Luego de que el Gobierno nacional le quitara casi un punto porcentual en la coparticipación a la Ciudad de Buenos Aires, aprobada en la Cámara de Diputados en la madrugada de ayer, está claro que el kirchnerismo eligió a Horacio Rodríguez Larreta rival para las elecciones presidenciales del 2023. Es decir, es la ratificación de que el kirchnerismo ha elegido un enemigo, como en su momento hizo con Mauricio Macri.
La decisión política de arrebatarle cerca de $65.000 millones es la confirmación de que lo ha elegido como rival rumbo a las elecciones presidenciales de 2023. No en vano, Máximo Kirchner dice que la provincia de Buenos Aires tiene una maldición y la Ciudad de Buenos Aires tiene una bendición. Se repite un patrón. La provincia te come, te expone. Es imposible salir bien políticamente de una provincia que tiene una pobreza del 50% y un altísimo nivel de inseguridad.
En la Ciudad, desde que es autónoma, ya hubo dos jefes de Gobierno que llegaron a Presidente. La conclusión de Máximo Kirchner es que Horacio Rodríguez Larreta puede ser tranquilamente Presidente en 2023 y la conclusión del kirchnerismo es que hay que cortarle las piernas antes de que sea tarde. Es por ello que lo tildan de represor, le echan la culpa de la pandemia, atacan a su ministra de Educación y le sacaron $65 mil millones.
Ahora bien, cabe señalar que esta táctica tiene un problema y es que en el pasado ya les salió mal. Néstor y Cristina habían elegido como enemigo a Mauricio Macri y les terminó ganando. El riesgo para el peronismo es que la historia se repita y se repite el mismo fenómeno de los últimos años. Cambiemos, el PRO, la UCR y la Coalición Cívica hacen pie en los grandes centros urbanos: Capital, Córdoba, Santa Fe, Mendoza y Entre Ríos.
Mientras que el peronismo crece en las zonas más postergadas del país, arrasando en el norte, por ejemplo, y ni hablar de Tucumán, dónde la dádiva y el clientelismo y los puestos en la administración pública son el pan nuestro de cada día y que se renuevan con cada elección. No es casual que el peronismo se sienta cómodo confrontando con la Ciudad a la que acusan de ser opulenta, gorila, de ricos y cheto y difícil de ganar para el peronismo.
Pero hay más, debido a que después está la cuestión personal que tiene Cristina con Larreta. Y es que la vicepresidenta está convencida que Larreta tiene y tuvo mucho que ver con su desastrosa situación judicial, lo cree parte de la mesa judicial que conspira en su contra e imagina una gran escudería que le arma causas. Por eso no soportaba esas fotos tan amistosas en plena pandemia entre Alberto Fernández y él.
Mientras tanto, Manzur y Jaldo son conscientes de que sin el peronismo en la Nación, luego del 2023 les será bastante difícil gobernar una provincia históricamente dependiente del Poder Ejecutivo nacional. Es por ello que saben que en un par de años no será tan titánica la tarea de conservar el poder en Tucumán, como lograr que el peronismo no sucumba ante el político que hoy por hoy tiene la mejor imagen positiva del país.