En su comunicado del pasado 30 de noviembre de 2020, la Unión Argentina de Rugby expresó que “repudia enérgicamente los comentarios discriminatorios y xenófobos publicados por integrantes del plantel de Los Pumas en las redes sociales” (realizados hace muchos años).
Y luego de una reunión calificada de urgente, la Mesa Directiva resolvió:
En primer lugar, revocar la capitanía de Pablo Matera y solicitar al staff que proponga a la Mesa Directiva un nuevo capitán. En segundo lugar, suspender a Pablo Matera, a Guido Petti y a Santiago Socino del seleccionado nacional hasta tanto se defina su situación disciplinaria.
En tercer lugar, iniciar un proceso disciplinario a los tres jugadores mencionados, a cargo de la Comisión de Disciplina de la Unión Argentina de Rugby.
Si bien los mensajes fueron expresados hace algunos años y no representan la integridad como personas que los tres mostraron durante este tiempo en Los Pumas, desde la Unión Argentina de Rugby condenamos cualquier expresión de odio y consideramos inaceptable que quienes las expresen, representen a nuestro país.
Es una medida disciplinaria preventiva a la que le seguirá lo que en definitiva resuelva la Comisión de Disciplina de la UAR luego de un procedimiento que, naturalmente, contará con la participación presencial de los jugadores.
Aún siendo preventiva supone, desde ahora, un castigo severo para los tres jugadores agravado en el caso del capitán que ha perdido ya su condición de tal. Es grave para los tres porque se encuentran en pleno desarrollo competitivo internacional y no podrán jugar el próximo sábado ante Australia en el marco del torneo de las Tres Naciones.
Es una medida que afecta gravemente, además, al equipo todo por lo que supone en términos prácticos, emocionales y anímicos en este momento crucial.
La sujeción al régimen disciplinario es una característica de un buen y noble jugador, como ellos lo son. Como la misma UAR lo reconoce, lo que pudieron decir en su día no tiene nada que ver con lo que ellos son hoy y mostraron en Los Pumas.
¿Pudo la UAR hacer lo que hizo?
Ahora bien, ¿tiene la Unión Argentina de Rugby atribuciones reglamentarias para sancionar conductas del pasado (comentarios hoy y ayer claramente inaceptables en redes sociales)?
Creo que no. Sin tener a la vista el reglamento de disciplina de la UAR, cuesta imaginar que se haya tipificado una falta en la que una antigua manifestación pública sea hoy objeto de reproche disciplinario. Sin falta tipificada, entonces, no puede haber sanción en la actualidad.
Si no hubiera sanción posible a aplicar, parece cuestionable el temperamento seguido por la UAR que consistió en suspender de manera fulminante a los jugadores hasta que se pronuncie la Comisión de Disciplina.
Siguiendo este razonamiento es muy posible que suceda que esa comisión termine archivando el expediente sancionador por inexistencia de falta. Lo que resultaría muy frustrante para todos.
En ese escenario, el perjuicio a los jugadores –que ya han hecho público su arrepentimiento- por la segregación ahora dispuesta será, entonces, irreparable. La suspensión en ese caso será equivalente a una sanción definitiva que quedará desvinculada de una conducta reprochable desde el punto de vista disciplinario. Lo que resulta, a mi modo de ver, criticable.
¿Cuál pudo haber sido una alternativa?
La UAR ya ha hecho un reproche público muy contundente al decir que “repudia enérgicamente los comentarios discriminatorios y xenófobos publicados por integrantes del plantel de Los Pumas en las redes sociales”.
Tal declaración es adecuada, proporcionada y vinculada con la virulencia de la situación creada en el país que sigue el tema con pasión. Y pudo quedarse ahí.
Pudo también, siguiendo otro camino, desafectarse a los jugadores del plantel.
¿Qué diferencia hay, entonces, entre suspenderlos como se lo hizo o desafectarlos?
En términos prácticos y en el contexto de la inminencia del partido del sábado próximo contra Australia, casi ninguna. Se trata de matices. Sin embargo, desde el punto de vista de la gestión institucional parecería más acertada la desafectación, en tanto supone dos cosas. Por una lado, reconocer desde ya que no hay falta disciplinaria actual de los tres jugadores; por otro, establecer que la ejemplaridad que se le pide a los jugadores puede estar, como en este caso, también vinculada a su pasado.
Desde la perspectiva de los jugadores, claro, imagino que hubieran preferido que la situación no pasara del reproche público (incluido el arrepentimiento de ellos). El hecho de ser suspendidos o desafectados pudo, quizás, resultarles indiferente.
En cualquier caso digo, para terminar, que la política debe quedar fuera de este asunto.