Con el arribo de las últimas dosis adquiridas de Sinopharm a la Argentina, el Gobierno entró ahora en una carrera contra los proveedores para recibir más vacunas, con desigual perspectiva de horizonte temporal. En paralelo, piensa en alternativas que pueden ayudar a prevenir la reproducción del coronavirus como el Nasalferón, unas gotas nasales cubanas que, si bien no se equiparan con los inmunizantes, actúan como una barrera más contra la Covid-19 para cortar las cadenas de contagio estrecho o prevenir cuadros graves.
Esta semana, el canciller Felipe Solá recibió en sus oficinas al embajador de Cuba en Argentina, Pedro Pablo Prada, para conversar acerca del posible financiamiento de una de las vacunas contra la Covid 19 que se desarrolla en la isla. El comunicado posterior de la reunión también dio cuenta de un segundo tema, por pedido de la cartera que comanda Carla Vizzotti: “un medicamento de uso nasal que impide en un alto porcentaje el ingreso de los virus a la mucosa“. Esas gotas nasales serían el Nasalferón.
“La Argentina también está interesada en este fármaco” que “podría ser de fácil uso para aquellas personas que se ven obligados a circular“, comentó Solá en la síntesis informativa. Desde el Ministerio de Relaciones Exteriores se negaron a brindar más datos al respecto. Tampoco lo hicieron desde Salud. El pedido de no comentar en profundidad sobre las gotas nasales cubanas contra la Covid-19 proviene de esta última dependencia que concentra la estrategia sanitaria y eligió mostrarse precavida sobre los avances de este tipo de negociaciones hasta que estén firmes.
Versiones extraoficiales apuntaron en dirección al Nasalferón como el medicamento en cuestión, de producción en Cuba. Se trata, en rigor, de un derivado del Interferón, una droga elaborada en la isla desde los ’80s y por la cual el Gobierno ya había mostrado interés en 2020, en paralelo a otros recursos. De hecho, la Argentina participó de un estudio denominado Solidarity que promovía la Organización Mundial de la Salud (OMS) en busca de una respuesta efectiva contra el virus.
El Interferón trabaja, en realidad, como un inmunomodelador para fortalecer el sistema de defensa del organismo, acorde a la explicación de los especialistas, y su uso no se restringe al coronavirus. Al contrario, se aplica desde hace tiempo contra una amplia variedad de patologías, como la hepatitis C. En la investigación de la OMS se lo asociaba a dos antivirales en pacientes con cuadros severos a fin de comparar los resultados.
Dentro de Cuba, incluso, el Nasalferón se testeó en 17.241 trabajadores de la salud y 1.105 personas vulnerables, reportó la Academia de Ciencias de Cuba. Fueron dos ensayos, en principio, en fase 1 y 2 que culminaron en junio y noviembre de 2020 sobre unas 120 personas en total, según figura en el Registro Público Cubano de Ensayos Clínicos (RPCEC). No hay mayores detalles acerca de sus resultados.
El Nasalferón funciona, entonces, como una suerte de bloqueador para el ingreso de virus al organismo, a través de las fosas nasales. Entre ellos, el del SARS-CoV-2 que, se sabe ya, se disemina, en gran medida, por el aire, en contacto estrecho con infectados. En paralelo, fortalece el sistema inmunológico acorde a las propiedades de su droga base, el Interferón. La dosis consiste en “una gota, por vía nasal, en la mañana y otra en la noche, por un período de entre cinco y 10 días” para “disminuir los contagios y prevenir el desarrollo de síntomas severos en caso de adquirir la enfermedad”, detalló en redes el Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología (CIGB) de Cuba, a cargo de su producción.
Las gotas nasales operan, por ende, en la etapa preventiva, para procurar evitar la infección. Por eso se piensa para quienes trabajan en el campo de la Salud o los contactos estrechos a nivel familiar, cuando hay sospechas respecto a un caso positivo. No reemplaza a la vacuna que induce anticuerpos específicos, explicó el virólogo cubano Amilcar Pérez Riverol, exprofesor de Virología Molecular de la Universidad de La Habana e investigador de la Universidad Estatal Paulista (UNESP), citado por la Deutsche Welle en enero pasado. Ayuda al sistema defensivo del organismo para que “el cuadro clínico no progrese a las formas más graves”
A principio de enero, el gobierno de Miguel Díaz-Canel decidió ampliar la prueba del Nasalferón a la población en general, apuntando a quienes tuvieran contacto estrecho con extranjeros o nacionales en el exterior de visita en la isla. Se arrancó por los municipios de Boyeros y Diez de Octubre, en la capital, y se le indicó a los locales que debían arrancar con el tratamiento “tres días antes del arribo del viajero a su domicilio”. Por supuesto, las gotas nasales se distribuyen en frascos de utilización individual.
Informes publicados luego en medios cubanos, a partir de datos del CIGB, probaron el paso de la droga base, el Interferón, a la sangre, con máximos niveles de concentración a los 30-45 minutos a partir de la administración nasal. En consecuencia, afirman, se evidenció un incremento de los marcadores de respuesta antiviral e inmunitaria innata a nivel de la mucosa orofaríngea y en linfocitos de sangre periférica, lo que ayuda a disminuir la capacidad de replicación de la enfermedad.
A diferencia de la vacuna Soberana, en la que el Gobierno argentino ha mostrado interés en potenciar la producción desde el sur del continente en un esquema asociativo similar al que se intentó con México –y que hoy está demorado–, no se especificó aún cuáles serían las intenciones con el Nasalferón: si adquirirlo o producirlo. Tan solo se reportó que, al igual que con el inmunizante, desde el Ministerio de Salud de la Nación también están intercambiando información científica respecto a este medicamento para avanzar en la cooperación bilateral.