Es mejor quemarse que desvanecerse, dice Neil Young en su tema “My, my, hey, hey”. El presidente Mauricio Macri parece decidido a embarcarse en una contienda electoral detrás del objetivo de un segundo mandato y navegar en un mar tormentoso que lo puede llevar a buen puerto o al naufragio político. A esta altura, en la Casa Rosada se resignan a que enfrentarán un proceso incierto.
Pero lejos de ser una maniobra del estratega del PRO Jaime Durán Barba o del Jefe de Gabinete, Marcos Peña, es el propio Macri el que desafía un escenario delicado.
Macri suele describir -según sus allegados- tres complejas situaciones que cree posible que termine enfrentando.
El Jefe de Estado admite como factible que en las Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias (PASO) del 11 de agosto termine debajo de la fórmula kirchnerista Alberto Fernández-Cristina Kirchner, “por unos puntos”.
En segundo término, Macri acepta -indicaron desde el oficialismo a Clarín- que el 27 de octubre a la noche, en las elecciones generales, puede perder con la opción K por una desventaja “entre uno y tres puntos”.
En ese tramo, el oficialismo daría un giro de 180 grados y, en contra del dogma macrista, se abriría por completo a sumar a figuras extrapartidarias de peso al Gobierno y así poder revertir el resultado.
Con esa base, aseguran, el primer mandatario está convencido que finalmente terminará imponiéndose a Alberto Fernández en el balotaje del 24 de noviembre.
Pero el precio que el Gobierno deberá pagar por una eventual “derrota” en las PASO es motivo de otra discusión.
En Cambiemos son conscientes que puede haber una corrida cambiaria el lunes 12 de agosto cuando abran los mercados. Pero interpretan que tienen las herramientas -los dólares del Fondo Monetario Internacional para salir a venderlos y controlar la cotización- y consideran que el mercado va a leer que la reelección de Macri es posible.
Pero el dilema se instalará si la eventual diferencia de Fernández-Fernández sobre Macri en las primarias ronda los “7 u 8 puntos”.
Desde Wall Street dijeron a este diario que, de ocurrir algo así, la presión cambiaria sería muy fuerte e incluso evalúan que el FMI podría endurecer su postura hacia la Argentina y restringirle la utilización de dólares para el control del tipo de cambio.
Acto seguido, sostienen algunos analistas de WST, podría generarse algún cortocircuito entre el gobierno de Estados Unidos y el organismo financiero internacional. Y a su vez con la Argentina, al margen de la relación personal entre Donald Trump y Macri.
Pero hay otro elemento que puede agravar o menguar esa foto, de la película reeleccionista: lo que ocurra en la provincia de Buenos Aires. “No es lo mismo si a Macri le va un poco mal en las PASO, pero también le va mal a María Eugenia Vidal”, afirman. Por la negativa, si en las primarias la gobernadora bonaerense saca mas votos que Axel Kicillof y el Presidente gana o pierde por una mínima diferencia, la tendencia puede volcarse a favor de Cambiemos.
No es sencillo cuantificar el daño de una hipotética corrida cambiaria si hay resultados adversos para la Casa Rosada en las dos primeras dos fechas electorales. No obstante, un economista más cercano al gobierno que a la oposición, que no descarta que haya una corrida aunque duda de su magnitud, dice que la única referencia es lo ocurrido en 2001: “En aquél momento fueron unos 5 puntos del PBI, lo que al día de hoy serían unos 25 mil millones de dólares. Pero todo está en un terreno hipotético aún”.
Un ex funcionario del área económica coincidió con las consecuencias que tendría un eventual escenario adverso al Presidente. Cree que en primera instancia el mercado va a medir la diferencia en las PASO y la primera vuelta. Es decir, si los K ganan por una mínima diferencia -analiza-, ese margen tal vez no genere ninguna reacción importante en los mercados. Pero si la diferencia es importante, cree que surgirán dudas. ¿Se mantendrá la paridad cambiaria?¿Van a tener que devaluar? Y si lo mismo ocurre en octubre, preguntarán cuánto se ajustará el dólar.