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DECADENCIA INSTITUCIONAL

El juicio político a Enrique Pedicone, demuestra el estado putrefacto de las instituciones de la provincia

Enrique Pedicone
Enrique Pedicone
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Ayer arrancó el jury de enjuiciamiento contra el juez de impugnación Enrique Pedicone, en lo que es un clavo más en el ataúd de la institucionalidad en Tucumán. De hecho, el propio magistrado habló de náusea institucional, para referirse a la Legislatura provincial. La línea que separa a los tres poderes del Estado, se desdibujó de tal modo que el feudo que siempre fue Tucumán, quedó todavía más cooptado por el despotismo.

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El magistrado insistió en que la Legislatura no tiene pruebas,  pero nada de eso le importa al oficialismo. Y es que el único objetivo es darle un escarmiento por haberse atrevido a denunciar al poder en nuestra provincia. Un poder que se maneja a manera de unicato teniendo en cuenta que la Justicia se ha convertido en un agente servil del Gobierno de Manzur y Jaldo. Pero también se trata de un mensaje para el futuro.

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¿Acaso Osvaldo Jaldo quiere dejar en claro, desde ahora mismo, que no tolerará la más mínima intromisión en caso de ser el próximo gobernador? Para ello, se da el lujo de arrastrar al Poder Legislativo con tal fin. Parece que poco les importa a los legisladores que desde hace rato que dejaron de representar al pueblo, sólo les importa reportar lealtad al vicegobernador, congraciarse con él para que el poder los siga cobijando.

No les importa al parecer que estén vendiendo su propia alma, ni que la servidumbre en la que se convirtieron, jamás les permitirá pasar a la historia más que como serviles perros falderos. Lo que pocos se preguntan es qué legitimidad puede tener el Poder Legislativo cuando en la propia Legislatura se manejan de forma hipócrita sus propios integrantes. Sin embargo, para muestra basta un simple botón.

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Seguramente nuestros representantes del pueblo deben pensar que el legislador Jorge Yapura Astorga, debe ser un inmaculado ex intendente que terminó en la Cámara legislativa sólo con la intención de ayudar a construir un Tucumán mejor. De ninguna manera lo hizo para ampararse en los fueros más estrictos del país para evitar rendir cuentas en la Justicia. Seguramente deben creer que es un ciudadano intachable sin un juicio en su contra cajoneado.

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Y es que si no es esto lo que piensan, entonces los legisladores están en perfecto estado de conocimiento acerca de las cuentas pendientes que tiene Yapura Astorga con la Justicia. ¿Entonces cuál es su legitimidad a la hora de decidir que el juez Pedicone merece ser sometido al escarnio y a una humillante puesta en escena? La destitución es el precio por ser honesto, mientras que la culpabilidad tiene premio, como bien lo sabe Yapura Astorga. Mientras tanto, la venda de la Justicia hace rato se cayó de los ojos y, al menos en Tucumán, está tan corrompida que se da el lujo en entregar a un hijo suyo como lo es Pedicone, al tiempo que cobija al vocal de la Corte Suprema, Daniel Leiva, sin importar la gravísima acusación que pesa en su contra. Sólo cabe preguntarse hasta cuándo durará esta decadencia. Según el camarista, si el Imperio Romano cayó, esta podredumbre institucional también lo hará.

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