Luego de que se conociera ayer la inflación correspondiente a septiembre, son varios los aspectos para mencionar sobre los datos que dio a conocer el Indec. Y es que quedó claro que la suba de precios no se desacelera a pesar de que las tarifas están congeladas, lo que no hace más que tejer un manto de duda acerca del nivel que puede alcanzar la inflación una vez que los precios se sinceren tras el fin de la pandemia.
De los datos aportados por el instituto estadístico, se desprende que los precios regulados, es decir, aquellos que de alguna manera controla el Estado, subieron sólo un 20,6% durante el transcurso de los últimos 12 meses. Mientras tanto, la llamada inflación núcleo lo hizo en un 38,3%. Pero, además, el 2,8% de septiembre aún no refleja el impacto en los precios que muchos economistas entienden que ocurrirá en el futuro.
Y es que la misma sería una derivación de la emisión monetaria récord de los últimos meses. Esto se debe al hecho de que el Banco Central (BCRA) tiene encendida la “maquinita de imprimir billetes” a pedido del Gobierno de Alberto Fernández para poder financiar el combate a la crisis sanitaria y tratar de contener una debacle económica y social mayor a la actual. Pero esto no será inocuo a largo plazo por lo que implicará en materia de inflación futura.
Por otro lado, una buena parte del 2,8% de inflación de septiembre tiene relación también con el aumento del dólar oficial en ese mes, el cual fue de casi 2%, pero aún no refleja la tracción que ejercerá la brecha con el tipo de cambio informal. Cabe recordar que el 15 de septiembre se endureció el cepo cambiario y el dólar blue se disparó por encima de los $150, llevando la diferencia con el oficial a más del 100%.
Y es que es un problema que la inflación se haya consolidado en un piso mayor al del periodo abril-julio, momento en el cual el promedio de suba del costo de vida era 1,8% mensual. Si se contempla las variaciones por categorías, queda en evidencia que los precios estacionales crecieron 7,9% mensual y 63,6% interanual. Y es que este sector fue el principal responsable de que la suba de precios del mes pasado se ubicara cerca del 3%.
Por lo que se tratan de alzas que reflejan la dinámica de la inflación de alimentos e indumentaria, y su impacto sobre el salario real, sobre todo para los segmentos más afectados por la pobreza y el desempleo. Además, la reactivación a la salida de la pandemia podría generar que se recalienten los precios en un marco en que la apuesta del ministro de Economía, Martín Guzmán, es que la inflación en diciembre no sobrepase el 37% interanual.
No obstante, esta meta parece difícil de alcanzar cuando existe una aceleración constante y general de los precios en las últimas semanas. Además, el dólar y su movimiento afecta principalmente a los productos básicos de máxima rotación y, desde allí, a sus derivados. Y no son pocos los economistas que advierten que si el Gobierno perdiera el control desde lo político, existiría un real riesgo de una explosión inflacionaria.
