Breve, simple y directo fue el mensaje que emitió Alberto Fernández a los Estados Unidos. No se trató de una señal críptica ni ideológica, y supone una hoja de ruta básica que aplicará si llega a la Casa Rosada: la Argentina pagará la deuda, la relación con Washington será “madura y estable”, la solución al caso de Venezuela debe encontrarse en la región y el vínculo con China seguirá en el marco de una alianza estratégica.
Fernández estaba de gira en Madrid cuando le entró a su celular un WhatsApp de Edward Prado, embajador de Estados Unidos en la Argentina. Y hace unos días, antes que se anunciara oficialmente que la OPIC concedía créditos por 1.133 millones de dólares a Vaca Muerta, Prado volvió a chatear con Fernández para adelantar esa decisión estratégica ordenada en la Casa Blanca.
Los chats de Prado a Fernández y las inversiones de la OPIC no son gestos aislados. Insinúan un acercamiento de la administración de Donald Trump al candidato presidencial del Frente de Todos. Ese acercamiento a ritmo diplomático puede tener su próxima escenificación el 7 de octubre: Prado y Fernández están invitados a la cena anual del Centro de Estudios Americanos que lidera Luis Savino.
El intercambio entre Fernández y representantes de Estados Unidos no se circunscribió a mensajes vía WhatsApp. Hubo otros canales de diálogo y no se descarta un viaje en noviembre a Washington DC si el candidato peronista finalmente se transforma en presidente electo.
¿Implicará este simple gesto una señal de confianza de Washington al candidato presidencial que lleva en su fórmula a Cristina Kirchner, con quien las recientes administraciones norteamericanas no tuvieron precisamente la mejor relación?
“La desconfianza en el kirchnerismo sigue vigente en Washington. Nada ha cambiado”, expresó a Infobae un destacado analista argentino en temas internacionales que tiene aceitados contactos en el Departamento de Estado.
Prevalece aún en Washington aquel recuerdo del entonces canciller Héctor Timerman con alicate en mano impidiendo el ingreso de un avión militar norteamericano que llegaba a Ezeiza para dar con un curso de capacitación a la Policía Federal. La novedad de todo esto es que Alberto Fernández no quiere relaciones carnales al estilo menemista con Estados Unidos. Pero tampoco está dispuesto a seguir la línea de la diplomacia del alicate y desafía así al entramado kirchnerista duro que deambula en los pasillos del Instituto Patria.
Encuentros clave
De todas maneras, la diplomacia norteamericana ya mostró mucho interés en saber qué piensa hacer Fernández en el caso de acceder a la Casa Rosada. El encargado de la Sección Política de la embajada norteamericana, Christopher Andino, se mostró muy activo en los días posteriores a las PASO.
Andino mantuvo entrevistas-por separado- con importantes asesores políticos de Fernández en temas internacionales como Jorge Argüello, Jorge Taiana y Felipe Solá, entre otros. Argüello fue embajador argentino en Estados Unidos, Taiana canciller de Cristina Kirchner y Solá gobernador bonaerense. Los tres tienen suficiente experiencia institucional para adelantar sin errores cómo piensa Fernández su eventual agenda de relaciones exteriores.
Un referente del candidato del Frente de Todos, que ya conversó con dos funcionarios norteamericanos, resumió ante Infobae la línea que bajó Fernández hacia Washington: “La deuda se paga, las relaciones con Estados Unidos serán maduras y estables y la crisis de Venezuela se debe solucionar con aliados de la región y no con la Casa Blanca”, dijo.
El tema prioritario en la agenda de Washington es Venezuela. Fernández viajaría a México entre el 19 y 20 de septiembre con la intención de reunirse con el presidente Andrés Manuel López Obrador para hablar, entre otras cosas de la situación del país caribeño. Y es probable que unos días después Fernández también vaya a Perú y Bolivia, según revelaron a Infobae allegados al candidato kirchnerista.
En todos los casos el objetivo perseguido es el mismo: sumar aliados en la región para que eventualmente la Argentina y sus socios latinoamericanos acerquen una salida regional al régimen de Nicolás Maduro, que Fernández no considera una dictadura.
El otro eje de preocupación de Washington es la relación que tendrán la Argentina y Brasil, con un eventual gobierno de izquierda como el de Alberto Fernández y un duro de la derecha como Jair Bolsonaro, quien no se cansó en los últimos tiempos de hacer campaña en favor de Mauricio Macri.
