“Enfermera, que le parece si hago algo para entretener a la gente?, preguntó don Rosario Ríos y, ante el gesto de aprobación, sacó una armónica del bolsillo y le regaló melodías a las personas que estaba sentadas junto a él.
El hombre de 78 años se encontraba en el centro vacunatorio de Tafí del Valle, donde recibió la primera dosis de la vacuna contra el coronavirus. “Me llamo Rosario Ríos, pero todos me conocen como Rocha Ríos”, le dice a este diario en una charla telefónica. Don ríos, que vive en el Barrio Churqui de Tafí del Valle, ya había recibido la vacuna, pero le pidieron que espere 20 minutos para ver cómo respondía su cuerpo a la inoculación. “Ya quedaba poca gente, y como tenía que esperar un rato más me puse a tocar, para darles alegría, porque la gente que viene a vacunarse tiene que estar contenta, con buen ánimo”, le dice a este periodista.
Don Ríos se jacta de ser un autodidacta envidiable: “a los 13 años aprendí a tocar la armónica, el violín, la guitarra, el acordeón y el tambor. Nadie me enseñó, aprendí solo. Después me hice grande y me quedé con la armónica y el bombo”, cuenta. Desde que descubrió su amor por la armónica, no sale a la calle si no lleva una en el bolsillo. Es una suerte de superhéroe: cuando alguien está triste, Don Ríos saca su armónica y regala dulces melodías. Como un Chapulín Colorado, pero de camisa, sombrero y tucumano.
El hombre parece inflar el pecho mientras habla con eltucumano y cuenta sus proezas musicales: “yo toqué en el Salón Blanco de la Casa de Gobierno, cuando era gobernador José Alperovich. También toqué en el Hipódromo y en un montón de festivales. Una vez me eligieron de como único jubilado tucumano para tocar en un festival de Mar del Plata para las autoridades nacionales del PAMI”, recuerda orgulloso.
Don Ríos no es ningún improvisado. Su repertorio incluye tango, chacarera, zamba y carnavalito. Para todos los gustos, para todas las tristezas.
