Si algo faltaba para confirmar que Alberto Fernández en lugar de ser el presidente de los argentinos, es en realidad el títere de Cristina Kirchner, era el acto del viernes pasado que tuvo lugar en La Plata. Lo grave de esto es que se termina confirmando que el jefe de Estado le mintió de frente a toda la ciudadanía, cuando durante la campaña presidencial del 2019 dijo que sólo él iba a gobernar, cuando terminó sucediendo todo lo contrario.
Esto es lo que quedó al descubierto el viernes en la ciudad de las diagonales, cuando permitió que la vicepresidenta, le dijera en su cara básicamente que los ministros que él mismo puso a cargo, no servían y que eran una banda de miedosos, al punto de que debían buscar otro trabajo. Para toda la sociedad quedó como una marioneta de Cristina Kirchner, al mismo tiempo que como un mentiroso cuando él prometió que sería todo lo contrario
Y es que la gravedad de todo esto pasa por el hecho de que Cristina Kirchner le pisa la cabeza, lo humilla al tiempo que el propio presidente Alberto Fernández lo permite. El problema es que Argentina es un país híper presidencialista en lo que hace a la administración de la gobernabilidad, mientras que el cargo de vicepresidente hace las veces de una especie de suplencia formal en el caso de que el presidente en ejercicio no pudiera desarrollar su función.
Sin embargo, lo irónico de este caso es que quien ejercería el poder en los hechos, es quien está ocupando el rol de vicepresidenta, es decir, Cristina Kirchner. Mientras que el puesto de presidente, el que debería ser el más importante del país, más bien parece apenas testimonial de parte de Alberto Fernández, quién más bien con su conducta pareciera desempeñarse como un simple jefe de gabinete de la vicepresidenta.
La pregunta que cabe realizar es si Alberto Fernández no sentirá acaso la misma vergüenza que siente el pueblo al ver al presidente humillado por Cristina Kirchner. El jefe de Estado también debería sentirse avergonzado de haber engañado al pueblo argentino cuando prometió que gobernaría a todos por igual y no sólo a un sector. Alberto Fernández defraudó a la sociedad a la que le prometió que acabaría con la grieta cuando no hizo otra cosa más que ensancharla.
Y todo por darle el gusto a quien termina siendo su verdugo. La misma persona que lo puso en el cargo es quien le serrucha el piso, y lo peor es que lo hace de forma pública como para que todos se enteren de que es ella quien manda. En ese marco, ¿Qué respaldo pueden sentir de parte del presidente quienes se desempeñan como ministros? ¿Cómo respetarían a Alberto Fernández cuando ya nadie en la ciudadanía lo consideraría digno de respeto?
En ese sentido, las últimas informaciones dan cuenta de que se producirían algunos cambios en el gabinete de ministros. El primer apuntado es Ginés González García luego del papelón en torno a las vacunas contra el coronavirus, pero no sería el único. La ministra de Seguridad, Sabina Frederic, también tendría los días contados en el marco de la inseguridad que sufre la Argentina. La pregunta que cabe es ¿Se hartará Alberto Fernández de esta situación antes que la sociedad se harte de él?