Cuando todo parecía indicar que el fin de semana vendría con un poco de paz para esta convulsionada Argentina, Martín Guzmán hizo lo que Alberto Fernández no se anima, criticar a la vicepresidenta Cristina Kirchner. ¿Cómo lo hizo? Golpeando en donde más duele, en las políticas preferidas del kirchnerismo, los subsidios. “Estamos subsidiando el consumo de luz y gas en una parte de la población que no es prioritaria”, disparó.
Envalentonado luego de la bronca que le significó ser ninguneado por La Cámpora tras no haber podido despedir a un subalterno, el ministro de Economía señaló que el sistema de subsidios energéticos actual es “pro-rico”, en lo que ya a esta altura es un ring de pelea en medio de cruces por los aumentos de tarifas de los servicios públicos. Hasta se dio el lujo de pedirle otro imposible a la vicepresidenta, “Nosotros también debemos ser autocríticos”.
“En un país con 57% de pobreza infantil, estamos gastando en subsidiar el consumo de luz y gas en una parte de la población que hoy no es prioritario que reciba esos subsidios, barrios en donde vive gente de altos ingresos”, fue otra estocada al corazón del kirchnerismo en el día de ayer. “Esos recursos tienen que ser utilizados para aquello que más necesita la sociedad argentina hoy”, agregó.
“Nuestro compromiso es poder agilizar la gestión y poder, desde el punto de vista de las inversiones del Estado, dedicar los recursos a aquellos que más lo precisan”, dijo Guzmán enrostrándole en la cara a Cristina Kirchner su supuesta inclinación a proteger a los más necesitados. Por su parte, el ministro de Economía quiere suscribir eso que dice la sabiduría popular acerca de que “si me voy me llevo puesto a algunos conmigo”.
Guzmán viene pidiendo un esquema de segmentación de los subsidios de las tarifas de servicios públicos, que consiste en aplicarlos solamente a aquellos sectores que lo precisan. Y es que el resto del país termina subsidiando las tarifas de luz y gas a los residentes del AMBA cuando, por ejemplo, en Tucumán se abona el valor de la luz más cara de todo el país en cuanto a la proporción que gastan en otras provincias.
Ahora bien, cabe preguntarse, ¿No debería sentirse avergonzado Alberto Fernández? Que un ministro se anime a realizar este tipo de críticas deja peor parado al Presidente de cara a la sociedad que contempla cómo puede ser que un funcionario se rebele y el mismísimo Jefe de Estado no lo haga. La falta de valentía del primer mandatario no hace más que consolidar su imagen de chirolita de Cristina Kirchner.
Por otra parte, Martín Guzmán deberá ahora prepararse para resistir los embates del cristinismo duro que buscará hacerle la vida imposible al ministro que La Cámpora tiene entre ceja y ceja. Sobre todo, el ministro tendrá que estar atento al hecho de que seguramente no podrá contar con el apoyo del presidente Fernández que no dudará en entregarlo en charola de plata con tal de no importunar a Cristina.