“Cuando lleguemos al poder todo va a cambiar por una simple cuestión: Bolsonaro es netamente pragmático al igual que Alberto y saben que ambos países se necesitan mutuamente“, intentó minimizar el poder de fuego un referente de la diplomacia kirchnerista.
La decisión de pagar la deuda por parte del eventual gobierno del Frente de Todos ya es un hecho. Lo deslizaron el propio Fernández y Guillermo Nielsen en su encuentro reciente con los enviados del FMI, liderados por Roberto Cardarelli a la cabeza.
Sin embargo, la decisión de pago de un gobierno de Alberto Fernández estará atada también a los eventuales vaivenes económicos de la Argentina. Y detrás de todo ello se enconde el otro “gran fantasma” de Estados Unidos que pesa sobre el candidato kirchnerista: China.
“Estados Unidos no puede pedirnos que renunciemos a inversiones de China que ellos no cubren”, opinó Fernández tangencialmente hace un mes atrás, al hablar de su eventual nexo con la administración de Xi Jinping.
Como adelantó hace 10 días Infobae, Fernández mantuvo una reunión informal con el embajador de China en Argentina, Zou Xiaoli, donde hablaron de las futuras relaciones entre ambos países. Ocurrió antes de PASO y el compromiso fue retomar las conversaciones cuando concluya la contienda electoral. Los voceros de Alberto Fernández negaron tajantemente ese encuentro pero el candidato presidencial no dijo nada.
En Washington observan detenidamente cada movimiento del Frente de Todos hacia Beijing. Entrevén, por ejemplo que el ex canciller Taiana también mantuvo reuniones con el embajador chino y deslizó sus reparo en la “persecución ideológica” de Washington a empresas chinas como Huawei. También se observa con atención el mensaje de Nielsen sobre aquella metáfora para hablar de un eventual salvataje chino: “El mundo financiero es como un océano. Uno puede bucear en aguas más profundas: hoy existen recursos. Es fácil financiarse. Básicamente, se cuenta con el G7, China, los Tigres Asiáticos. Todos tienen acceso a un pool de recursos muy grandes”, precisó el economista estrella de Alberto Fernández.
Allegados al candidato del Frente de Todos aseguran que en Estados Unidos ponen “un límite” a la relación futura de Argentina con China. Ese límite se encuentra en la injerencia del régimen comunista en las tecnologías, precisamente en la incursión de empresas como Huawei en el futuro desarrollo del 5G en el país.
“A este avance la administración Trump ya no lo denomina como guerra comercial sino guerra por la seguridad nacional”, dijo un experimentado diplomático argentino que simpatiza con el Frente de Todos. Al parecer, Macri se cuidó mucho hasta ahora en cruzar ese límite para no herir susceptibilidades en Washington.
Este lunes el gobernador Juan Manzur, quien es un ferviente albertista dentro de la liga de mandatarios del PJ, iniciará una gira de cinco días por Estados Unidos con una abultada agenda. Su visita contempla desde una reunión con Bruce W. Friedman, jefe del Cono Sur del Departamento de Estado; pasando por un encuentro en el Colin Powell School for Civic and Global Leadership del City College, hasta un almuerzo con economistas de la Universidad de Columbia.
El gobernador de Tucumán se dará también uno de esos gustos que el kirchnerismo suele disfrutar para exhibir a Estados Unidos el costado bolivariano del peronismo: estará en un brindis ofrecido por la Embajada de Bolivia, situada en la coqueta Massachusetts Avenue de Washington.
Señales ambiguas para la diplomacia norteamericana. En cualquier caso, el gobernador Manzur lleva el mismo mensaje que ya deslizó Alberto Fernández el embajador Prado:pretende que un nuevo gobierno de la Argentina mantenga una relación “madura y estable” con Estados Unidos. Nada de relaciones carnales ni tampoco de alicate en mano.
En el contexto de elecciones y campaña, la visita de Fernández a Washington quedará para más adelante. Ya fue invitado por la Cámara de Comercio de Estados Unidos en Argentina (Amcham) y por el City Bank para desarrollar en Estados Unidos una completa agenda política y económica.
En el Frente de Todos saben perfectamente que no hay mucho margen de acción en un mundo atravesado por la guerra comercial y el impacto de los nacionalismos. Washington usa una máxima de Alexis de Tocqueville que sintetiza su estado de ánimo con Fernández: “A Estados Unidos le encantan los cambios pero no las revoluciones”, escribió el autor de la Democracia en América.