Durante toda la semana pasada se dijo que para que el Fondo Monetario Internacional aceptara, finalmente, que el Banco Central pudiera intervenir en el mercado cambiario sin esperar a que el precio del dólar llegara al techo de la zona de no intervención, había sido fundamental una gestión directa sobre la cúpula del FMI nada menos que del Departamento del Tesoro de los Estados Unidos, es decir, del gobierno de Donald Trump.
El impacto de esa decisión se dejó ver de inmediato: se calmó el dólar y retrocedió -algo- el riesgo país. Una semana después, bien podría decirse que el escenario se revierte por culpa del amigo Donald Trump. Su anunció -el domingo a la tarde, vía twitter- que podría imponer una fuerte suba de aranceles a las importaciones Chinas hizo volar a los mercados por los aires.
Todas las Bolsas del mundo están en rojo en este momento y las monedas se deprecian frente al dólar estadounidense. Las emergentes también. El real brasileño ya pierde casi 1% contra el dólar. Esta película es conocida: si los mercados tiemblan, acá los efectos negativos se multiplican. Es lo que se está viendo desde el arranque de la rueda, con una suba del 1,2% en el precio del dólar mayorista.
Ahora se sabe que el Banco Central tiene las manos desatadas para intervenir. Pero también el organismo que conduce Guido Sandleris ha dicho más de una vez que sus intervenciones son para aplacar “movimientos disruptivos”, o lo que es lo mismo, subas injustificadas.
Claramente, nada de eso es lo que se está viendo este lunes. Las razones del temblor cambiario nacieron en el tuit de Trump. No es intención del Central ir contra la corriente. A lo sumo, buscará suavizar el movimiento cambiario, pero si el resto de las monedas emergentes se mueven, no hará mucho esfuerzo en “atar” al tipo de cambio. En la lectura financiera, si interviene para dejar quieta la relación peso-dólar, no hace más que abaratar la dolarizaciónde los que quieran entregar pesos para hacerse de dólares.
Hasta ahí la lógica. Pero el problema adicional que tiene el gobierno argentino es que el dólar es un termómetro electoral. Se sabe, de sobra, que el Gobierno necesita un tipo de cambio tranquilo para, luego, ilusionarse con una baja de la inflación y luego, una mejor intención de voto para el oficialismo. Son muchos los planetas que se deben alinear para que el Gobierno camine confiado hacia las urnas. Pero claro, hay una variable que no se puede manejar: la cuenta de twitter de Donald Trump, que ayer sacudió al mundo.