os teléfonos inteligentes impulsaron un cambio en los motivos de consulta de los padres. Mencionan en terapia sus propios problemas de dependencia y la que observan en sus hijos. Se preguntan si el tiempo que los preadolescentes y adolescentes pasan en internet será mucho, si los contenidos serán apropiados. Comentan, también, sobre las consecuencias que empiezan a ver. Entre quienes tienen hijos que aún no han accedido a un dispositivo móvil, en cambio, la principal inquietud es cuándo: “¿En qué momento debería darle a mi hijo su primer celular?”.
Estas preocupaciones se inscriben en un contexto particular en el que la crisis generalizada de salud mental entre niños y adolescentes se vuelve cada vez más notable. Al mismo tiempo, surgen nuevos estudios nacionales e internacionales que relacionan el malestar psíquico de los menores con el uso excesivo de celulares, particularmente con el manejo compulsivo de redes sociales. Algunos de estos trabajos académicos, además, vinculan el exceso de smartphones y su utilización prematura con problemas de concentración, de atención, de tolerancia a la frustración y de autocontrol de los impulsos.
Retrasar el uso de redes sociales Mientras decenas de colegios de la Argentina, en línea con otros países del mundo, empiezan a dar marcha atrás con el uso ilimitado de dispositivos durante la jornada escolar, las inquietudes de los padres sobre cuándo es recomendable dar el primer celular muestran otro costado de la misma problemática.
La pregunta no es fácil de responder, sostienen los especialistas, aunque cada vez existen más consensos. “Lamentablemente, está socialmente estipulado que los chicos entran a secundaria y reciben su primer celular inteligente. Muchos, incluso, lo tienen antes, a los 8 o 9 años. Recién ahora se está hablando de la importancia de retrasarlo más, especialmente de retrasar el uso de las redes sociales”, sostiene Clara Paritsis, psicóloga infantoparental especialista en crianza.
“Llegamos tarde a la preocupación sobre la tecnología. Estamos viendo los resultados, y los estamos viendo no solo en niños sino también en nosotros mismos -afirma Valeria Becerra, psicóloga especialista en trastornos de ansiedad, asesora en crianza y autora del libro Psicoguía para padres-. Si los adultos enfrentan esta adicción a las redes, imaginate los chicos, que tienen mayor tendencia”.
Para esta producción, que forma parte de la serie serie Atrapados en las redes, en la que se abordan los riesgos a los que están expuestos los chicos en el mundo virtual, LA NACION contactó a médicos, psicólogos e investigadores, además de padres. Los expertos coinciden en varios planteos. El primero es intentar demorar lo más posible la entrega del primer smartphone.
Una de las claves, destacan los profesionales, es que los chicos atraviesen el período de desarrollo cerebral más vulnerable antes de tener un celular en sus manos con acceso a redes sociales.
“El cerebro se termina de desarrollar alrededor de los 25 años y lo último que se desarrolla es la corteza frontal, que justamente es la encargada, entre otras funciones, de la autorregulación. Entonces, es muy difícil que los más chicos se puedan autorregular con un celular inteligente, porque las redes sociales y las aplicaciones están hechas para generar adicción. Es darles algo que, por la edad que tienen, es muy difícil que puedan controlar”, dice Paritsis.
Hay psicólogos que, incluso, separan la edad de entrega del primer celular de la edad de ingreso a las redes sociales. Es el caso de Jonathan Haidt, autor del bestseller La generación ansiosa, que sostiene que el primer dispositivo inteligente no debe otorgarse antes de los 14 años, mientras que para las redes, como Instagram y TikTok, considera que lo más saludable es esperar a que el menor cumpla 16.
También están los profesionales que no determinan edades fijas, aunque llaman a los padres a preguntarse si sus hijos están listos para tener un celular y a reflexionar sobre la razón por la que creen que su hijo necesita uno, en vez de guiarse solo por el hecho de que el menor lo pida o que sus compañeros ya tengan uno.
Otra propuesta es que, independientemente de la edad, el primer celular sea analógico, sin internet, para que los chicos no puedan navegar en internet y usar redes, pero sí comunicarse en caso de ser necesario. En esta línea trabajan los padres de la organización Manos Libres, los primeros que pusieron la problemática sobre la mesa para modificar conductas a través de iniciativas consensuadas entre sí y con el colegio.