Cruzó en rojo, insultó al joven al que casi atropella con esa maniobra, lo golpeó y mató de una patada a su padre cuando quiso defenderlo, usando sus conocimientos como segundo dan y campeón argentino y panamericano de Taekwondo.
Todo esto, que se podría haber evitado con un simple pedido de disculpas o con seguir su camino sin reaccionar, derivó en que Angel Cativa, de 27 años, fuera formalmente acusado por el homicidio del arquitecto Julio Rubén Scida, de 63 años.
El abogado Gustavo Estofán, defensor del profesional en artes marciales, trató de cambiar la imputación a homicidio preterintencional, argumentando que no fue la patada desde atrás a la cabeza, sino la caída lo que provocó el deceso de la víctima.
Pero el juez Rafael Macorito tuvo en cuenta que tal situación no quedó debidamente documentada en la instrucción, y consideró que los conocimientos del homicida obran como una especie de arma, por lo que no deben ser esgrimidos en una pelea callejera.
La letalidad de Cativa fue refrendada por el presidente de la Federación Tucumana de Taekwondo, Adolfo Villanueva, quien certificó que practicaba la especialidad desde la infancia, alcanzando nivel de segundo dan y ganando competencias nacionales e internacionales.
Otro agravante para la situación procesal del imputado es que, según testigos, intentó escapar tras el cobarde ataque desde atrás al arquitecto, lo que fue impedido por varios testigos que presenciaron lo que se convertiría en la escena de un brutal crimen.