Continúa la saga de cinismo de parte del alfarismo en Tucumán. Esta vez, es por medio de la diputada nacional, Beatriz Ávila, el legislador provincial Raúl Albarracín y el ex legislador Fernando Valdéz. Si bien los dos últimos llegaron al Parlamento tucumano en el 2015 de la mano del radicalismo y de Cambiemos, al final terminaron traicionando este espacio y se volcaron a las filas del espacio político de Germán Alfaro.
En ese sentido, tuvieron el mismo comportamiento reprochable que Beatriz Ávila para llegar al Congreso de la Nación, tal y como antes de ella, su propio marido, el intendente de San Miguel de Tucumán, Germán Alfaro, había hecho para llegar a la Intendencia capitalina. De ese ejemplo se agarraron Albarracín y Valdéz quienes luego abandonaron el barco para unirse al espacio del intendente claramente identificado con el peronismo.
Sin embargo, en una entrevista de octubre del 2018, Valdéz dijo que “la ciudad de San Miguel de Tucumán es gobernada por el PJ desde 1989 e ininterrumpidamente desde hace 16 años y no escapa a la decadencia de nuestra provincia. Tres periodos por Domingo Amaya y estos últimos 3 por Germán Alfaro. Que estuvieron y participaron de los últimos 12 años de gobierno del PJ”.
¿Qué pasó después para que cambiara tanto de pensamiento? Y es que en el 2018, el por entonces legislador provincial decía que “en 2015 por un grosero error de estrategia y por “sumar” a un sector del justicialismo, integramos al PJ disidente capitalino”. También opinó que “todos apoyamos, a nuestro juicio, esa equivocada decisión de integrar a este sector del PJ de la ciudad de Tucumán”.
Pero las críticas no terminaron allí, ya que mencionó que “hay un evidente deterioro en nuestra ciudad. No es un lugar amable para vivir. Si se la compara con otras capitales del norte ese deterioro surge más patente. No cumple con cuestiones básicas tradicionales de la función municipal. Tucumán no es una ciudad, limpia, no es segura, su tránsito vehicular es un caos, no tiene servicios públicos de calidad, no es una ciudad integrada, no es una ciudad que cuide a sus vecinos en mejorar su calidad de vida”.
Pero pareciera que sus convicciones las dejó en su casa debido a que ahora sólo apunta a volver a usar a Juntos por el Cambio como plataforma para poder seguir viviendo de la función pública. En cambio, apenas llegó a la Legislatura Raúl Albarracín, dejó colgado del ropero los valores del radicalismo. Tal es así que en el año 2019, cuando presidía la Comisión de Medio Ambiente, le dio un premio al intendente Germán Alfaro.
En esa oportunidad, explicó que “en el mes de octubre la cámara hace entrega de esta distinción a personas físicas y jurídicas que durante el año se han destacado por su accionar en promoción de la conciencia ambiental y de la protección del medio ambiente”. ¿Acaso la gestión de Alfaro se caracteriza por haber hecho algo por el medio ambiente? Cuando las calles de la ciudad están detonadas como si se hubiera librado una guerra en ellas.
En definitiva, se trata de dirigentes políticos que no son más que camaleones de la política y están dentro de la misma bolsa que Germán Alfaro y que Beatriz Ávila. Es por ello que se muestran en cada acto en el que es posible y hasta utilizan la agenda de las luchas feministas con tal de mostrarse como algo distinto, cuando no hacen más que ocupar lugares por conveniencia y utilizar espacios políticos como trampolines.
Y es que su ambición política no conoce de escrúpulos y están dispuestos ya no sólo a usar un espacio político sino también a mofarse de los votantes del mismo. Es por ello que cabe preguntarse: ¿Permitirá la sociedad en general y los votantes de Juntos por el Cambio en particular el tener como alternativas a personajes como Germán Alfaro, Beatriz Ávila, Raúl Albarracín y Fernando Valdéz?