Luego de otra jornada en la que se registró un nuevo récord en materia de contagios por covid-19, el nerviosismo se hace cada vez más patente entre los funcionarios públicos. Y es que ayer se superó la barrera de los 200 contagiados en un solo día. Claramente, y las autoridades sanitarias no alcanzaron a proyectar el nivel de contagio comunitario que está ocurriendo en Tucumán. Y es que la semana que hoy comienza, puede traer noticias peores.
En ese marco, se proyecta para los próximos días una tendencia alcista en lo que a la cantidad de contagiados se refiere. Esta situación, no sólo pone en alerta al Gobierno, sino también que lo sume en un nerviosismo que puede palparse en cada declaración que realiza el oficialismo. Esto, se acrecentó luego de la numerosa manifestación que la administración local recibió el pasado viernes, luego de que se conocieran las mayores restricciones.
Justamente, esas restricciones que terminan de cerrar un círculo mortal en torno a la posibilidad de que alguna vez puedan volver a funcionar todo tipo de establecimientos gastronómicos, se trate de cafés, bares o restaurantes. Todo esto da cuenta de la pésima preparación, si es que existió una alguna vez, de una seria política sanitaria. Una que evitara que la realidad que hoy nos toca atravesar se presentara con la contundencia con la que lo hizo.
Ahora, desde el gobierno se amenaza al pueblo a través del miedo disciplinador respecto de que, en caso de que la estructura sanitaria colapsara, sería culpa de la sociedad. Mientras tanto, el mea culpa de la política brilla por su ausencia. Incluso, desde el Siprosa, se dispuso de un cálculo insólito, según el cual, el disparo de contagios de los últimos días se debería a las supuestas se reuniones por el día del niño y, sobre todo, por la masiva movilización del 17 de agosto.
De esta manera, se busca colocar a la sociedad como el chivo expiatorio que cargue con todos los males de la pandemia de coronavirus. Al mismo tiempo, se busca desligar de toda responsabilidad a un Gobierno que desde hace años maneja el poder en Tucumán como se le plazca. Pero, además, tuvieron la posibilidad extra de una cuarentena de más de 150 días para evitar que la realidad hoy explote como lo hizo durante el transcurso del último mes.
Mientras tanto, el oficialismo hace como que no oye el reclamo de una ciudadanía que el pasado viernes se mostró harta de la cantidad de restricciones a la que fue sometida en vano. Se trata de una sociedad que sabe que ahora si el riesgo de contagiarse es grande, ya que el virus pareciera acechar a la vuelta de cualquier esquina de nuestra provincia. Sin embargo, no es ni por asomo El único problema que aqueja a Tucumán.
Y es que, de aquí en adelante, las consecuencias económicas de la cancelación de las actividades laborales y productivas, harán mella en los bolsillos del conjunto de la población, de los trabajadores en general. En un panorama cada vez más oscuro, es cuando más confusión parecen albergar las autoridades locales. Evidentemente, de la sociedad dependerá el hecho de que, en pos de la salud, no se lleven puestas las pocas libertades que quedan.
