La violencia no encuentra su techo en Tucumán y continúa en permanente suba. Apenas un fin de semana se necesitó para contabilizar delitos y crímenes que suceden a lo largo de todo un año en otros países. Mientras tanto. El gobierno provincial no sabe, no puede y no quiere hacerse cargo de que la inseguridad se convirtió en una pandemia todavía más mortal que la del propio coronavirus.
Tucumán se ha vuelto una provincia tan insegura, que ya no llama la atención que a un empresario a plena luz del día puedan robarle de su propio auto una mochila con $3.000.000. Hasta hace un tiempo, aguardar el cambio de luces en un semáforo era peligroso sólo de noche. Sin embargo, en los últimos años, incluso pararse con un vehículo en una esquina con un semáforo en rojo puede ser causal de la rotura de vidrios, el robo de dinero y hasta la pérdida de la vida.
Como si esto no fuera suficiente, en Tucumán es cada vez más recurrente la violación de niños, en uno de los hechos más aberrantes en los que puedan incursionar un ser humano. Uno de estos episodios tuvo lugar durante el fin de semana en el barrio 11 de Marzo de la Capital y rápidamente recordó un hecho similar que tuvo lugar en Villa Muñecas el año pasado cuando, Abigail fue asesinada por alguien que después murió por una golpiza de los propios vecinos.
Según trascendió, en el caso de violación sucedido en el barrio 11 de Marzo, los acusados habrían estado en la cárcel hasta hace poco tiempo hasta que fueron liberados. Cabe recordar que lo mismo sucedió en el caso de la violación seguida de muerte de Abigail. Esto habla del mal funcionamiento de la Justicia cuyas acciones terminan favoreciendo actos terribles como los relatados, de los cuales los jueces son cómplices al liberar monstruos como estos.
Mientras tanto, un joven repartidor de delivery agoniza en el hospital Padilla luego de que fuera apuñalado por dos delincuentes al sur de la capital. Estos trabajadores una y otra vez han hecho visible sus reclamos de mayor seguridad y, sin embargo, jamás fueron escuchados por las autoridades provinciales. Lamentablemente, que los asalten y que los asesinen empieza a naturalizarse en nuestra provincia como si se tratara de algo común o esperable.
Y en distintos puntos de la provincia, vecinos resuelven a los tiros o a machetazos sus diferencias, los femicidios siguen incrementándose, al tiempo que distintas organizaciones le reclaman al Estado que haga algo al respecto. Además, en el distrito departamental más rico de la provincia como Yerba Buena, la inseguridad también está la orden del día, con muertes, arrebatos y lo peor, que la sociedad haya naturalizado el delito.
Se trata de escenas que causan escalofríos dignos de una película de terror. Tucumán da una imagen al resto del mundo que duele teniendo en cuenta que a diario se pierden de forma prevenible la vida de ciudadanos inocentes ante la desidia del Estado. ¿Cuánto tiempo más tendrá que seguir regándose nuestras calles con la sangre de sus propios habitantes? Quizás la respuesta pase por saber cuándo estará el hartazgo social del pueblo.