzer a dejar de concurrir a la sede de la empresa en la que trabajaba y trabajar de forma remota.
Durante los días previos a la tragedia, el matrimonio consultó con una psicóloga, quien decidió no hacerse cargo de la terapia de Leguizamón debido a la relación de amistad que existía con la mujer.
Ante esta circunstancia, según reconstruyeron los investigadores, Seltzer habría convencido a Leguizamón para iniciar una terapia con el equipo interdisciplinario de un hospital privado de la zona de Almagro.
Allí, les dieron turno para fines de junio, debido a que la patología de Leguizamón no fue calificada como de urgente atención.
Una semana después, la mujer tomó un cuchillo de cocina con mango de madera y mató a su esposo mientras dormía.
Después con el mismo cuchillo persiguió y apuñaló a sus dos hijos. Uno de los niños, según la autopsia, tenía diez puñaladas.
Los responsables del sumario también trabajan sobre una hipótesis secundaria. Esta pista surgió a partir del análisis forense del contenido de la nota que dejó la agresora en la cocina del departamento.
La misiva estaba escrita a mano, en una hoja tamaño oficio. En letras de imprenta mayúsculas predominaba una frase: “Íbamos a la calle”. En la nota, además, se destacan dos manchas de sangre, como si se hubiesen impregnado en el papel por goteo.
Esta prueba formará parte de la autopsia psicológica que realizarán los peritos para determinar si dicha frase tenía un significado económico fundado en la posibilidad de la familia tuviera una crisis financiera que hubiera llevado a quedarse en bancarrota. De todas formas, el análisis del móvil del triple homicidio y suicidio quedaría de lado por pruebas servirían para la fiscalía para cerrar el caso.
“Les arruinaba la vida”, “Con lo que iban a pasar, todo mal, muy perverso”, “Fue mucho”, “Los amo”, “Lo siento”, “Mis padres . . . “, eran las frases, aparentemente dispersas, que aparecen también en la hoja tamaño oficio encontrada en la cocina.