En Tucumán todo cambia para que nada cambie, se modifican las declaraciones y se reparten culpas como si fuera un juego de cartas con el sólo fin de que aparente que algo se hace cuando no es así. Es el caso de la grave crisis que atraviesa el sistema de transporte público de pasajeros en ómnibus que sufre la sociedad tucumana y ante la cual, tanto el gobierno provincial de Juan Manzur como la administración capitalina de Germán Alfaro, siguen sin hacerse cargo.
En su momento, fue el mismo oficialismo provincial el que aseguró que iba a denunciar el accionar el paro salvaje debido a que se trata de una actividad esencial. Sin embargo, sólo se trató de una puesta en escena debido a que tiempo después procedieron a aumentarle todavía más los subsidios provinciales que se les destinan a los empresarios para poder solventar la actividad. Desde entonces la administración de Manzur se llamó a silencio.
Para nadie es un secreto que la falta de actividad de los ómnibus les resulta funcional a las autoridades provinciales, debido a que colabora a que la circulación de personas se vea notablemente reducido por este hecho. En ese sentido, el paro lleva acumuladas las jornadas suficientes como para contabilizar dos meses sin el servicio de transporte público de pasajeros cuando no ha culminado octubre, algo que es un verdadero escándalo.
Pero eso no parece perturbar siquiera a las autoridades, como es el caso de la administración gubernamental de la ciudad de San Miguel de Tucumán. La capital es el eje de la disputa debido a que es allí que se determina el control sobre este servicio, ya que la gran mayoría de las empresas brindan un servicio urbano. Sin embargo, el intendente de la capital Germán Alfaro resultó ser otro cruzado pero no en busca de batallas épicas, sino en patear la pelota para adelante.
En ese sentido, el intendente capitalino fue el primero en declarar en cuanto medio de comunicación paseó que él mismo se encargaría de quitarles las licencias a los empresarios que no pudieran hacerse cargo del servicio. Incluso, dijo que el Consejo Deliberante estaba presto para realizar una nueva licitación. Sin embargo, todas fueron promesas que quedaron en la nada y los empresarios continúan con su manejo ineficiente sin que nadie regule nada.
El colmo de la falta de pulso político lo demostró la intendencia, luego de que los colectiveros le coparan los principales accesos del centro de la ciudad. Apenas se dijo que se denunciaría el hecho, pero ni una sola palabra se oyó de parte de Germán Alfaro. Y es que el intendente junto el gobernador Manzur son los verdaderos grandes responsables del desmanejo en materia de transporte que existe en Tucumán, una tierra de nadie.
En ese sentido, tanto la administración provincial y capitalina son responsables de que la falta de colectivos sea haya transformado en un paisaje habitual en Tucumán. La gente se ha resignado a que su vida quede pauperizada nuevamente ante la falta de un medio de transporte clave. Mientras tanto, la clase política de ambos gobiernos se hacen los desentendidos de este asunto, mientras que es el propio pueblo el que paga las consecuencias.
Y es que las personas deben recurrir a alternativas que, cuando no son más caras, como es el caso de los taxis, suelen ser más peligrosas como los autos que trasladan gente desde y hacia el interior de la provincia sin que exista control alguno de parte de las autoridades. Las mismas que miran para el otro lado cuando la sociedad se ve amenazada por el mayor empobrecimiento o por la inseguridad de los automóviles en los que se trasladan. La pregunta que flota en el aire entonces es ¿Por qué ni el gobierno provincial de Manzur ni la administración capitalina de Germán Alfaro les quitan de una vez las licencias a los empresarios de colectivos? Y es que, si no es negocio el servicio de transporte de pasajeros, a pesar de tratarse de uno de los boletos más caros del país, deberían dar un paso al costado y los funcionarios deberían hacer cumplir esto ya que la situación del trasporte es insostenible.
